El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España. En 2019 se quitaron la vida 3.671 personas, una cifra que creció durante la pandemia con las 3.941 víctimas registradas en 2020. Tras muchas décadas de silencio mediático al considerar esta lacra un tema tabú, la prensa se ha abierto recientemente a denunciar esta profunda herida social que golpea con cada vez más fuerza a los jóvenes. Este problema afecta, no obstante, a todas las edades. Tiene especial incidencia en los treintañeros, pero también entre la población de edad avanzada, afectada por la soledad.
El psiquiatra barcelonés Lluís Borràs atiende a pacientes con conductas suicidas desde hace 25 años. Desde su despacho en la clínica de la Aliança describe un problema grave, que se mantiene estable con el paso de los años, y que en la mayoría de los casos tiene un común denominador: la depresión. "En el 80% o el 90% de los casos, las víctimas tienen una patología mental. La depresión mayor acompañada de ideas catastrofistas o de ruina son muy comunes".
ADICCIÓN A LAS DROGAS
¿Qué empuja a una persona a querer poner fin a su vida? "Ven la vida muy negativa, sufren lo que llamamos delirios catastrofistas. Sus expectativas son tan negras que les lleva a querer matarse", explica el doctor en Medicina. El médico recuerda bien el caso de un paciente que sobrevivió tras precipitarse de un sexto piso. "Me dijo que si algún día se recuperaba jamás lo volvería a intentar. En ese momento en su cabeza lo veía todo negro. Se trata de un delirio que juega en contra de la persona. No es libre. Sufre una alteración de la percepción de la realidad", señala.
Después de la depresión y otros trastornos mentales, como la esquizofrenia y algunos casos de bipolaridad, la adicción a las drogas también está estrechamente ligada a las conductas suicidas. "Muchos toxicómanos se suicidan con una sobredosis. Son casos que pasan desapercibidos. Tienen una vida difícil; relaciones rotas con la familia, antecedentes penales y viven en la marginalidad", explica Borràs.
388 SUICIDIOS EN BARCELONA
El Instituto Nacional de Estadística (INE) contabiliza los casos de suicidio desde 2005. Los datos muestran una tendencia estable en el número de casos, que rondan una cifra de entre 3.000 y 4.000 en España cada año y de entre 400 y 500 en Cataluña. En la provincia de Barcelona murieron 388 personas en 2020, la mayoría de los 566 casos registrados en la comunidad.
La Generalitat dispone del Codi Risc de Suïcidi, un sistema de alerta en la mayoría de hospitales y clínicas que contabiliza los intentos de quitarse la vida desde 2014. Desde entonces, esta herramienta ha registrado 18.966 episodios. En la inmensa mayoría de casos, un 87,3%, solo ha realizado un único episodio. En 2019 se registraron 4.486 episodios de conducta suicida en Cataluña realizados por 4.148 personas.
Los psiquiatras como Borrás trabajan con la escala de depresión de Hamilton, un cuestionario que sirve para diagnosticar el grado del síndrome y afrontar, así, la mejor estrategia de recuperación. La medicación con pastillas suele tener una buena respuesta a partir del primer mes. En un 70% de los casos, describe el doctor, tras cuatro semanas de medicación los pacientes empiezan a esquivar esos pensamientos enfocados a autolesionarse. El trabajo combinado de la figura del psicólogo, añade, también es de vital importancia.
MÁS INVERSIÓN
El intento de quitarse la vida es el último paso, la última "capa de la cebolla", como cuentan desde la asociación catalana Después del Suicidio, formada por supervivientes y un referente en España en la concienciación para erradicar esta lacra. Tener estos pensamientos, sin embargo, es una primera señal de alarma sobre la que se debe actuar. "La mayoría de las personas no han tenido intentos, solo pensamientos. Muchas veces te los trasladan de manera muy sutil en la consulta. Tienes que captarlo", explica el psiquiatra.
Borràs denuncia que el efecto contagio, dar ideas a otras personas a través de los relatos de otros terceros, existe. En su lugar, recomienda hablar sobre el suicidio sin personalizar ni señalar el motivo es un primer paso. Desde las administraciones, asegura que falta mucho por hacer. "En España queda mucho por hacer. En algunos casos es necesario el internamiento del paciente. Hay que invertir mucho más en centros de internamientos, hospitales cerrados". La detección en las escuelas, subraya, es imprescindible como un paso trascendental para erradicar el suicido.