Final feliz para los vecinos de la calle de Morera que convivían con el 'edificio de la droga' del Raval. Un operativo conjunto de los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona ha asaltado el primer piso del número siete, un edificio cuyo portal se reventó, se okupó el primer inmueble y de la noche a la mañana se convirtió en un narcopiso que sembró el terror entre todos los habitantes de esta vía, aledaña al mercado de La Boqueria.
Fuentes municipales han confirmado a Metrópoli que, durante la madrugada de este martes, se ha desmantelado este punto de venta, se ha detenido a tres personas, identificado a 11 consumidores y se han intervenido varias cantidades de crack y cocaína. La propiedad le ha sido devuelta al dueño. En la misma línea, los vecinos han confirmado a este digital que se trata de un piso que cambió por completo el ambiente de la calle cuando se okupó.
COLAS DE COMPRADORES
Y es que hará unos dos meses, varios individuos reventaron el portal, dejando la puerta siempre abierta, subieron hasta el primer piso y lo hicieron suyo. Con el tiempo, también destrozaron el acceso a la azotea, que convirtieron en zona de fumadero. De la noche a la mañana, se hizo habitual encontrar colas de hasta 25 personas esperando su turno pacientemente para pillar su dosis.
Si El Raval no es un barrio particularmente seguro, esta calle, por la noche, se convirtió en un punto caliente. Los robos a los vecinos y transeúntes, las peleas y los atracos pasaron a formar parte del pan de cada dia y rara era la mañana que la calle no amanecía con varios toxicómanos durmiendo en los rincones. Tanto el edificio afectado, donde vivía gente, como toda la vía comenzó a apestar por la cantidad de excrementos y orines que se acumulaban. De hecho, los narcotraficantes comenzaron una estrategia de acoso y derribo contra el resto de inquilinos. A algunos consiguieron echarlos de sus viviendas.
Algo más de dos meses ha durado esta pesadilla mientras los cuerpos policiales montaban el caso. No obstante, todavía queda un último problema. Los camellos se han ido, pero los compradores no. Todavía queda gente que acude para intentar comprar. Se trata de una molestia con la que tendrán que cargar -presumiblemente- por un tiempo.