La Estació del Nord, un punto caliente de Barcelona. Los vecinos del barrio del Fort Pienc claman contra la sensación de inseguridad de los alrededores de la Estació del Nord, especialmente en la Plaza André Malraux, donde los drogadictos se han instalado y atemorizan a los paseantes, a los comercios y a los turistas.

Desde hace un par de años, en el parque infantil que se encuentra delante de la Estació del Nord (y donde también está una de las más grandes comisarías de la Guardia Urbana), una decena de individuos se pasan el día esnifando cola, fumando marihuana y robando a los vecinos y a las tiendas.

La liturgia es la siguiente: los vándalos duermen en la calle, y a las 7 de la mañana ya se instalan en los bancos del parque infantil y comienzan a tomar alcohol y drogas, según relatan diversos vecinos de la zona a Metrópoli. Cuando ven a un turista despistado, hacen el amago de ayudarlo, mientras le extraen sus pertenencias. Sus víctimas favoritas son los asiáticos.

A medida que pasa el día, y mientras el alcohol y la droga ya han hecho sus estragos, los drogadictos se envalentonan y entran a robar a las tiendas. “No podemos hacer nada, estoy yo solo en la tienda, ellos vienen en grupo y se llevan todo: siento impotencia”, relata un comerciante de la zona. Otros aseguran no querer hablar por “miedo”.

IMPUNIDAD

Pese a las reiteradas llamadas a la Guardia Urbana (la comisaría está a apenas 50 metros de donde se encuentran los delincuentes), la sensación de impunidad es constante. “Algunas veces se los han llevado detenidos, pero no importa, porque al día siguiente vuelven a robarme”, lamenta otro dependiente.

Al caer la noche, la situación se complica. Gritos y peleas son una constante en el barrio. “Lo peor es que cuando alguien les ha replicado, ellos les insultan, les llaman catalufos e incluso les han llegado a escupir”, señala un vecino del barrio. 

Por la mañana, el panorama es desolador: botellas por el suelo, jeringas y colchones son el resultado de la noche en el barrio del Fort Pienc. Algunos se suben encima de los árboles y duermen sostenidos por las ramas, hacen sus necesidades entre los matorrales y se lavan en las fuentes públicas.

¿Pero quiénes son estas personas? La mayoría son jóvenes desarraigados de origen marroquí, sin familia, sin hogar y sin perspectivas de progreso. Desde el barrio, algunos vecinos reclaman políticas públicas de integración; otros, exigen mano dura, presencia policial y penas más elevadas.

DENUNCIA POLÍTICA

En 2018, el PDeCAT del Ayuntamiento de Barcelona denunció la degradación que sufría el entorno de la estación del norte debido al "aumento del consumo de drogas y de los robos". Desde entonces, ningún otro partido se ha pronunciado al respecto.

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