Una especialista revisa la audición de una joven
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¿Síntomas de pérdida de audición?: actúa antes de que sea tarde
No se produce de repente y las primeras señales pueden pasar inadvertidas. Detectarla a tiempo es clave porque escuchar mal puede acelerar el deterioro mental y multiplicar el riesgo de demencia
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La salud auditiva suele pasar inadvertida hasta que el mundo comienza a volverse más silencioso de lo que debería. Escuchar bien no significa únicamente captar palabras: es comprender, conectar y participar plenamente en la vida cotidiana.
El oído permite mantener vivos los vínculos sociales, disfrutar de una conversación, de la música o del simple sonido del entorno, además de aportar seguridad en actividades tan rutinarias como cruzar la calle o conducir.
Por eso, reconocer las primeras señales de una posible pérdida de audición –como subir demasiado el volumen de la televisión, pedir que repitan lo que nos dicen o sentir que las conversaciones en ambientes ruidosos se vuelven confusas– es fundamental.
Acudir al especialista sin demora no solo facilita un diagnóstico temprano, sino que también puede cambiar el rumbo de una vida, preservando la autonomía, la memoria y el bienestar emocional.
“Muchos pacientes llegan tarde porque han aprendido a convivir con las dificultades, sin darse cuenta de que están perdiendo un bien irrecuperable”, explica la doctora Adriana Agüero, especialista de la unidad de Otorrinolaringología del Hospital Universitari General de Catalunya.
La audición que envejece
La pérdida auditiva puede adoptar varias formas. En las personas mayores, lo más común es la presbiacusia, un deterioro progresivo que afecta sobre todo a los sonidos agudos y que tiene su origen en el envejecimiento del oído interno. Pero no es la única causa.
Existen también las pérdidas de tipo conductivo, derivadas de obstrucciones simples como un tapón de cera, y las neurosensoriales, relacionadas con daños en las células auditivas o en el nervio encargado de transmitir la señal al cerebro. En algunos casos, ambas condiciones se combinan, complicando aún más el diagnóstico.
“Hay señales tempranas que conviene no pasar por alto: dificultad para seguir conversaciones en ambientes ruidosos, la costumbre de subir el volumen de la televisión hasta que los demás lo encuentran molesto, o la sensación de que las personas murmuran cuando hablan con normalidad”, explica la doctora Agüero.
A estas se suman los pitidos constantes (tinnitus), la incapacidad para localizar la fuente de un sonido o la pérdida de percepción de ruidos cotidianos, como el timbre de la puerta o el canto de los pájaros.
Cuando escuchar protege la memoria
El tiempo es un factor crítico. Según la Asociación Española de Audiología, no tratar a tiempo una pérdida de audición puede tener un impacto serio en la salud cognitiva. Investigaciones recientes han demostrado que escuchar mal acelera el deterioro mental y multiplica el riesgo de desarrollar demencia.
“La audición mantiene activo nuestro cerebro —advierte la doctora Agüero—. Cuando se pierde, el cerebro desvía recursos a otros procesos, restando memoria y atención”.
Ante la menor sospecha, es aconsejable acudir cuanto antes al especialista. “El diagnóstico precoz no solo preserva la audición —subraya la doctora Agüero—, también protege la salud emocional y cognitiva, y mantiene la calidad de vida”.
Una de las pruebas clave es la audiometría tonal, un examen rápido y no invasivo que mide la capacidad auditiva en distintas frecuencias. “Nos permite saber con exactitud qué zonas del oído están afectadas y en qué grado, lo que resulta esencial para elegir el mejor tratamiento”, señala la especialista.
Escuchar al oído, escuchar al cuerpo
En ocasiones, estas pruebas se acompañan de tests como los de Weber o Rinne, que ayudan a distinguir entre un problema conductivo o neurosensorial. Y cuando el paciente refiere tinnitus, la exploración se amplía con una otoscopia para descartar lesiones u obstrucciones. “El tinnitus, advierte la doctora Agüero, puede ser la primera señal de un daño en la cóclea, pero también puede deberse a algo tan simple como un tapón de cera. Por eso nunca hay que minimizarlo”.
Además del diagnóstico, la prevención es fundamental. Evitar los remedios caseros y no introducir objetos en el oído es la primera norma para no causar daños. También es recomendable protegerse del ruido en entornos laborales o festivos, moderar el uso de auriculares y controlar el volumen de los dispositivos electrónicos.