Este fin de semana, ha vuelto "El poeta Halley" a Barcelona y los fans no han faltado a su encuentro. El grupo de música indie Love of Lesbian pone punto y final a su gira, después de un año y medio por el mundo, y los fans se despiden de él en un Sant Jordi Club lleno a rebosar. Este viernes la banda lo ha dado todo sobre el escenario y el público ha sabido corresponder. Lo cuento.
Antes de llegar al Sant Jordi Club, varios pakistaníes ofrecen cervezas Estrella Damm de lata a un euro. Algunos compran y toman las cervezas sentados en el suelo. Más adelante, en el parking, hay otros grupos preparándose combinados en el maletero abierto. Llevan todo lo esencial: vasos de plástico, hielos, ron y coca-cola que guardan en una nevera de playa. Parkineo, que se le llama al acto de hacer botellón en el parking.
En la fila para acceder al concierto las cervezas de lata ya valen cincuenta céntimos más, pero siguen siendo baratas en comparación con las de dentro del recinto que oscilan entre los 3,5 euros y los 10. Los fans compran y beben rápido, calentando motores. Han terminado los teloneros, la banda Mucho, por eso se apresuran, dejando sus latas en cualquier lado, porque las basuras están desbordadas y los que las limpian, también.
Love of Lesbian es una banda que ha sabido llegar a todos los públicos. Una madre acude con su hijo de diez años y ambos bailan en las gradas I.M.T. Incapacidad Moral Transitoria, una de las canciones incluidas en el último disco. “¿Te lo pasas bien?”, le pregunta la madre en el concierto. El niño asiente con la cabeza, y sigue bailando y cantando: se sabe las letras de principio a fin. Una chica en primera fila le pinta la barriga a otra que está embarazada. “Felicidades”, le escribe. Son groupies que quieren felicitar al vocalista, Santi Balmes, que cumple años. Otros se apartan de la marabunta y bailan a sus anchas en la parte trasera de la sala. En ninguno de los casos faltan las fotos ni los videoselfies que muchos suben a Instagram.
Varios asistentes llevan la camiseta de John Boy, aquel personaje que levantó pasiones entre los fans a raíz del disco 1999 con la canción Club de fans de John Boy. “Hemos ido a más de seis conciertos, somos muy fans”, comentan unos chicos que llevan un cartel. “Te dejamos, porque no queremos perdernos esta canción”. Cortan la conversación y se van corriendo a cantar Manifiesto delirista. Durante las casi tres horas que dura el concierto, hay cola para comprar bebidas. Algunos se sientan apoyados en la pared: no pueden más. Otros saltan y se dejan la voz. Un hombre de sesenta años mira deseoso al vocalista, Santi Balmes, y lo señala con un dedo, cantando a grito pelado el estribillo de una de las canciones más comerciales de la banda: “Fantááááástico, parapá para parapá”. Otra mujer llora emocionada con Oniria e insomnia. “Esta canción es demasiado bonita”, les dice sus amigas.
“Quiero que por un momento nos olvidemos de los problemas de afuera y busquemos en nuestro interior al poeta Halley”, dice el vocalista, Santi Balmes, al empezar el concierto. “Porque todos, aunque no lo sepamos, llevamos un poeta Halley dentro y quiero que lo sintamos, aunque sea solo durante diez segundos”, dice luego, hacia el final del concierto.
Los fans están esperando la única canción que falta del último disco. Hasta que llega el momentazo. “Tía, ¡qué fuerte! ¡Es él!”, dice un chico histérico a su amiga. Sí, es él, es él. El cantautor gallego, Iván Ferreiro, irrumpe en el escenario para cantar la canción esperada, esa en la que el poeta Halley alza el vuelo: Planeador. El público grita de emoción en cuanto empiezan los primeros acordes. El momentazo se produce cuando Iván Ferreiro, con los brazos extendidos, rompe a llorar de emoción. Y Santi Balmes y él se abrazan. “Le llamaban Halley Star... Y soy tú... Y eres yo”, termina la canción. Después de eso, los fans embriagados abandonan el Sant Jordi Club, que durante unas horas se ha convertido en una auténtica burbuja indie.