Pedir deseos aunque nunca se cumplan
La Sala Atrium acoge la pieza 'IF (L'últim desig)' de la Cía Vero Cendoya hasta el 18 de febrero
3 febrero, 2018 18:53Noticias relacionadas
Viajar. Volver con el marido. Que te toque la lotería. Recuperar los momentos de infancia. Todos ellos son deseos de las tres intérpretes de IF (L'últim desig), la obra que acoge la Sala Atrium hasta el 18 de febrero. Durante la pieza, exponen sus deseos mientras llevan a cabo uno de ellos: enterrar a su madre en el camping donde pasaron grandes momentos cuando eran niñas.
Vero Cendoya, Alba Florejachs y Gloria Sirvent se juntan el escenario para dar vida a tres hermanas que se reencuentran para despedir a su madre. En esa reunión, se recriminan acciones del pasado y se pelean como lo que algún día fueron: unas niñas. La Cía Vero Cendoya triunfa con esta nueva pieza ácida que reflexiona –en clave humorística– sobre la muerte, las relaciones familiares y los deseos, que en muchos casos nunca se cumplen.
LA SUPERSTICIÓN
“Tenemos que aceptar la muerte, ¿eh? Tenemos que aceptar que los muertos huelen mal”, dicen en un momento de discusión. Entre conversación y conversación, discusión y discusión, el público va captando la esencia de cada una de las hermanas. La mayor es clásica, conservadora, ludópata, la mediana es mediocre y tiene la autoestima baja, mientras que la más pequeña es la más sensible y llorona.
A lo largo de la pieza de danza teatro sale a relucir la superstición. Para que los deseos se cumplan, el ser humano ha ideado una serie de rituales que, si se rompen, se truncan los sueños. Así lo escenifican las actrices en la obra, de una forma cómica. Cuando se le cae a la mayor una pestaña, Vero Cendoya le dice que tiene que soplar y pedir un deseo. Y dejar de hacer lo que estén haciendo.
Para el cumpleaños es imprescindible tener una tarta y –sobre todo– soplar las velas y pedir un deseo. Solo uno. Porque dos no se cumplen. Después de las campanadas de fin de año tienen que llevar a cabo un ritual específico. Muy largo. El público ríe. Ellas siguen. “¿Qué venía ahora?”, pregunta una. “¡Esto”, indica otra.
MOMENTO DE DANZA CONTEMPORÁNEA EN LA OBRA
Las intensas conversaciones y monólogos se intercalan con un solo de danza contemporánea de Vero Cendoya y una performance en la tienda de campaña. Hacia el final de la pieza, lanzan una frase estremecedora. “La realidad es profundamente salvaje”. Y detrás de ella, a continuación, un mensaje de esperanza: “a veces, los sueños se hacen realidad”.
Después de actuar en la Sala Atrium, la compañía barcelonesa seguirá por la ciudad con su anterior pieza, La Partida, que acogerá el Mercat de les Flors, tratándose de la primera vez que se realiza en un recinto cerrado.
“Mamá era una persona e hizo lo que pudo”, concluyen, extasiadas en el suelo de ese camping atemporal. En esa última escena, de repente, cruza una estrella fugaz. Las intérpretes señalan al cielo y saben qué tienen que hacer: cerrar los ojos y –sí– pedir un deseo. Aunque, en ocasiones, los deseos no se cumplen y terminan siendo solo eso: deseos.