Rafa Nadal, el mejor embajador del deporte barcelonés
El eterno tenista del RCT Barcelona gana su 11º título en París, como en Barcelona y Montecarlo
10 junio, 2018 20:35Noticias relacionadas
Si Rafael Nadal fuese francés, ya le habrían erigido un monumento en la entrada de Roland Garros. Como es español, habrá que esperar a que consiga su 20º título en París. De momento, con el de este domingo ya acumula once, los mismos que en Montecarlo y Barcelona en un año 2018 que lo ha devuelto al Nº1 del tenis mundial, por delante del incombustible y sensacional Roger Federer.
Su víctima en la capital francesa ha sido esta vez Dominique Thiem (6-4, 6-3, 6-2), un austriaco que dará que hablar porque parece uno de sus posibles sucesores. “Cuando Rafa ganó aquí su primer Roland Garros, yo tenía 11 años y lo vi por la tele”, ha confesado el joven austriaco en la ceremonia de premiación.
Por su parte, el gran John McEnroe ha dicho: “Rafa es el mayor luchador de todos los tiempos, y va a seguir ganando aquí hasta que se retire”.
Para la historia: Nadal consiguió su primera corona parisina hace ya 13 años (2005), cuando tenía 19.
Lo que pocos recordarán en esta nueva hora triunfal es que Nadal, aunque mallorquín (Manacor, 1986), es jugador del Real Club de Tenis Barcelona desde que era niño. Un club histórico del deporte barcelonés al que también han pertenecido, entre otros, Andrés Gimeno, Lis Arilla, Albert Costa, Carlos Moyà (mallorquín también y su actual entrenador), los hermanos Sánchez Vicario (Emilio, Javier y Arantxa), Conchita Martínez o Tommy Robredo.
De hecho, Rafa se hizo gran tenista en Barcelona, jugando torneos infantiles y cadetes. Yo le vi jugando en el Ciutat de Barcelona (un 'challenger' o torneo menor, previo al salto al gran circuito profesional) que se disputó en el Club Bonasport. Cayó en semifinales (¿o fue en cuartos?). Creo que corría el año 2001 y Rafa aún no había cumplido 16 años. Era alto para su edad y lucía una larga melena, recogida con una cinta. Ya era como es ahora, un luchador de la tierra, aunque todavía le faltaba experiencia.
Lo fuimos a ver por tres razones: era muy joven, los especialistas apuntaban que iba para 'crack' y, también, porque era el sobrino de Miguel Ángel Nadal, por entonces jugador del Barça. Tenía su morbo, sobre todo porque Rafa ya era declarado hincha del Real Madrid. Recuerdo, también, su timidez y sus ganas de que no se le entrevistase por el hecho de que su tío era el famoso futbolista culé. Quería escribir su propia historia.
UN FUTBOLISTA 'FRUSTRADO'
Su otro tío, Toni Nadal, había sido jugador de tenis. Con este otro tío se inició en el mundo de la raqueta, a los 3 años de edad. Pero resultó ser un chaval portentoso: practicaba también fútbol, baloncesto y otros deportes. Por cierto, que todos los jugaba con la derecha: sólo es zurdo jugando a tenis. Fue a los 8 años, al ganar un título sub-12 de tenis en Baleares, cuando la familia empezó a creer en sus posibilidades.
Tras aquel título, continuó participando en torneos de tenis y jugando al fútbol como delantero. Incluso ganó torneos en las categorías inferiores; quizás el más reseñable fuese el campeonato mundial junior 'Le petit As', disputado en Francia. Ya con 12 años, sus padres le 'obligaron' a decidir entre el tenis o el fútbol para que no descuidase sus estudios, y Rafa se decidió por el tenis... perdiéndose un gran futbolista.
A los 14 años, la familia Nadal en pleno tuvo que decidir entre instalarse definitivamente en Barcelona o quedarse en Mallorca para que el chico siguiese progresando en el mundo del tenis. Aunque al final el tío Toni decidió que era mejor permanecer en la isla, Barcelona siguió siendo su punto de referencia y el lugar donde podía jugar torneos de mayor altura, como eran el citado Ciutat de Barcelona y sería el Godó, torneo del RCT Barcelona con el que fichó como jugador.
UNA PISTA CON SU NOMBRE EN BCN
Normalmente, a una sede deportiva se le pone el nombre de un gran deportista cuando éste ya se ha retirado. Es un tributo a toda una carrera deportiva. No es normal que ocurra en vida y, sin embargo, le ha pasado a Rafa Nadal. En el marco del 65º Torneo Conde de Godó, celebrado en 2017, el RCT Barcelona tomó la decisión de bautizar su legendaria Pista Central con el nombre del mejor deportista español de todos los tiempos. No en vano, Nadal es su mejor emblema y su mejor embajador. De todo el deporte barcelonés.
Nadal es un fijo en cada edición del Godó, torneo al que año tras año da relumbrón y que no sería tan seguido actualmente en el circuito (es un ATP 500, no un Masters 1000) de no ser por su inveterada presencia.
Y como embajador, nada mejor que presentar ante el mundo sus 17 grandes títulos repartidos en los cuatro torneos del Grand Slam: 11 Roland Garros, 3 Open US, 2 Wimbledon y 1 Open de Australia. Sin olvidar que también ha sido campeón olímpico (Pekín 2008) y cuatro veces triunfador en la Copa Davis con España.
Con su decimoprimera corona conquistada este domingo en París, Nadal continúa batiendo records internacionales y llevando al deporte barcelonés (y al RCT Barcelona) a la capital mundial del tenis sobre tierra. Un tierra en la que él sigue ejerciendo de Rey incontestable.