Los falsos mitos sobre la leche de vaca
La campaña contra la leche ha beneficiado a otras bebidas que sin serlo usan el mismo nombre
18 julio, 2018 09:02La leche es uno de los alimentos básicos en la dieta de cualquier niño, por sus aportes desde el punto de vista nutricional. Es un fijo en casi todos los desayunos, muchas meriendas e incluso alguna cena. El típico vaso antes de ir a dormir. Cuando crecemos sigue formando parte de nuestra dieta, quizá ya no la tomamos sola o con cereales, pero liga bien con un buen café o té.
Sin embargo, en los últimos años han empezado a circular mensajes, en ocasiones sin demasiada base científica, que afirman que el consumo de leche de vaca es perjudicial para la salud, lo que ha beneficiado a otras bebidas que, por su semejanza en el color, también se han hecho llamar leche para hacerse un hueco en la cesta de la compra. Pero, ¿pueden jugar el mismo papel nutricional en el marco de una dieta variada y equilibrada?
“La leche de vaca es un alimento muy rico en nutrientes, es fuente de proteínas de elevado valor biológico, ya que contiene todos los aminoácidos esenciales”, afirma la nutricionista Marta Comas Martínez, de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirónsalud Barcelona.
CALCIO
Lo más conocido es su papel como principal fuente dietética de calcio. Y no sólo por su elevado contenido de este mineral, sino también por su alto aprovechamiento gracias a otros componentes: vitamina D, proteínas, fósforo, etc. Además, se han demostrado científicamente sus propiedades beneficiosas para el sistema inmunitario, cardiovascular y digestivo.
Pese a ello, los mitos que han surgido sobre sus efectos perjudiciales para la salud son de lo más variopinto y se agarran a argumentos tan peregrinos como que el ser humano es el único mamífero que consume leche tras el periodo de lactancia. Una prueba más (como muchas otras) de su salto evolutivo con respecto al resto de especies, por otra parte.
NI MÁS RIESGO DE ASMA NI DE CÁNCER
Entre sus principales 'amenazas' destaca su supuesta vinculación con la producción de moco o el empeoramiento del asma. “Una de las leyendas más extendidas de la que, sin embargo, no existe evidencia dado que no se ha demostrado que aumente la mucosidad en personas sanas, ni que altere las pruebas respiratorias en pacientes asmáticos”, asegura Comas.
También, dicen algunos, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer. Algo que sin embargo han desmentido diferentes estudios. Uno de ellos, incluso, ha constatado que el riesgo es el mismo entre quienes no beben nada de leche y los que toman hasta tres raciones al día. Eso sí, mejor los productos de menor contenido graso a los fermentados, precisa esta nutricionista.
CRÍTICAS INFUNDADAS
Otra crítica que se hace es la supuesta presencia de hormonas o antibióticos en la leche, cuando por ley está prohibido, al igual que administrar sustancias para fomentar su crecimiento y producción. De hecho, el sistema está regulado por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas en inglés), que publica cada año un informe con los resultados de los controles realizados periódicamente a los alimentos.
Y un argumento también recurrente para evitar su consumo es que puede provocar alergias o intolerancias que, por cierto, no son lo mismo, aclara Comas. Las alergias aparecen como consecuencia de una reacción a la proteína de la leche de vaca, para la que existen alternativas como la leche hidrolizada. Y la intolerancia hace referencia a la lactosa (un azúcar contenido en la leche). Pero actualmente la industria láctea ha elaborado leches y productos con bajo contenido o sin lactosa.
LA LECHE NO ENGORDA
Y si nada de esto vale, ¿no hay que tomarla porque engorda? Pues tampoco. La grasa que aporta la leche sirve para transportar algunas de las vitaminas que contiene (vitaminas liposolubles: A, D, E y K). Además, su presencia es del 3,5% en leche entera, 1,8% en semidesnatada y 0,8% en desnatada.
“La leche aporta gran cantidad de nutrientes con un contenido calórico muy limitado", defiende esta nutricionista, que con los datos actuales insiste en la necesidad de seguir recomendando el consumo de leche y derivados lácteos diariamente, en cantidades adecuadas según la edad y el momento de la vida.