Quien crea que Ernesto Valverde firmará con los ojos cerrados el año opcional que le queda -rubricó para dos temporadas y la posibilidad de una más opcional- es que no conoce al entrenador extremeño. Seguramente puede engañar su apariencia de persona frágil y dócil, pero Ernesto tiene una personalidad irrenunciable que bien conocen en el Athletic, donde supo domar a más de un ‘león’ descarriado.

En el club hace unos días se envió un globo sonda a través de los medios afines sobre la posibilidad de que más pronto que tarde se inicien las conversaciones con Valverde para negociar una renovación. Un globo que rápidamente se encargó de pinchar el propio Valverde, asegurando que no había hablado con nadie del club sobre este tema y que además ahora estaba totalmente centrado en la temporada.

Está claro que Valverde tiene alguna cuenta pendiente que discutir cuando se reúna con la plana mayor del club. La más grande, y que difícilmente olvidará, es el ultimátum que recibió en vísperas de la final de la Copa del Rey ante el Sevilla. Un medio reconocidamente oficialista publicó en portada que la junta se planteaba la destitución de Valverde si no se ganaba al Sevilla e incluso se atrevía a plantear la posibilidad de que fuera destituido aún ganando. La excusa era la herida abierta por la eliminación de la Champions ante la Roma.

Valverde, sus colaboradores y los futbolistas asumieron esta amenaza como una auténtica puñalada en la espalda. La reacción no pudo ser más contundente por parte del equipo y no solo en el terreno de juego, donde le clavaron un 5-0 al Sevilla. Durante la celebración del título, los jugadores ningunearon a los directivos que se habían desplazado a Madrid para ver el partido.

Messi e Iniesta celebran la victoria del Barça en la final de la Copa del Rey contra el Sevilla



Y es que de la temporada pasada hay dos cosas que el vestuario tiene clavadas: la derrota humillante ante la Roma en Europa y el ultimátum de la junta en la final de la Copa del Rey. Y no pasarán página tan fácilmente.

Pero hay más argumentos que Valverde pondrá sobre la mesa cuando el club le llame a la puerta en busca de una renovación. Para empezar la forma en que el club echó al secretario técnico, Robert Fernández. Amigo personal de Txingurri, Robert fue clave en su llegada al Barcelona. De hecho, el entrenador llegó a pedir públicamente en rueda de prensa su continuidad al ser una persona que tenía una gran complicidad con el cuerpo técnico y el vestuario. De nada sirvieron sus demandas porque el director general deportivo, Pep Segura, ya había sentenciado al de Bechí.

Esta no es la única vez que la junta ha pasado olímpicamente de Valverde. Nada más fichar por el Barcelona, el ex técnico del Athletic pidió encarecidamente la necesidad de reforzar la defensa con un nuevo central, dando el nombre del jugador de la Real Sociedad, Íñigo Martínez. Pues bien al final el club no solo hizo oídos sordos a su única petición sino que le trajeron un central colombiano en enero, Yerry Mina, que evidentemente al no entrar en los planes de Valverde apenas jugó unos minutos a lo largo de la temporada. La suerte en esta ocasión se alió con la entidad blaugrana porque su buen papel en el Mundial le abrió las puertas a la Premier y el Barcelona pudo sacar una buena tajada por el defensa.

Ter Stegen, Sergi Roberto, Sergio Busquets y Piqué, desolados en Roma



Valverde, consciente que esta directiva responde más al palo que a la zanahoria, tuvo que volver a salir a la palestra para frenar la posibilidad de hacer negocio con Ivan Rakitic. Parece que más de un miembro de la junta se frotaba las manos ante los cantos de sirena del PSG, que llegó a ofrecer 80 millones por el centrocampista croata. Valverde tuvo que dar un toque de atención público asegurando que aquí están “para ganar títulos y no para hacer negocios” para dejar con el culo al aire a más de uno.

Otro de los caballos de batalla de Valverde que no ha podido enderezar es la presión que recibe por parte del club para jugar amistosos en plena temporada o realizar giras de ultramar en verano. El técnico ya ha comunicado por activa y por pasiva que este tipo de iniciativas cuentan con un alto riesgo para los jugadores y no ayudan de cara a la competición oficial. Pues bien, la respuesta del club es plantear esta misma temporada un amistoso en Arabia Saudita a finales de diciembre y en enero un partido de Liga en Miami.

Bartomeu y Valverde, en la presentación del extremeño como técnico del Barça, en 2017



Todas estas situaciones dejan bien patente la falta de empatía de Valverde con la directiva. De ahí que las posibilidades de que Valverde renueve un año más, es decir hasta la temporada 2019/20, son a día de hoy más bien escasas. Valverde tiene más personalidad de lo que muchos de ahí dentro del club se creen y muy pronto se darán cuenta. Tiempo al tiempo.

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