Un público experimentado aguarda frente a una barra de pole dance. Algunos presentes fuman cachimba, otros beben gin-tonic.

–¿Dónde están las tías?– vocifera uno desde las butacas de la zona VIP.

Suena Mala mujer de C. Tangana y en el escenario no hay nadie. Las bailarinas –agolpadas en la parte trasera– se ponen unos guantes blancos y ensayan unos últimos pasos entre risitas. El espectáculo inaugural de San Valentín parece que está a punto de empezar. “Y ahora estoy desesperao”, dice la canción del rey del trap, como si las miradas de ciertos espectadores hablaran. Entonces, sí. Entre humo y aplausos –tras una larga espera– aparece la conocida estríper Chiqui Martí junto con “sus” bailarinas, que son las que dan vida a este nuevo club: Dollhouse.

UN TÍMIDO ESTRIPTIS EN LA BARRA

Tras la introducción a modo de cabaret, llega el plato fuerte: los estriptis en la barra de pole dance. El presentador menciona a "Milena" y una joven rusa sube al escenario con la mirada perdida, tímida. Entre paso y paso se despoja de prendas. Delantal, falda, sujetador, tanga. No titubea, sabe lo que hace. Uno del público silba, el resto calla: la discreción es mayúscula. Cuando termina el número, Milena –sin esbozar una sonrisa–, recoge la ropa y, tapándose el pubis, abandona corriendo el escenario. 

La primera actuación en el club Dollhouse de Las Ramblas / P. B. 



La apertura de este local de estriptis –con licencia de peep show– ha causado un gran revuelo mediático, político y vecinal. Con más de 1.200 metros cuadrados y un aforo para 400 personas se jacta de ser el más grande de Catalunya. Además, está ubicado en el corazón de la ciudad, en Las Ramblas, un punto ineludible para cualquier buen turista que visite Barcelona.

ALUVIÓN DE CRÍTICAS A ADA COLAU

Es por ello que, con más motivo que nunca, al Gobierno de Ada Colau le han llovido varias críticas. El distrito de Ciutat Vella afronta una delicada situación tanto por la inseguridad, los narcopisos, así como por el “monocultivo” enfocado al turista que busca juerga y desfase en la ciudad. Todo esto sumado a la expulsión vecinal que ha conllevado la subida de precios de alquiler y la expansión de los fondos buitre.

Además, la apertura de este local –que ya intentó hacer sus pinitos en la avenida Sarrià, pero fue clausurado– coincide con un nuevo modelo de Las Ramblas. El Ayuntamiento de Barcelona se comprometió a transformarlas y así “devolver a la ciudadanía uno de los ejes más simbólicos”. Sin embargo, los vecinos ven cómo proliferan los locales enfocados al ocio nocturno y no se fían ni un pelo del proyecto que choca con un restrictivo plan de usos.

LAS PROMESAS DE DOLLHOUSE

Pero la “casa de muñecas” aterriza en son de paz y se vende de forma amable tendiendo la mano a los vecinos. “El equipo de sonido se utilizará siempre a volumen muy moderado para respetar siempre y en todo momento el descanso”, puntualizan. Las promesas de Dollhouse no son pocas. Para empezar, quieren dejar claro que “los espectáculos son sensuales, artísticos y con gusto, descartando por completo la pornografía”.

La bailarina Chiqui Martí y sus compañeras actuando en el club Dollhouse de Las Ramblas / P. B.



Tampoco podrá entrar cualquiera al club. Sean locales o extranjeros, tendrán que tener cierto “nivel”. Los precios no dejan lugar a dudas: en la zona “reservada”, una copa de cava Benjamin Codorniu se vende por 80 euros y una botella Moët & Chandon por 1.800 euros. También inciden en que los shows serán “tanto para hombres como para mujeres”, aunque paradójicamente los espectáculos están protagonizados solo por mujeres, las denominadas “muñecas”.

MÁS ALLÁ DEL SHOW ERÓTICO

Por otro lado, habrá una tienda en el hall con artículos sensuales a modo de “calentamiento” y luego, en el interior, habrá un museo con objetos que repasarán la historia del erotismo en el último siglo. Aunque todo esto está por llegar.

Fuera del local, una imponente limusina de color rosa da la bienvenida a los invitados a la inauguración. Fuera, en una terraza de Las Ramblas, dos jóvenes turistas pagan la cuenta mientras se dan piquitos. La chica coge la rosa de su mesa con los vasos de sangría vacíos y ambos se levantan. Al fin y al cabo, la noche de San Valentín es joven. Para la pareja... y para los de dentro de Dollhouse.

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