Meg Ryan tuvo que repetir hasta 40 veces su (falso) orgasmo delante de la cámara para el filme Cuando Harry conoció a Sally. La escena –con apenas precedentes en el panorama cinematográfico– marcó un antes y un después en Hollywood y logró poner sobre la mesa el placer femenino: sí, las mujeres también nos corremos. Mucho ha llovido desde entonces. Ahora, en la era Instagram, la “revolución sexual” avanza, de la mano de la hiperexposición, hacia la “libertad” cargando con el peso del histórico e ineludible “tabú”.

En pleno revolcón feminista, surge la pregunta. ¿Hasta qué punto somos libres en nuestra sexualidad? “No hay equilibrio, hemos pasado de un extremo al otro: de la represión al neoliberalismo sexual”, valora la terapeuta y escritora Adriana Royo, en una conversación con Metrópoli Abierta.

¿LA MASTURBACIÓN FEMENINA TODAVÍA ES UN TABÚ? 

Con motivo del Día Internacional del Orgasmo Femenino, este medio ha preguntado a 80 mujeres activas sexualmente. Un 75 % de las encuestadas considera que la masturbación femenina sigue siendo un tabú. Sin embargo, una mayoría aplastante de las preguntadas reconoce haberse tocado alguna vez, incluso hay quienes lo hacen cada día.

Algunas mujeres se masturban todos los días



No solo eso, sino que más de la mitad asegura disfrutar más de los orgasmos en la soledad de su habitación que con sus parejas sexuales. Por otro lado, también inciden en la facilidad de llegar al orgasmo y en su autoconocimiento: la mayoría sabe lo que quiere en la cama aunque no todas se atreven a indicárselo a sus parejas sexuales.

OBSESIÓN POR LLEGAR AL ORGASMO

¿La libertad juega a favor nuestro o en contra? “Algunas mujeres utilizan una máscara para decir que disfrutan del sexo pero en realidad es solo un autoengaño”, comenta Royo. “Se ha creado una especie de obsesión por el orgasmo y parece que ahora, para ser libres, todas tenemos que practicar sexo anal o tener squirts”, exclama más adelante. Una obsesión que ha desembocado, por ejemplo, en el uso patológico de juguetes eróticos. “Muchas pacientes me confiesan que con sus parejas no llegan al orgasmo porque no lo hacen igual de bien que su juguete favorito”, revela. “¡Están enganchadas!”, sentencia.

Llegar al orgasmo preocupa a muchas mujeres



EL JUGUETE ERÓTICO QUE ARRASA

Iraia Membrive, impulsora de la tienda erótica Vitae Store –en el corazón de Gràcia– coincide. El juguete estrella –el fast food del placer– se llama satisfyer, también conocido como “succionador”. Parece una maquinilla de afeitar pero, nada más lejos de la realidad, es “un aparato que envía ondas al clítoris por completo”. Su método no falla: la que lo prueba llega al orgasmo en cuestión de segundos o pocos minutos, incluso sin estimulación previa. Hay clientas que entran y ya van a lo seguro. “Me da pena porque para mí es más importante el camino de la exploración”, explica la emprendedora a este medio. “No hay que confundir el concepto de libertad femenina ni dejar que el mercado se aproveche”, apostilla.

Productos en la tienda Vitae Store / PAULA BALDRICH



Según Lelo, la reconocida marca sueca de juguetes eróticos de lujo, entre el 40 % y el 60 % de las mujeres se masturba, porcentajes muy bajos comparados con los datos en hombres: entre el 95 % y el 99 % lo hacen. La cotidianidad indica que, mientras muchas mujeres disfrutan del clímax en secreto y casi con vergüenza, muchos hombres se enorgullecen de pajearse e incluso lo comparten con amigos sin pudor.

LA MIRADA SÍ IMPORTA

La mirada en la sexualidad, así como la educación, ha sido siempre determinante. Así lo reivindica, por ejemplo, Miriam Cahn en la exposición que justo ahora acoge el Museo Reina Sofía. En una de sus obras aparece una mujer con velo, desnuda y despatarrada. Entre el vello púbico salta a la vista un clítoris mayúsculo. La posición y el encuadre desafían el punto de vista contrario que adoptó Gustave Courbet siglos atrás en su archiconocido cuadro El origen del mundo. Más cerrado, más irreal.

Imagen de una de las versiones del cuadro de Miriam Cahn



Igual que la pintora suiza, otras personalidades españolas inspiran a jóvenes para romper con las barreras y vivir su sexualidad de forma natural. Es el caso, por ejemplo, de la artista Paula Bonet o la (inclasificable) performancer Sofía Rincón; la fotógrafa Sofia Massiello, más conocida por su nombre artístico Thrown Photos; Claudia Sahuquillo, fundadora del movimiento de body painting Skin Is The New Canvas; Venus O’Hara, probadora de juguetes eróticos; o Amarna Miller, activista y ex actriz porno. Entre otras tantas.

“La gente se pone nerviosa por ser libre. No sabe lo que quiere. Sin embargo, lo bueno del feminismo como moda es que por lo menos hay quien se lo plantea”, relata Royo. No obstante, según su perspectiva, sigue siendo necesario un espíritu crítico para no caer en “la robotización” y así dejar de ser “maltratadas y apartadas”.

El origen del Día Internacional del Orgasmo Femenino radica –¿paradójicamente?– en Brasil. Cuando todavía no había llegado Jair Bolsonaro al poder, en el año 2006, el concejal de Esperantina, José Arimateia Dantas Lacerda, impulsó una ley para defender el placer sexual en las mujeres y abordarlo como una cuestión de salud pública. La idea dio la vuelta al mundo a través de las redes sociales y, así, se decidió que el 8 de agosto sería el día en el que obtendría una especial visibilidad al orgasmo femenino. Porque pese a los avances, aún hoy, sigue siendo una suerte de “tabú” con vocación de “libertad”.

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