‘Material sensible’: el sobrecogedor testimonio de los abusos sexuales
El espacio Chiquita Room muestra el resultado de un taller fotográfico con cinco mujeres únicas
28 octubre, 2019 00:00Noticias relacionadas
Va más allá de las palabras. Son imágenes profundas que sirven –en cierto modo– para hacer las paces. A través de los símbolos, las sensaciones y las emociones, las protagonistas de esta historia muestran una realidad tan atroz como lo son los abusos sexuales en la infancia. Cada una la suya. Bea, Isha, Mireia, Beatriz y Momo rompen su silencio en esta sobrecogedora exposición que lleva por nombre Material Sensible y se aloja en el espacio artístico Chiquita Room desde el 24 de octubre al 9 de noviembre, de la mano del Área de Educación de la Fundación Photographic Social Vision y la Fundación Vicki Bernadet.
Las participantes en el taller –en este caso solo mujeres– han utilizado la fotografía como herramienta de expresión creativa en la que cada una ha reconstruido su relato personal. Esta técnica permite a las personas no familiarizadas con este medio conectar con su capacidad creativa y utilizarla para expresar y describir sus experiencias mediante las imágenes.
SENSIBILIZAR SOBRE UNA REALIDAD DESCONOCIDA
Con el fin de sensibilizar a la sociedad sobre una realidad oculta, han plasmado un trauma y el propio proceso en sí les ha ayudado a reparar su identidad. “Ha sido como una especie de terapia”, explican entre risas y lágrimas durante la presentación. Cada una de las imágenes evoca momentos personales, íntimos, sugerentes, metafóricos, de las protagonistas que quieren “romper con el pasado”.
“En esta parte muestro cómo era mi vida anterior”, dice Bea señalando las fotografías de su instalación. “Me tapaba la cara para no ver a mi abusador, que me llevó a drogarme y prostituirme”, detalla con voz temblorosa. “Ahora, en el presente, he dejado la mala vida y me he acercado de nuevo a mi familia”, muestra. “Con la fotografía se lo he podido explicar a mi hijo”, desvela. Silencio. “Y así me veo en un futuro”, indica al final. Aparece posando frente a la cámara sonriente, floreciendo, con “todo más claro”.
50% DE LAS VÍCTIMAS DE ABUSOS SON MENORES
La denuncia de abusos sexuales se ha incrementado un 30% en España desde 2012, según datos del Ministerio del Interior de 2017. De estos, el 50% de las víctimas son menores. Uno de cada cinco niños o niñas sufre algún tipo de abuso sexual antes de los 17 años.
Cerca del 85% de los abusos se producen en el entorno familiar, lo que dificulta la denuncia, y además, en su mayoría, las víctimas son mujeres. Las personas alegan tener miedo de que no las crean, vergüenza o temor a causar problemas en su núcleo familiar. El 60% de ellas no recibirá nunca ayuda, convirtiendo ese abuso en una experiencia traumática que repercutirá de forma negativa en su desarrollo físico y psicológico.
UNA INFANCIA ARREBATADA
En el caso de las protagonistas, el abuso les arrebató su inocencia como niñas y eso marcó el resto de sus vidas. Ellas, con diferentes historias, vivencias, orígenes y estratos sociales, han sido el blanco de los abusos. Ahora son ellas las que disparan con la cámara hacia todos esos temores y fantasmas.
Las profesionales Alice Monteil y Mireia Planes, del Área de Educación, con la psicóloga Núria Grau de la Fundación Vicki Bernadet, han acompañado a las mujeres durante más de medio año en su proceso de recuperación, ofreciendo la fotografía como una herramienta para contar sus historias y romper el bucle que las sitúa como víctimas. Así, se convierten de nuevo en protagonistas de sus propias vidas.
LA FOTOGRAFÍA COMO TERAPIA
La fotografía participativa, metodología de trabajo que hace años que Photographic Social Vision practica, permite a las personas en situación vulnerable conectar con sus recursos personales y utilizar la fotografía para reconstruir sus historias a través del arte. Trabajar en el taller desde un marco inicial de libertad, absoluta confidencialidad, respeto y acompañamiento, permite a las personas que forman parte de él, abordar con mayor confianza sus procesos y abrirse a la propia sorpresa en la evolución.