El origen del nombre de la Plaça de les Glòries
El que iba a ser el centro de Barcelona ha terminado siendo una de las plazas más transitadas de la ciudad
9 noviembre, 2019 17:23Noticias relacionadas
La Plaça de les Glòries es uno de los espacios más conocidos de toda la ciudad de Barcelona. Por sus propios vecinos, por la congestión del tráfico que provocan sus interminables obras. Para los turistas, por contener uno de los principales atractivos, la característica torre Agbar. La gran cantidad de tráfico que suele albergar se debe a que sobre ella confluyen tres de las principales arterias de la ciudad: la avenida Diagonal, Meridiana y Gran Vía de Les Cortes Catalanes.
Fue precisamente Ildelfons Cerdà, el conocido urbanista que diseñó el Eixample barcelonés, la persona que se propuso convertir esta plaza en el epicentro de la ciudad. Sin embargo, en su construcción pronto empezaron los problemas. Las vías del tren hicieron que el espacio no pudiera ser ni cuadrado ni rectangular, por eso tiene la forma poligonal con la que cuenta. Su nombre se debe a Victor Balaguer, una de las figuras principales de la Reinaixença, quién la bautizó como la plaza de les Glòries Catalanes. Y hace referencia a las glorias cívicas y militares de Cataluña.
UN PROYECTO DE MULTITUD DE OBRAS INACABADAS
La realidad es que la Plaza de les Glòries nunca ha terminado de encajar a la perfección en el horizonte urbanístico de la ciudad. Por ello, siempre ha sido objeto de multitud de obras de reconstrucción y rediseño del espacio. Principalmente, destacan dos: en el año 1951 el gobierno franquista aprobó un plan específico de remodelación. Su objetivo era potenciar el rol de la plaza, diferenciando la ciudad en dos zonas. Por un lado, la parte superior de la Gran Vía iba a tener un carácter residencial. La parte inferior, un diseño industrial. Sin embargo, el plan no llegó a materializarse de la manera en la que inicialmente estaba previsto.
La segunda remodelación que recibió fue en la década de los 60, durante los años de 1953 a 1973. El diseño contemplaba la implantación de un anillo que contribuyera a redirigir el tráfico, sin embargo, finalmente las obras quedaron únicamente plasmadas en la construcción de una serie de pasos elevados que mejoraran la convivencia de los coches con el tranvía que circula por la ciudad.