Dos ancianos en una comida de Navidad organizada por Amics de la Gent Gran / AMICS DE LA GENT GRAN

Dos ancianos en una comida de Navidad organizada por Amics de la Gent Gran / AMICS DE LA GENT GRAN

Vivir en Barcelona

Así combaten los ancianos la soledad en Navidades

Una iniciativa de la Fundació Amics de la Gent Gran permite a diferentes personas compartir las fiestas

28 diciembre, 2019 00:00

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Jose Sagarruy y Maria Benac llevan 75 años celebrando juntos la Navidad. El sábado pasado fueron a la comida navideña organizada en el Hotel Icaria por la Fundació Amics de la Gent Gran, que cuenta con el apoyo de la Fundació Agbar. La voluntaria que acompañó a este matrimonio, Inés Casas, cenó la pasada Nochebuena con ellos. Y la voz de Sagarruy denotaba que estaba a punto de estallar de alegría.

“Resulta que está sola y como nosotros también estamos solos, comeremos juntos. De esta forma nosotros tendremos compañía y ella también”, ha contado a Metrópoli Abierta desde el otro lado del teléfono.

Estos dos ancianos, de 93 y 92 años, viven solos en Barcelona. Sagarruy ha indicado que “ahora que mi señora ha perdido la memoria –alzhéimer–, yo cuido de ella”. Es por eso que no pasa día sin valorar todo el apoyo que recibe, desde enfermeras del Ayuntamiento de Barcelona que le ayudan en casa al acompañamiento que recibe por parte de Amics de la Gent Gran. “En la comida me gustó todo. Pero sobre todo la hermandad que se respiraba y la amabilidad de todos los voluntarios”, ha añadido. 

COMBATIR LA SOLEDAD

El acontecimiento del que habla Sagarruy se encuadra en la campaña de Navidad de la Fundació Amics de la Gent Gran, que también ofrece a personas de la tercera edad acompañamiento individual y en grupo el resto del año. Entre el 12 y el 21 de noviembre organizó 19 comidas en 15 ciudades de Cataluña a las cuales asistieron 1.700 ancianos y voluntarios. 

Según datos del Institut d’Estudis Catalans (IDESCAT), más de 175.000 personas de edad avanzada conviven con diferentes grados de soledad no deseada en Cataluña. La meta de esta iniciativa no es otra que contrarrestar esta realidad ofreciéndoles todo el calor que puede llegar a desprender esta época del año.

Un amparo que también es posible gracias al apoyo que les ofrece la Fundació Agbar. “Las actividades de socialización para personas de edad avanzada sirven para luchar contra la soledad y el aislamiento social, reforzando su autoestima y fortaleciendo su red social de apoyo”, comunicó recientemente su director, Eduard Pallejà. Por su parte, a Casas participar en este tipo de voluntariados le ha hecho sentir que “la soledad en los mayores es un problema de base que se debería combatir desde más lados aparte del voluntariado”.

EL PASADO

Para Sagarruy, comparar como vivía las fiestas de pequeño a como lo hace en la actualidad, “es como hablar de una noche oscura y un día de sol espléndido”. Cuando la Guerra Civil estalló a sus 10 años, tuvo que dejar la escuela para después empezar a trabajar en el campo de su pueblo natal: Veralta de la Sal, situado en La Franja de Aragón. Las Navidades las pasaba en casa, cerca del fuego junto a sus padres y hermanos. “Éramos unos críos. Con toda la ilusión poníamos los zapatos en el balcón y nos regalaban dos bellotas y cuatro higos. No había un duro. Pero eso sí, teníamos la compañía de los unos y los otros”, recuerda.

En 1954 Sagarruy y Benac se casaron. Aunque su familia no estaba conforme con aquel matrimonio, a él no le importó, “estaba –y estoy– enamorado de ella”. El 29 de enero de 1956 Sagarruy y Benac llegaron a Barcelona con "1.000 pesetas en el bolsillo y una maleta". El lugar donde él no solo se ganó la vida como instalador de suministros, personal de mantenimiento de la empresa Olivetti y propietario de una empresa de maquinaria de pintura, también donde encontró otro hogar alejado de sus orígenes.

NAVIDAD 2019

La ardua historia de vida de Sagarruy es una de las razones por las cuales valora tanto haber compartido el pasado sábado una comida con “muchísimos abuelos” y haber puesto un tercer plato en la mesa por Nochebuena. Para cenar preparó un pica-pica, donde había dátiles con bacon y jamón, unos canelones de pato y cava, turrón y “todo eso”.

“Lo preparé todo porque mi mujer no puede. En casa siempre cocino, limpio y cuando tengo ratos libres escribo poesías, que me encanta”, agregó Sagarruy al hablar de una cena que, para Casas es un win-win. “Seguramente les ayudo con este acompañamiento, pero ellos también a mí. No tengo a mi familia en la ciudad. Cuando acepté su propuesta le cambió la cara”, sentenció.