Entre las calles Barra de Ferro y dels Vigatans, en el barrio de la Ribera, se abre la calle de La Carassa, conocida por la careta con rostro de mujer incrustada en la fachada de un edificio, de ahí su nombre. Aunque no todas las versiones coinciden. Lluis Permanyer afirma que la denominación se debe a un rico habitante de la Barcelona medieval llamado Bernat Carassa.

Una mujer cruza la calle de la Carassa / PABLO MIRANZO



 

Según Oriol Bohiga, la carassa procede de un desprendimiento de la catedral, y de ahí fue recogida y trasladada a su actual emplazamiento. La carassa servía para indicar que en el edificio se ejercía la prostitución. Esa forma de reclamo de clientela tendría su origen, tal y como explica Joan Amades, en el siglo XVII, con la llegada de soldados extranjeros, que con un señuelo tan sencillo como una careta podía identificar fácilmente los lupanares de la ciudad condal. Un uso similar tenía otras caretas de piedra, como la del Papamosques, entre la calle de las Mosques y Flassaders.

 

La calle fue centro de una intensa polémica en la década de los ochenta del siglo XX. En 1983 el ayuntamiento ordenó la demolición de parte del edificio en el que se localizaba la carassa, pese a que se encontraba dentro del Catálogo Municipal de Edificios Histórico-Artísticos de 1962 y 1977. Juan Bassegoda Nonell defendió la integridad de la construcción, un edificio gótico construido a finales del siglo XVI que aparecía en todas las guías de la ciudad de Barcelona: desde la de Antonio de Bofarull (1847) pasando por la de Víctor Balaguer (1865) hasta llegar al Catálogo Monumental de Barcelona de Ainaud Gudiol (1947).

 

Gente camina por la calle de la Carassa en el barrio de la Ribera / PABLO MIRANZO



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