Te quisimos mucho, John
Ramón de España recuerda los trabajos del cineasta John Cassavettes, que se proyectan en la Filmoteca
16 enero, 2021 00:00Noticias relacionadas
Durante este mes de enero culturalmente machacado por el coronavirus, lo mejor que puede hacer el cinéfilo barcelonés es acercarse por la Filmoteca y tragarse el estupendo ciclo que Esteve Riambau y su alegre pandilla le están dedicando al cineasta independiente John Cassavettes (Nueva York, 1929 – Los Ángeles, 1989), quien también trabajó como actor para llegar a fin de mes (¿le recuerdan en La semilla del diablo como atribulado esposo de Mia Farrow?), dado que sus largometrajes, alabados por la crítica, nunca lograron interesar gran cosa al espectador medio. Alejado de Hollywood, conceptual y literalmente, Cassavettes fabricó un cine de sentimientos que caló hondo en todos aquellos que no solemos morirnos de ganas de ver la última aventura de Wonder Woman o los X Men.
Lo suyo fue el arte y ensayo a la americana, para el que siempre contó con una especie de compañía estable -costumbre compartida con otros cineastas tan variopintos como Rainer Werner Fassbinder o Christopher Guest- en la que solían figurar personajes como Ben Gazzara, Seymour Cassel o su propia esposa, Gena Rowlands (curiosamente, la mejor frase de Rowlands no se encuentra en ninguna película de su marido, sino en una de Woody Allen, Another woman, en la que se hacía una pregunta que nunca he conseguido responderme: “Un recuerdo, ¿es algo que se tiene o algo que se ha perdido?”.
FALSO 'THRILLER'
Los fans de Cassavettes solemos discrepar a la hora de elegir nuestras favoritas entre sus películas. Hay devotos de las primeras, Shadows o Husbands, que a mí me resultan algo morosas. Los hay que ignoran aquellas en las que no aparece Gena Rowlands. En mi caso -por si le sirve a algún lector-, las que más me gustan son A woman under the influence (1974) y Love streams (1986), aunque tampoco le hago ascos a The killing of a chinese bookie (1976), falso thriller de una contundencia muy notable.
En las dos primeras, Rowlands interpreta a sendas locas fascinantes capaces de alegrar y amargar la vida a quien se enamore de ellas. Son unas actuaciones impresionantes e hipnóticas que, pese a su extravagancia, huelen poderosamente a realidad, como si la actriz o el director o ambos hubiesen conocido a seres de carne y hueso y lágrimas que sirvieron de inspiración para fabricar a esos dos personajes enternecedores, aunque a menudo irritantes: dos mujeres perturbadas que se revelan contra la vida que les ha tocado y lo hacen a su manera, sin pararse a pensar en las catástrofes que su actitud, basada en algo tan imposible como el anhelo de una catarsis permanente, puede precipitar.
CARNÉ GRATIS
Hace mucho que no veo A woman under the influence y Love streams. Así que cualquier día de éstos me dejo caer por la Filmoteca a disfrutarlas de nuevo en pantalla grande. A ese respecto, gracias, Esteve, por enviarme el carné para acceder gratis a la noble institución que diriges: pienso hacer que me cunda. Y ustedes, queridos lectores, no se pierdan el ciclo Cassavettes. Aunque sea pagando porque no escriben en los papeles. O en la red, mejor dicho.