Cae la noche en la colina de Montjuïc, entre el castillo y la Ronda Litoral, en la zona conocida como el Morrot –una de las principales reservas naturales y de biodiversidad de Barcelona–. Una enorme linterna se activa y gira y gira sobre sí misma, en un guiño perpetuo al mar, para guiar a los barcos que entran en el puerto.
Es el faro del Morrot. Entró en servicio en 1906 con una lámpara de petróleo sobre una estructura provisional y con el objetivo de sustituir al faro del Llobregat y al viejo faro de Barcelona. La construcción del nuevo edificio, que se encargó al ingeniero José Cabestany, no se aprobó hasta 1917, aunque las obras no empezaron hasta cinco años más tarde porque no había nadie a quién adjudicar el proyecto.
CAN TUNIS
El acceso al faro es algo complicado. Solo se puede llegar por un estrecho tramo restringido al personal autorizado del puerto que parte de debajo de la ronda del Litoral, a los pies del cementerio, en lo que en otro tiempo fue el supermercado de la droga de Can Tunis. La ruta obliga a cruzar la vía del tren hasta la base del acantilado, junto a la vieja fábrica textil Riviere. Desde allí sigue por un camino asfaltado y se abre entre chumberas, eucaliptus y zarzas a través de la cantera de la que salieron las piedras con las que se construyeron muchos edificios emblemáticos de la ciudad.
Al final del camino se alza el faro, un edificio de ladrillo rojo de dos pisos y de planta rectangular construido para albergar la linterna y a la persona que se encargaba de su funcionamiento y vigilancia. El último farero abandonó la torre en el 2000 y, desde entonces, funciona de manera automatizada.
CENTRO DE CONVENCIONES DESCARTADO
En 2007, después de siete años de la salida del último farero, se llevó a cabo la rehabilitación exterior. También se inició la reforma interior para adaptarlo y convertirlo en un centro de convenciones, pero el proyecto no se pudo llevar a término por el menoscabo medioambiental que suponía, ya que la instalación se encuentra en zona natural protegida.
AVISO IMPORTANTE: ¡No se puede visitar!
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