"Lo cambiamos todo para que parezca que no ha cambiado nada". Con esta filosofía, el restaurante Els Pescadors, ubicado en la plaza Prim del Poblenou, ha resistido al coronavirus y ha mantenido la esencia que le ha definido durante 40 años. Desde 1982, este establecimiento –que anteriormente era una taberna de pescadores– ha estado bajo la tutela y dirección de Pep Maulini y Toia Duran, que se han adaptado a los nuevos tiempos sin perder la tradición.
Su hijo, Marc Maulini, se hizo con una tercera parte en la empresa en agosto de 2020, el año en que la pandemia desestabilizó todos los planes de la restauración barcelonesa. "Nos tomamos el parón como una oportunidad", explica Marc a Metrópoli. Después de un periodo de cambios durante los meses de inactividad, Els Pescadors ha podido recuperarse, sobre todo, gracias al apoyo del público barcelonés. "Nos hemos dado cuenta de que no dependemos tanto del turismo como creíamos", asegura Maulini.
LOS ORÍGENES
Todo empezó el 21 de marzo de 1980, cuando Toia Duran, la madre de Maulini, fue a visitar el local en el que hoy en día se emplaza el restaurante, con el objetivo de "comprar las mesas de mármol que aún utilizan a día de hoy" para montar un nuevo negocio. No obstante, la esencia del establecimiento "le conquistó" y decidió que era el lugar idóneo para arrancar su nuevo proyecto.
Detrás de Els Pescadors hay una gran tradición pesquera. De hecho, en el local todavía se conservan las mesas de mármol y los bancos de madera adosados a la pared, donde solían reunirse los pescadores y trabajadores del Poblenou. En este sentido, siempre se ha querido "mantener la esencia de aquello que fue".
ESENCIA HISTÓRICA
Ahora, con la progresiva mejora de la pandemia en la ciudad, el copropietario espera que todo siga su rumbo y tirar adelante con su histórico restaurante "sin perder la esencia de aquello que fue". No obstante, Marc Maulini insiste en que es necesario avanzar al mismo tiempo que evoluciona la sociedad para que "nadie note los cambios".
Según Maulini, los clientes acceden al restaurante y ven "que todo sigue igual". Esto, según él, se explica porque se preocupan por "el mantenimiento de la sala, la ventilación, la insonorización" y todas las novedades que van incorporando. Respecto a su oferta culinaria, insiste en que la experiencia quiere transmitir una Barcelona "pesquera y sencilla". El objetivo es lograr que los clientes regresen, por unas horas, "a un pasado sinónimo de calma y paz".
'DELIVERY' EN PANDEMIA
El coronavirus fue un golpe muy duro para la restauración en general. Los locales barceloneses se vieron obligados a adaptarse al cambio y muchos de ellos apostaron por el concepto delivery, un modelo que ha llevado al éxito a diversas cadenas pero que, en el caso de Els Pescadors, el take away no permitía transmitir la experiencia deseada a los comensales.
"Nosotros vendemos mucho más que platos", dice el copropietario. "El lugar en el que se encuentra, una plaza emblemática del Poblenou, y las instalaciones del emplazamiento también son parte de nuestro producto", explica. Por ello, el hecho de "entregar una bolsa en la puerta" no concuerda con la esencia que el restaurante trabaja tanto por mantener.
PÚBLICO BARCELONÉS
De hecho, a día de hoy, el encargado agradece "no haber implementado el sistema de delivery" porque asegura que es mucho más satisfactorio haber vuelto "como siempre" y, además, con una gran acogida de la clientela. En este sentido, Maulini considera que la pandemia ha hecho que el público valore más "los productos locales".
Además, explica que los barceloneses no tienen una "cultura de salir" tan arraigada como en otras zonas de España. "Las noches en Barcelona son terroríficas", explica el profesional de la restauración. No obstante, asegura que ahora se notan "las ganas de volver a las calles" y, lo más importante, "la voluntad de regresar a los establecimientos de confianza".
PRODUCCIÓN PROPIA
Otra de las consecuencias de la pandemia , según Maulini, es que los ciudadanos tienden a valorar el producto local. "El covid ha revalorizado aspectos que para nosotros ya eran fundamentales antes del confinamiento", explica.
Según cuenta el copropietario, en Els Pescadors siempre trabajan con distribuidores familiares y de calidad. Todo tipo de salsas, confituras y condimentos son de elaboración propia. "Durante el tiempo que estuvimos cerrados trabajamos, sobre todo, en la elaboración de conservas. Al hacerlo todo nosotros, nunca llegamos a parar la actividad de forma total", explica.
PLANTILLA Y RECONOCIMIENTO
A pesar de que desde el restaurante fueron capaces de encontrar la parte "positiva" al cierre de la restauración, Maulini reconoce que gestionar los ERTE de la plantilla y sostenerse con fondos propios –no recurrieron a ningún tipo de préstamo– ha sido un "reto" para el establecimiento.
No obstante, gracias a la inyección propia, Els Pescadors pudo resistir y, durante el pasado abril –cuando la pandemia parecía relajarse– pudieron contratar a más trabajadores. Y es que, detrás de lo que parece ser "un pequeño restaurante familiar", hay 22 empleados que consiguen que la historia del restaurante de la mítica plaza del Prim no decaiga y siga siendo reconocido por los barceloneses "como un lugar seguro y de calidad".