El manguito rotador es un grupo de cuatro músculos (Supraespinoso, Infraespinoso, Redondo Menor y Subescapular) que rodean la cabeza del húmero que permiten realizar la acción de elevar y rotar el brazo.
Las lesiones del manguito rotador se producen fundamentalmente de forma traumática, tras una caída o un esfuerzo, o por el deterioro progresivo provocado por el paso de los años, que es la más habitual.
PERSONAS MAYORES Y DEPORTISTAS
Los pacientes que más atención requieren son las personas mayores que sufren una luxación de hombro, puesto que en más de la mitad de los casos se produce una avulsión o desgarro de los tendones que exigirá proceder a su reparación con mayor probabilidad.
En pacientes jóvenes, en cambio, los problemas del manguito son más prevalentes en deportes de lanzamiento como el tenis, béisbol y algunas disciplinas del atletismo, por el entrenamiento con pesas o por traumatismos de alta energía o tracción brusca.
Las profesiones de esfuerzo, sobre todo en el sector servicios, son las que desencadenan con más frecuencia problemas de manguito rotador de forma prematura.
INFLAMACIÓN O ROTURA
Los síntomas del manguito rotador son muy característicos. Suele ocasionar un dolor con la actividad irradiado a la cara lateral o anterior del hombro, y que despierta por la noche; en el caso de las roturas, se puede acompañar de crepitación y pérdida de fuerza.
Hay que distinguir entre la simple inflamación y la rotura del tendón. La inflamación, denominada tendinopatía, generalmente se resuelve con tratamiento conservador, mientras que la rotura es la que más riesgo de progresión tiene.
EMPEORAN SI NO SE TRATAN
Curiosamente el grado de dolor e incapacidad no está en relación directa con el tipo o tamaño de la lesión, puesto que hay pacientes con roturas completas asintomáticos y, por el contrario, pacientes con lesiones parciales con gran dolor y dificultad.
Es aconsejable vigilar la progresión de estas lesiones e incluso tratarlas quirúrgicamente antes de que empeore, ya que una vez se daña el tendón éste ya no cicatriza. Incluso en los deportistas con roturas completas con el tiempo aumentan el dolor y las limitaciones físicas.
ACUDIR AL ESPECIALISTA
En todos los casos se recomienda acudir pronto al especialista para que determine mediante una resonancia nuclear magnética (RNM) o una ecografía, el tipo y alcance de la lesión, además de descartar el daño de otras estructuras del hombro que pueden simular los mismos síntomas.
La base del tratamiento conservador incluye reposo activo, discontinuidad en los esfuerzos que originaron los síntomas y un programa de ejercicios de re-centralización de la cabeza humeral, enfocado en trabajar los músculos del manguito rotador y la escápula. Las infiltraciones pueden ser eficaces también para disminuir el dolor y mejorar la tolerancia al programa de ejercicios, pero no van a producir regeneración de la lesión.
ELEVADA TASA DE CURACIÓN
Un reciente estudio con 1.600 pacientes que analizó el porcentaje de curación por grupos de edad en roturas de tamaño medio determinó que las probabilidades de éxito de la reparación eran del 95% en pacientes de 50 a 60 años, pero incluso en mayores de 80 años la tasa de curación era cercana al 65%. Estos datos concluyen que, cuando el tratamiento conservador fracasa, la intervención vía artroscópica tiene una elevada tasa de curación.
En ocasiones es necesario el uso de técnicas más complejas como las transposiciones o injertos. De ahí la importancia de no tratar las roturas demasiado tarde cuando ya se ha instaurado atrofia grasa a nivel del músculo.
Respecto a la rehabilitación postoperatoria por lo general se mantiene el brazo inmovilizado en cabestrillo entre cuatro y seis semanas. A partir de ese momento se va progresando en la movilidad y en la fuerza, alcanzando un nivel de actividad próximo a la normalidad entre los cuatro y seis meses en función del paciente.