¿Un arrepentimiento de los organizadores del Primavera Sound que llegará en diferentes etapas? Es la percepción que tiene el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, tanto los responsables del área de Cultura, en manos del teniente de alcalde Jordi Martí, como los titulares del área de Turismo, que dirige el socialista Xavier Marcé. La mala experiencia de este pasado viernes, que ha obligado a pedir disculpas a los responsables del evento, y la idea de que se quiere vender que Barcelona no quiere el festival, mientras que tampoco se concreta cómo se realizaría en un emplazamiento a 26 kilómetros de Madrid, deja en una mala posición a sus portavoces.
“Somos conscientes de que los problemas en los servicios de barras de este viernes y os pedimos disculpas, trabajamos sin descanso para solucionarlos”, ha señalado la dirección. Ese ‘fracaso’ en el inicio del festival, que evidencia “una falta de previsión”, en palabras del equipo de gobierno, vino precedido de un comentario lapidario del codirector del festival, Gabi Ruiz: “El problema con Barcelona es que no nos quiere, directamente es eso. Este gobierno municipal, formado por dos partidos, no nos quiere”.
El foco ya no se pone sobre el PSC, reticente a que el programa doble –dos fines de semana, cuando antes de la pandemia era uno solo—tuviera una incidencia nefasta entre los vecinos del Fòrum (Sant Martí, uno de los feudos socialistas en el municipio), sino también sobre los comunes. Ello significa, según fuentes del gobierno municipal, que los organizadores “son conscientes de sus errores”.
LA EXTRAÑA VISIÓN DEL PRIMAVERA SOUND
Jordi Martí, teniente de alcalde, y responsable del área del Cultura, considera que no se puede hablar de problemas concretos, porque se solventaron con el Primavera Sound. Cuando Ada Colau se comprometió con el festival, abriendo la posibilidad a que ese programa doble se pudiera generalizar en los próximos años, justo en ese momento, como se manifestó en los últimos meses, Gabi Ruiz anunció en una entrevista en La Vanguardia que se podrían trasladar a Madrid. Esa posibilidad no contrarió a los dos partidos que gobiernan Barcelona, pero sí las declaraciones y las contradicciones del Primavera Sound. Xavier Marcé, responsable de Turismo, considera que todos los festivales tienen esa dimensión plural, con el ánimo de generar eventos en distintas ciudades. Nada que objetar, pero sí esa “extraña” visión de que Barcelona no quiere el Primavera Sound.
Marcé considera que la política comunicativa también es un error. “Hay un mural enorme en la entrada del Fórum donde se reproduce el famoso beso de Brezhnev y Honecker ahora en versión Colau y Ayuso como si el debate entre la capacidad de acogida de Madrid y de Barcelona fuera un pulso a corregir a favor del progresismo y la empatía cultural. Que disparate”, asegura, como señala en este artículo para Metrópoli.
El problema de fondo es la necesidad del Primavera Sound de revertir con celeridad lo perdido o lo no ganado durante la pandemia del Covid. Ello explica esos errores en la prestación de los servicios adecuados en esta primera edición, tras el parón de los dos últimos años. Sin embargo, se ha puesto en cuestión un equilibrio urbano, que defienden ahora al unísono los dos partidos del Ayuntamiento: la necesidad de tener en cuenta a los vecinos, la seguridad de los recintos y el entorno urbano, porque el Primavera Sound se celebra en el centro de la ciudad, a diferencia del municipio en el que piensan los organizadores en Madrid, situado a 26 kilómetros.
¿CHANTAJE MAL UTILIZADO?
Marcé no se muerde la lengua al presentar esa situación como algo que no quiere ver el festival: “El Primavera, aunque no quiera entenderlo, ha puesto a prueba la fragilidad de este modelo urbano, lo cual, aunque pueda convenir a su estrategia de crecimiento es social y culturalmente desacertado”.
Sí hubo un distanciamiento entre comunes y PSC cuando la alcaldesa Ada Colau se precipitó al prestarse a los requerimientos del Primavera Sound, sobre ese doble programa –dos fines de semana al año—, mientras que los socialistas deseaban estudiarlo con más detenimiento, primero para no crear un sentimiento de agravio en los otros festivales musicales de la ciudad, pero también para preservar a los vecinos del Fòrum, que reciben un impacto negativo esos días, por la contaminación acústica y la suciedad que se genera en el entorno urbano.
Ahora, sin embargo, es el Primavera Sound el que se ha encontrado con un posicionamiento conjunto de los dos socios de gobierno. “No hablaría de chantaje, pero son los organizadores del evento los que deben saber qué quieren exactamente”, señala Jordi Martí.