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Síndrome de Gilles Tourette: En qué consiste, sus causas, sus síntomas y su tratamiento
Es un trastorno del sistema nervioso caracterizado por movimientos o sonidos repetitivos llamados tics que no se pueden controlar
13 junio, 2022 00:10Noticias relacionadas
El síndrome de Gilles Tourette es un trastorno neuropsiquiátrico hereditario que provoca movimientos o sonidos repetitivos y fuera de lo normal, llamados tics. Estos son prácticamente imposibles de controlar.
Los síntomas pueden variar de leves a graves. Los graves pueden interferir significativamente con la comunicación, el funcionamiento cotidiano y la calidad de vida. Si son muy leves, distorsionan muy poco la cotidianeidad de las personas afectadas, de manera que ni siquiera consulten con el neurólogo. Sin embargo, sí pueden tener una repercusión psicológica o incluso en los ámbitos académico, laboral, social o personal.
LAS CAUSAS
Aunque todavía no se conocen todos los factores causantes de los tics, se sospecha que pueden deberse a factores genéticos, ambientales, perinatales o autoinmunes. Es muy frecuente además que haya una herencia de los tics y se den varios casos en una misma familia, aunque el grado de afectación puede ser muy variable.
“Por ejemplo, alguno de los dos progenitores quizá tuvo en la infancia algún problema de concentración o tics que desaparecieron y no dieron ningún problema, y alguno de los hijos puede tener el Síndrome de Gilles de la Tourette con síntomas más floridos”, explica la doctora Àngels Bayés, Neuróloga y Directora de la Unidad de Parkinson y Trastornos del Movimiento de Centro Médico Teknon.
LAS SEÑALES
El síntoma principal del Síndrome de Gilles de la Tourette son los tics. Estos son movimientos rápidos, que se suelen acompañar de una sensación de molestia en la zona donde se producen (una sensación que suele preceder el tic, llamada sensación premonitoria). A diferencia de otros movimientos que no son tics, estos se pueden controlar y se pueden suprimir o disimular.
“Los tics pueden ser motores y afectar cualquier parte del cuerpo, especialmente cara, ojos, cuello. También puede haber tics motores más complejos, como levantar el brazo o hacer gestos. También hay tics llamados ‘vocales’. Son ruidos que podemos hacer como carraspear u otros sonidos guturales. Puede ser que a nadie le haya llamado la atención y hayan pasado desapercibidos”, advierte la doctora Bayés.
ENFERMEDAD CRÓNICA
La edad promedio de inicio de los tics es de siete años. En general, los síntomas son más severos durante la primera década de la enfermedad y luego mejoran gradualmente. El Síndrome de Gilles de la Tourette es crónico, con remisiones y exacerbaciones. Los síntomas iniciales pueden disminuir, persistir o aumentar.
Este síndrome puede acompañarse de obsesiones y compulsiones, alteraciones del comportamiento, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, u otras alteraciones del estado del ánimo y del sueño. Las personas muy afectadas pueden tener problemas emocionales serios, incluida una depresión. Algunas de esas dificultades parecen estar asociadas a las consecuencias sociales, académicas y profesionales del trastorno.
Cómo se diagnostica
“El diagnóstico de este síndrome se basa en un buen interrogatorio al paciente y la familia y una exploración física. Durante la consulta la neuróloga observará si hay tics, aunque estos pueden disimularse y, por lo tanto, no verlos”, según advierte la especialista del Centro Médico Teknon.
Si los tics motores y vocales están presentes durante al menos un año, antes de cumplir 18, el neurólogo solicitará pruebas para descartar otras enfermedades, ya que las pruebas de imagen pueden salir completamente normales en el Síndrome de Gilles de la Tourette.
TRATAMIENTO
El tratamiento no implica necesariamente tomar medicación. De hecho, el primer paso a considerar en el manejo de los tics es un abordaje no farmacológico: mejorar el descanso nocturno, bajar el nivel de estrés y aprender a manejar la ansiedad y el estrés.
Si estos tics empiezan a afectar el funcionamiento normal de la persona, las relaciones sociales y las actividades de la vida diaria, hay tratamientos con fármacos para controlarlos. Puede haber casos más graves en los que sea necesaria la cirugía (estimulación cerebral profunda) pero “un tratamiento multidisciplinar con la comunicación de familia, neurólogo, neuropsicólogo, psicólogo, profesores o psiquiatra es fundamental”, avisa la doctora Bayés.