El zoo grotesco de la Casa Viuda Marfà
En lo alto de la tribuna de este monumental edificio historicista, asoman la cabeza varias gárgolas que representan a varios animales en actitudes inverosímiles y burlescas
12 agosto, 2022 00:00Noticias relacionadas
Son las cinco de la tarde de un tórrido 26 de julio. En plena ola de calor, paseo de Gràcia arriba, los pies me arrastran hasta uno de los bancos de trencadís blanco, frente al número 66. Me dejo caer sobre el asiento y me recreo sin prisa en el edificio de estilo historicista que tengo delante: la Casa Viuda Marfà. Y, de repente, descubro algo en lo que no me había fijado nunca.
ANIMALES EN ACTITUDES GROTESCAS
¡Gárgolas zoomórficas! Llevan ahí más de 120 años, pero yo he tardado casi 50 en darme cuenta de su existencia. Y eso, pese a los esfuerzos del autor para que llamaran la atención. Descaradas, asoman la cabeza desde lo alto de la tribuna del primer piso con sus actitudes grotescas y sus bocas abiertas: un saltamontes, un gallo y un perro, una rana con las patas cruzadas, un mono maquillándose, un cordero con una serpiente enrollada y una zorra de parto…
Hubo un tiempo en que, además de la función de desaguar el agua de lluvia, las gárgolas tenían el objetivo simbólico de proteger de los espíritus malignos. La Casa Vidua Marfà es posterior a esa época de superstición, pues fue construida entre 1901 y 1904, pero su autor, Manuel Comas i Thos, arquitecto modernista, utilizó en ella un lenguaje medievalista. En este sentido, las gárgolas están justificadas. Pero ¿y sus formas grotescas?. ¿Qué pretendía el autor? Nunca lo sabremos.
DETALLES MODERNISTAS
Lo que sí es indiscutible es que Comas combinó ese lenguaje medievalista con elementos modernistas y creó un ejemplo de arquitectura historicista. La fachada toma como referencia el gótico civil, que se manifiesta en las tribunas (la central y las dos laterales) del primer pisos, las ventanas del segundo piso y las impostas que recorren los dinteles de las ventanas rectangulares. En la planta superior, Comas recreó una galería medieval con arcos de medio punto sobre columnas y cubierta con un pronunciado alero. Dos esbeltas torres con tejado a dos aguas flanquean la fachada.
En el acceso principal, las columnas de fuste corto y capitel floral sostienen los tres arcos de medio punto de la entrada, que llevan al vestíbulo y, de ahí, a la monumental escalera principal, cubierta por una claraboya de cristales policromados.
Precioso, pero ya me recrearé en esos detalles otro día. Hoy solo tengo ojos para sus recién descubiertos inquilinos del primer piso.
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