Imagen de la Casa Blava de la plaza de Lesseps / INMA SANTOS

Imagen de la Casa Blava de la plaza de Lesseps / INMA SANTOS

Vivir en Barcelona

La Casa Blava de Lesseps, pura psicodelia arquitectónica

El singular edificio, obra del arquitecto barcelonés Albert Danés i Tejedor, se construyó sobre el terreno de la casa modernista Joaquim Pujol, tras su derribo en 1971

1 noviembre, 2022 00:00

El intenso azul cobalto de la fachada que se levanta en el número 33 de la plaza de Lesseps no deja indiferente a nadie. No fue en sus orígenes un edificio bien acogido, no tanto por su llamativo color (que también), sino por las circunstancias que hicieron posible su construcción. Sobre el solar en el que se levantó, se encontraba una de las obras menos conocidas –podría decirse que, casi ignorada-- del arquitecto Adolf Ruiz i Casamitjana (1869-1937): una magnífica torre modernista con entrada por el número 18 de la antigua plaza y salida posterior por la calle de Mont-Roig. La finca, de 1900, era propiedad del empresario Joaquim Pujol.  

A la torre, de estilo modernista y con un espléndido jardín, se accedía por unas escaleras de piedra. Cuentan que en la entrada había un porche con seis columnas que sostenían la terraza del primer piso, con barandilla de piedra. De esta terraza partía el edificio privado de los señores Pujol, con su mirador. Y sobre este, otra terraza servía de observatorio del segundo piso… Pero ya no queda nada.

HISTORIA DE LA CASA BLAVA

La urbanización de la plaza de Lesseps y las decisiones urbanísticas del alcalde José María de Porcioles se llevaron por delante la torre modernista en 1971. Y, en cuestión de un año, emergió sobre aquel terreno la Casa Blava. El edificio está formado en realidad por dos bloques enormes de alturas diferentes. Proyectado por el arquitecto barcelonés Albert Danés i Tejedor, es un ejemplo de racionalismo de la época, que consiguió un importante premio de diseño. Pura psicodelia arquitectónica. 

En la fachada destacan, sobre el azul cobalto, el blanco de las barandillas tubulares, la carpintería y los esgrafiados. Estos últimos forman unas gruesas líneas que recuerdan el pop art y son una colaboración del barcelonés Llucià Navarro i Rodon. En los bajos del edificio se abrió en 1973 el Drug Blau, un establecimiento comercial donde se podía conseguir ropa, flores, libros, comida… y un corte de pelo made in Llongueras. Un recuerdo lejano de otra época, que se desvaneció con su cierre, en 1979. 

En 2014, la rehabilitación a cargo de la empresa TRAC, le devolvió al edificio todo su esplendor por dentro y por fuera, donde recuperó la intensidad y estabilidad de su característico color, uno de los grandes retos del proyecto de rehabilitación.