Bollería industrial con mermelada azucarada, leche con Nesquik y una pieza de fruta: este es el desayuno de un niño de dos años ingresado en el hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Para muchos, un desayuno "común" y "normal" en la dieta del día a día. Para nutricionistas y expertos en alimentación, un "despropósito" en la alimentación habitual de los más pequeños. La difusión de una imagen en las redes sociales ha hecho saltar las alarmas de muchos profesionales por el problema que puede suponer que los centros sanitarios distribuyan a sus pacientes comidas como estas de forma habitual. "No se trata de criminalizar alimentos", explica Antonio Rodríguez Estrada (más conocido como ARE) e impulsor del proyecto sinazucar.org. "Este desayuno está recomendado para un consumo puntual, el problema es que sea un ejemplo en los hogares", cuenta a Metrópoli.
Rodríguez, titulado en Nutrición Deportiva, considera que existe un problema en el tipo de alimentos que se distribuyen en los hospitales entre los más pequeños porque "pueden marcar la diferencia" en su desarrollo. "Si un niño pequeño no está acostumbrado a consumir azúcar y luego lo hace en cantidades tan altas, es probable que después rechace los alimentos a los que estaba habituado", asegura. "El hecho de que un centro sanitario ofrezca un croissant o galletas para desayunar confunde a las familias: es lógico que si lo ven en un hospital los pacientes piensen que es lo correcto", añade.
INTERVIENEN MUCHOS ACTORES
Desde el Vall d'Hebron, por su parte, aseguran que este tipo de alimentos tan solo se ofrecen "de forma ocasional" a determinados pacientes. "La alimentación en el hospital es equilibrada y adaptada según las patologías y edades de cada usuario y está supervisada por un equipo de apoyo nutricional", cuentan.
Alex Blasco, nutricionista del Col·legi de Nutricionistes de Catalunya, explica a este medio que la figura del dietista o nutricionista en los hospitales no tiene el poder de cambiar la alimentación de los pacientes. "Si dependiese de nosotros las comidas serían muy diferentes", explica. Blasco asegura que los centros están condicionados por las empresas externas que trabajan en torno a un presupuesto "muy limitado". "Los desayunos y las meriendas son las comidas más polémicas en los centros sanitarios porque los ultraprocesados facilitan mucho el proceso", cuenta. A su parecer, es una situación que se podría revertir si todos los actores pusiesen de su parte. "No depende únicamente del hospital en cuestión: hay mucho trabajo detrás para poder llegar a cambiar la alimentación", relata.
RECOMENDACIONES DE LA OMS
El impulsor de sinazucar.org explica a este digital que sus recomendaciones se basan en lo que fija la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según relata, la recomendación para un niño de dos años es de entre 10 y 20 gramos de azúcar diarios. Un desayuno como el que se ofrece en el hospital Vall d'Hebron contiene 30 gramos de azúcar. "Se triplica la cantidad recomendada en tan solo una comida", lamenta. El profesional incide en que en los 30 gramos no se incluye el azúcar de la fruta, "ya que no se considera azúcar libre ni resulta perjudicial".
Rodríguez insiste en que un niño no "necesita" estas cantidades de azúcar. "Los niños pequeños pueden tolerar perfectamente los productos no azucarados, no le molestará la acidez de un yogur –por ejemplo", asegura. En la misma línea, Oriol Cabanas, nutricionista en Cabanas Nutrition, explica que si el ingreso hospitalario se alarga el paciente se puede "habituar" al consumo de productos con una cantidad de azúcar refinado excesiva y "es probable que cuando regrese a su rutina los reclame".
DESAYUNOS Y MERIENDAS
Varios trabajadores de hospitales públicos de Barcelona –que prefieren mantener el anonimato–, coinciden con Blasco en que las comidas más complicadas son los desayunos y las meriendas. En general, las comidas y las cenas son más variadas y con valores nutricionales equilibrados. "Es horrible, ya no la calidad, sino los valores de las empresas de los hospitales, que son los que aceptan los proyectos mirando únicamente cuál sale más barato", explica una dietista que trabajó en la cocina de un centro y se sentía "obligada a dar comida vergonzosa". En este sentido, Rodríguez considera que ya no solo influye que sea más "barato", sino que es mucho más fácil almacenar, distribuir y conservar este tipo de alimentos.
Cabanes considera que, al problema que ya suponen estos alimentos en un niño sano, hay que sumarle que los ultraprocesados "dificultan" la recuperación de los pacientes. "La alimentación es clave para recuperarse", explica. Para él, la distribución de estos productos en los hospitales es "un problema de base" y considera que "no hay ganas de cambiar esta tendencia". El nutricionista reconoce que un desayuno saludable implica algo más de tiempo pero "se podría buscar un equilibrio de forma muy fácil".
Coincide con él Rodríguez, que explica que, por ejemplo, para un niño de dos años una buena opción para desayunar sería un yogur con una tostada y tortilla francesa acompañado de una pieza de fruta. Otro de los asuntos en los que incide el experto es en la leche: "Los niños toman leche desde pequeños, ¿qué necesidad hay de azucararla con Nesquik o Colacao?", lamenta.
DEPENDENCIA DE LOS PRODUCTOS
Es una realidad que la bollería industrial y los zumos y bebidas azucaradas forman parte del día a día de muchos pequeños. El nutricionista de Cabanes considera que "poco a poco" está aumentando la concienciación de que la bollería y el azúcar en exceso puede generar "dependencia, malestar e incluso ser el origen de enfermedades". "Depende de cada zona y de cada casa, pero sí que es cierto que he notado que la preocupación por seguir una dieta equilibrada está aumentando en los últimos años", asegura.
Lídia Pérez, maestra de educación física especializada en la promoción de hábitos saludables, es impulsora del proyecto El repte dels esmorzars, un plan enfocado a enseñar alimentación en los colegios. Pérez insiste en que se debería dar a conocer que un desayuno de ese tipo –con bollería y bebidas muy azucaradas–, no aporta nutrientes esenciales y contienen componentes perjudiciales para la salud de los más pequeños. Además, el consumo de este tipo de productos hiperpalatables –con un umbral de sabor muy alto–, "impacta directamente en los hábitos que tendrán los niños cuando sean adultos".
EDUCAR SOBRE ALIMENTACIÓN
Pérez también considera que la alimentación en los hospitales es "clave" porque lo que se enseña desde los centros sanitarios impacta totalmente en la percepción que las familias tienen sobre la alimentación saludable: "se debería replantear la educación que se da en los centros de salud", opina.
Además, insiste en que todavía hay un gran sector de la población que está "dormido" respecto a la concienciación sobre el impacto que tienen los hábitos alimentarios en la salud y en el día a día de las personas. "Se deberían impulsar acciones directas para llegar a este grupo porque la alimentación impacta en todo, tanto en la salud como en el estilo de vida en general", culmina.