Los pueblos medievales tienen un atractivo especial. Un algo, quizá motivado por el viaje a otra época, por el recuerdo de un tiempo pasado donde todo era más bucólico, que hace que no podamos apartar la vista y alimenta una imaginación en nosotros donde, en realidad, la fantasía de cuentos de hadas, princesas y caballeros muchas veces sustituye a la realidad.

Sin embargo, no todo es un espejismo con el sello de Hollywood. Lo cierto es que en los pequeños pueblos la vida debió ser más sencilla, simple, tranquila y, tal vez por eso, los que vivimos en grandes ciudades disfrutemos de, cuando llega el viernes, poner pies en polvorosa rumbo a estos lugares en los que se respira un aire más puro y la tranquilidad flota en el ambiente. Lo bueno es que, por lo menos en Catalunya, el territorio está plagado de este tipo de asentamientos, muchos de ellos a una hora de Barcelona.

15 CASAS

Este es el caso de Montfalcó Murallat, una pequeña aldea con solo 15 casas y 24 habitantes a la que se puede llegar en coche en una hora y cuarto desde la capital catalana. Con solo dos calles, una iglesia y una plaza, este municipio tiene todo para entrar en el top de los pueblos catalanes más pequeños.

La villa de Montfalcó Murallat

El pueblo puede convertirse fácilmente en una parada en el camino o ser un destino buscado en el que pasar el fin de semana. De hecho, cuenta con un alojamiento rural, la Casa Cal Gomà. También cuenta con un restaurante en la plaza principal, el Restaurant Montfalcó.

¿QUÉ VER?

¿Merece la pena buscar este sitio? Sin dudarlo. Los primeros datos registrados del asentamiento datan del siglo XI. Las vistas, asimismo, son insuperables, y es que Montfalcó Murallat se levanta en lo alto de una colina rodeada de campos de cultivo, sobre la confluencia del río Sió y de su afluente, la Riera de Vergós.

Toda la villa está también rodeada por murallas de piedra y su iglesia se levantó aprovechando la base de la antigua torre defensiva.

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