Las enfermedades cardiovasculares son, hoy en día, la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres, y ocasionan múltiples problemas de salud a los pacientes que las padecen. En ocasiones, para poder prolongar o mejorar la vida de estos pacientes es necesario realizar procedimientos complejos y de riesgo.

En los últimos años, la cirugía de corazón ha evolucionado hasta el punto de que sea cual sea la edad del enfermo e independientemente de la complejidad y del riesgo de la intervención, los procedimientos son poco agresivos y los resultados son excelentes.

ESCEPTICISMO INICIAL

Antiguamente, un problema cardiaco era prácticamente una sentencia de muerte debido a que la ciencia apenas había avanzado en esta patología. A Theodore Billroth (1829-1894), padre de la cirugía gastrointestinal, le atribuyen la frase de que “el cirujano que trate de suturar una herida de corazón puede estar seguro de perder para siempre la consideración de sus colegas”.

En este mismo sentido, Stephen Paget, padre de ‘The Surgery of the Chest’, primer libro de cirugía torácica, aseguró que "la cirugía del corazón probablemente haya alcanzado los límites que señala la naturaleza para toda cirugía; ningún nuevo método, ningún descubrimiento nuevo pueden evitar las dificultades naturales que plantea una herida de corazón”.

La propia medicina se encargó de demostrar que ambos estaban muy equivocados. Un español, Francisco Romero, realizó con éxito en 1815 la primera toracotomía seguida de una apertura del pericardio. Fue la antesala de los primeros logros importantes de la década de los cuarenta del siglo XX.

LA MEDICINA AVANZA

A partir de la segunda mitad del siglo pasado, la cirugía cardiaca abierta empezó a realizarse cada vez con más frecuencia, y la incisión más utilizada fue la esternotomía media. Se trata de una técnica que consiste en cortar con una sierra quirúrgica el hueso esternón, que se sitúa en la parte anterior del pecho, y a través de esa abertura, de unos 20 - 25 cm, acceder ampliamente al corazón. Esta práctica ha pasado a la historia como cirugía a corazón abierto.

“Al acabar la intervención, cerramos las dos mitades del hueso esternón abierto mediante suturas, tipo alambres esternales de acero inoxidable o grapas de nitinol, que ya quedarán ahí para siempre. Al cabo de aproximadamente un mes o mes y medio, las dos mitades del esternón ya se habrán consolidado y el tórax adquirirá mayor estabilidad”, detalla el doctor Xavier Ruyra, Jefe del Servicio de Cirugía Cardiaca del Instituto del Corazón Teknon.

Doctor Xavier Ruyra, Jefe del Servicio de Cirugía Cardiaca del Instituto del Corazón Teknon / QUIRÓNSALUD

TÉCNICA COMPLICADA

Evidentemente, el acceso por esternotomía media completa permite una exposición muy buena de todo el corazón y mucho espacio para que los cirujanos puedan realizar las intervenciones de forma cómoda. Sin embargo, aclara el doctor Ruyra, “un abordaje tan agresivo provoca mucho trauma sobre los tejidos y el hueso, mayor pérdida de sangre, más dolor hasta que la fractura vuelve a soldar, y una gran cicatriz en una zona muy visible del pecho”. 

“Además -añade el especialista–, pueden aparecer complicaciones, como defectos de cierre con dehiscencia esternal, ruptura o movimiento de los alambres, fracturas óseas, hematomas o infecciones, que en ocasiones pueden ser muy graves, si afectan al hueso o a las estructuras vecinas del mediastino”.

EL TRANSCATÉTER, ¿QUÉ ES?

La moderna cirugía cardiaca ha ido evolucionando hacia la llamada cirugía mínimamente invasiva o transcatéter. En esta nueva filosofía, no solamente se busca poder realizar las intervenciones a través de incisiones más pequeñas y, consecuentemente, menos agresivas, sino que también se agrupan toda una serie de elementos que favorecen el proceso global del paciente y mejoran los resultados de forma significativa.

El Servicio de Cirugía Cardiaca del Instituto del Corazón Centro Teknon ha desarrollado el programa Smart Cardiac Surgery, que incluye cirugía mínimamente invasiva transcatéter, un procedimiento utilizado para reemplazar la válvula aórtica sin abrir el tórax. También desarrolla la cirugía de reparación valvular evitando el uso de prótesis artificiales, operaciones sin necesidad de transfusiones, despertar en el quirófano justo al acabar la intervención y control máximo del dolor posoperatorio.

“Desde hace ya muchos años, más del 75% de todas las operaciones cardiovasculares que realizamos –y casi el 90% de problemas de válvulas– se han llevado a cabo sin necesidad de cortar el hueso esternón ni las costillas, con incisiones mucho más pequeñas, casi invisibles (acceso transaxilar) o inexistentes (procedimientos por catéter)”, informa el doctor Xavier Ruyra.

UNA NUEVA ERA

En definitiva, la famosa cirugía a corazón abierto ha quedado atrás en el tiempo para entrar en una nueva era donde “podemos operar por pequeños orificios o a través de catéteres especiales que evitan muchas de las molestias y complicaciones de la gran cirugía abierta”, afirma el cirujano cardiovascular.

Esta innovadora técnica quirúrgica conlleva muchos más beneficios y menos complicaciones mantiene todos los estándares de seguridad para el paciente, los mejores resultados y la mayor calidad asistencial.

“Se ha traducido en mucha menor agresión para los tejidos, y las ventajas que con este nuevo abordaje se han logrado han sido claras: menos dolor, menor pérdida de sangre, tasas de infección muy bajas, recuperación funcional y de la movilidad más rápida y vuelta a la normalidad (laboral, deportiva, lúdica, sexual…) antes y en mejor estado”, enumera el experto.

Noticias relacionadas