¿Por qué Barcelona rechazó la Torre Eiffel?
Con la Exposición Universal de Barcelona de 1888, el arquitecto Gustave Eiffel propuso a la ciudad catalana la construcción del monumento
10 octubre, 2023 17:36Noticias relacionadas
Cuenta la leyenda que el ingenierio de la Torre Eiffel, Gustave Eiffel, presentó su gran proyecto a distintas ciudades antes de París. Entre ellas, se encontraba Barcelona. Con la Exposición Universal de Barcelona de 1888, el arquitecto propuso a la ciudad catalana la construcción del monumento, pero la ciudad lo rechazó. También se planteó edificarla como un desmontable para eliminarla tras la celebración del evento, pero el proyecto continuó sin convencer al Ayuntamiento de Barcelona. ¿El motivo? Todo apunta a que la altura fue el principal problema. Sus más de 100 metros no encajaban en la idea que tenían los dirigentes de Barcelona en aquel momento. Incluso, el diseño presentado por Eiffel fue tildado de demasiado radical para la arquitectura de la ciudad.
No obstante, estos argumentos continúan sin tener ninguna lógica para muchas personas, ya que la Torre Eiffel estaba diseñada para desmontarse tras finalizar el acontecimiento. Algunas fuentes aseguran que incluso después de su construcción, los mandatarios hubiesen perdido el miedo y decidido instalarla de forma permanente como en el caso de la capital francesa.
A causa de esta decisión, Barcelona y España se quedaron sin una de las construcciones más distinguidas en el mundo. Hoy en día prácticamente no hay una sola persona que no reconozca esta estructura metálica que sobresale por encima de los hogares parisinos. De todas formas, la ciudad catalana no tiene nada que envidiarle a este monumento, ya que cuenta con joyas arquitectónicas también muy reconocidas a escala global: entre ellas la Sagrada Família, la Pedrera y la Casa Batlló.
PECULIARIDAD DE LA TORRE EIFFEL
La Torre Eiffel, construida en 1987 en París, está hecha de hierro y no de acero como algunos creen. Este recibió un tratamiento de refinación llamado pudelado, que retiraba el excedente de carbono en el momento de la fundición del mineral. El tratamiento permitía obtener un hierro prácticamente puro, que era, en opinión de Gustave Eiffel en aquella época, el mejor y el más robusto de los materiales. Para protegerlo de la corrosión, el hierro está recubierto de una gruesa capa de pintura, que hay que renovar cada 7 años. Esta frecuencia, recomendada por el propio Gustave Eiffel, sigue respetándose aún hoy día.