La Diagonal esconde una peculiar fuente que resiste desde la posguerra en Barcelona
'El Niño Pescador' es obra de Josep Manuel Benedicto y fue el primer bebedero en instalarse en el Eixample después de la Guerra Civil
12 diciembre, 2023 23:30Noticias relacionadas
En la confluencia de la calle Casanova y la avenida Diagonal, existe una pequeña plaza, algo así como un mordisco robado a la acera, un rincón en medio del bullicio donde hacer un alto en el camino, refrescarse y, de paso, dejarse contagiar por la alegría que fluye en la fuente del Nen Pescador.
SILUETA EN BRONCE
Sobre la pica redonda que corona el pedestal de piedra, emerge la silueta en bronce de un niño exultante que sostiene un pez en la mano izquierda mientras levanta triunfante la derecha. Dos tritones de bronce, uno a cada lado del único surtidor de agua, custodian la fuente… y ese ejemplar único pescado en el mar de asfalto de la Diagonal de cuya boca, brota agua.
Esta fuente, obra del escultor Josep Manuel Benedicto e inaugurada el 8 de julio de 1947, fue la primera que se instaló en el Eixample tras la Guerra Civil. Forma parte del grupo de fuentes encargadas por el Ayuntamiento en esa época con el objetivo de crear una red de fuentes para abastecer de agua a una población que crecía desmesuradamente. Y sin perder de vista lo estético, es decir, siguiendo la línea escultórica de estilo clásico e inspiración realista basada en el uso de situaciones cotidianas protagonizadas por niños.
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RESTAURADORA
Es fascinante, que haya mantenido inalterable esa misma alegría desde su inauguración. Aunque, seamos sinceros, algo de postureo hay en esa pose eternamente exultante. El niño de la fuente no lo dice por coquetería, pero en 2015 fue restaurado por Mamen Fradera, formada en la Scuola d'Arti Ornamentali San Giacomo de Roma y especialista en aleación monumental de cobre y estaño.
Esta excepcional restauradora eliminó la costra verdosa que, pese a ser bella para muchos, no era más que un sarpullido de la corrosión. También ella borró, como por arte de magia, la pintura blanca con la que algún gracioso incívico le había pintado el trasero al niño, quién sabe si con la intención de tapar lo que el realista siete de su desgastado pantalón dejaba al descubierto.
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