El actor Borja Espinosa junto a una imagen promocional de Escape Room 2

El actor Borja Espinosa junto a una imagen promocional de Escape Room 2 Cedida

Vivir en Barcelona

Borja Espinosa: “Todos necesitamos reír y desconectar un poco de la realidad”

El actor reflexiona sobre distintos aspectos de su profesión, profundizando en la última obra teatral que protagoniza

2 abril, 2024 17:00

Si existe una palabra idónea para definir a Borja Espinosa (Barcelona, 1976), sin duda es polifacético. Estamos habituados a verle con frecuencia en el teatro (Les Bruixes de Salem, Calígula, Immunitat), en televisión (Plats Bruts, El Crac, Després de tu) y también en el cine (Peixos al desert, El camí més llarg per tornar a casa, Pere Calders. Tocant de peus al cel), donde se ha metido en la piel de personajes de índoles diversas. Apasionado de la interpretación, le fascina asumir retos y continuar aprendiendo cada día. Semanas atrás, anunciamos el éxito que está cosechando Escape Room 2, su más reciente participación en la escena teatral.  

En la siguiente entrevista el actor nos cuenta algunos entresijos de dicha producción y hace balance de su trayectoria, imaginando cómo será el futuro del sector cultural. 

En Escape Room 2 abordas la comedia, como ya hiciste en determinados papeles a lo largo de tu carrera, pero en otras ocasiones te has adentrado en el drama. ¿Cuál de los dos géneros te parece más interesante?

La verdad es que los dos me gustan. Hacer comedia y hacer reír creo que forma parte de mi naturaleza, pero disfruto los géneros que son también más dramáticos. Quizá la comedia tiene un punto más llevadero, es decir, vienes a hacer comedia por la tarde al teatro y no te tienes que preocupar por entrar en profundidad en el drama porque, al fin y al cabo, como actores utilizamos cosas personales. Aunque el drama es terapéutico, llorar y expresar sentimientos que no tienen que ver solo con la frivolidad y las apariencias. El teatro es terapéutico en general, actuar lo es, o al menos para mí, y la comedia tiene una recompensa gratificante. Tampoco es fácil, parece que lo sea pero no es verdad, y también es un arte. Todos necesitamos reír y desconectar un poco de la realidad y, como el día a día ahora no es demasiado bonito, si empiezas a rascar un poco el público lo pasa bien y para nosotros es muy agradecido. 

¿Hay algún género que querrías tener la oportunidad de explorar?

Como género diría que no, porque todos son como pequeñas escisiones: melodrama, drama más o menos intenso… Hace unos años quizá hubiera dicho teatro clásico, pero ya no es un género sino una vertiente. He tenido la suerte de hacerlo y es una escuela difícil, aunque se aprende muchísimo. Son retos importantes, a veces es menos agradecido porque supone mucho esfuerzo entender lo que ha querido decir el autor, ponerlo en reflexión hoy en día o saber traducirlo y comunicar qué estás queriendo explicar con una historia que fue escrita hace siglos. Creces mucho con esas cosas, tienes que picar piedra, más que con un texto que desde el principio entiendes. Con actores y directores buenos también se aprende porque es cuando te pones nervioso, tienes dudas, no sabes si estarás a la altura… y esto es bonito en cualquier oficio. Pienso que estar con gente que sabe más que tú hace que crezcas.  

Actualmente vuelves a coincidir con Joel Joan. ¿Cómo es seguir compartiendo proyectos con él después de tanto tiempo?

Me entiendo bien trabajando con él. Ahora estamos trabajando mucho más a diario que en cualquier otro proyecto. Hemos coincidido tres veces, parece que hayamos convivido mucho pero ya han pasado veinte años desde Plats Bruts. Trabajé en El Crac en 2016 y aquí, con lo cual le he ido cogiendo en distintas fases de su vida, aunque han estado muy espaciadas. Con la tele es muy intenso, haces mucho durante unos días pero luego dejas de verte durante mucho tiempo. Llevamos cuatro meses haciendo funciones y quedan dos más; en este caso no dirige pero obviamente es productor, actor y autor. Tiene la alarma puesta todo el rato buscando mejorar la obra, cambiar ensayos o frases y dando su opinión, quizá de una manera no tan directa como cuando es director.  

¿Eres partidario de que se produzca un reencuentro de Plats Bruts o para ti es una etapa cerrada?

En general no creo que nada esté cerrado, aunque si no se hiciera la gente tiene un buen recuerdo, y nosotros también. Nunca se sabe, si hubiera un reencuentro estaría encantado pero no tengo noticias de que vaya a suceder. Sería gracioso, de hecho había un capítulo donde envejecíamos todos y, reflexionando sobre la pregunta, no estamos tan mal… ¿por qué no? 

¿Qué formato te atrae más: la televisión, el teatro o el cine?

El teatro me encanta, me siento muy cómodo haciéndolo y es de lo que vivo. Me gusta mucho la relación que se establece con el público y la exigencia que supone tener que estar cada día en un escenario. No puedes escaparte ni prepararte tanto, te preparas porque ensayas, pero de algún modo hay una hora y media en la que estás ahí, en tiempo presente. En directo la audiencia es quien calibra realmente si estás bien, si no estás bien, si hace gracia, si no hace gracia, si hoy te estás pasando de listo o si te estás quedando corto. Eso se nota, cuando haces una buena función y hay una energía especial el público entra. La televisión es seductora. A mí me gusta hacer de todo, no nos engañemos, si me dicen de hacer una serie lo haría con los ojos cerrados. Conlleva mucho aprendizaje in situ, normalmente se tiene que rodar con prisas y hacer muchas escenas. Es necesario estar preparado sin demasiada reflexión, cosa que ayuda porque a veces no es bueno pensar demasiado. También hay una diferencia en cuanto al dinero, de hecho ha empezado a darse una batalla entre televisiones y teatros, con actores que se van a series y dejan el teatro porque es difícil de compaginar. Tiene su lógica. Es un formato menos trabajado porque los presupuestos hacen que el tiempo se reduzca y la dedicación hacia el personaje puede ser menor, salvo honrosas excepciones. Y el cine vendría a ser lo mismo en muchos sentidos, aunque con un resultado más cuidado, un ritmo más lento y más atención en todo. Es muy atractivo verse en un cine. Hay actores que solo se sienten cómodos en pantalla y el teatro les da pánico. A mí me parece curioso porque, no diré que me pase lo contrario, pero en el cine se necesita un entrenamiento especial. A veces tienes un personaje de una sola frase o de un día o muy pequeño pero cuando vas allí el equipo está funcionando, saben cómo va todo y cuando tú llegas tienes que estar perfecto con tu personaje y dar las réplicas cuando dicen: “¡Acción”, y no es fácil medirlo tú mismo, tienes que estar tranquilo. Si te dan un personaje grande en cine puedes disfrutarlo más porque te relajas y tienes más tiempo para trabajarlo, ver cuál es tu arco y profundizar. Hay mucha diferencia entre hacer un papel grande y uno pequeño. 

¿Cómo describirías a Rai, tu personaje en Escape Room 2? ¿Qué es lo que te divierte de interpretarlo?

Es excéntrico y extrovertido. Tiene una poderosa capacidad de autoengaño, porque llega a esta segunda parte de la obra “reformado”, o al menos eso es lo que él cree, que ha cambiado su vida y su manera de ver las cosas, que ha abandonado viejos hábitos que pasan por haber dejado el cine y dedicarse a la pintura. Pero a medida que pasa la obra, vamos viendo que una cosa son las palabras y otra lo que va saliendo. Al final trata de nuestras máscaras, de la forma en que nos mostramos; aquí el Escape sirve para poner a esos personajes en una situación límite y que aflore la verdadera esencia, y nos damos cuenta de que Rai no es demasiado diferente a como era. Es una comedia donde los personajes en algún momento son grotescos y caricaturizados, pero funcionan, y si funcionan quiere decir que se basan en rasgos reales que tenemos todos. 

El espectáculo incluye elementos de gran complejidad técnica, ¿eso supone un reto para vosotros como actores? 

Hay que tenerlo en cuenta. Yo he estado en obras en las que estás solo con tus frases, cosa que está muy bien, y aquí también es muy atractivo lo que han montado que, como dices, técnicamente es pirotecnia, porque se ha apuntalado un camerino para aguantar un peso del escenario y se ha modificado el Condal para poder aguantar lo que hay en la función. Tienes que estar pendiente de otras necesidades que son de riesgo o peligrosas; hay agua, apneas… por lo que se deben adoptar medidas concretas. Es verdad que llevamos muchas funciones y sabemos lo que tenemos que hacer. Yo hago algo que quizá no es tan espectacular pero requiere de habilidad física, porque me tengo que meter en un lugar estrecho. Cuando hicimos los ensayos el Mag Lari estaba allí para asesorarnos, y yo, al meterme por primera vez, le decía: “Me está doliendo mucho todo el cuerpo”, y él me respondió: “Tranquilo, cuando lleves unas cuantas funciones verás que hasta te sobrará sitio. Según la posición es normal que tengas agujetas el primer día pero se pasan”. Y al final es cierto, el ser humano se adapta a todo.  

Entonces, en referencia a esa escena, ¿te atreverías a hacer algo así? 

Eso concretamente me haría menos gracia porque no tengo tanta capacidad pulmonar, es una sensación que no me gusta. He hecho submarinismo pero claro, vas con bombona. Joel ha conseguido estar tranquilo, porque una cosa es hacerlo tú solo en una piscina y otra en medio de una función con los nervios, el público, las luces y demás. Así que chapó por él. 

En ambas partes de la obra, los personajes se meten en líos por no haber sido sinceros con los demás ni tampoco con ellos mismos. ¿Crees que la sinceridad está sobrevalorada o que a la larga es mejor decir la verdad?

Yo no me parezco en nada a esos personajes. Me cuesta mentir y procuro no hacerlo. De momento no me ha ido mal pero hay gente que miente y sigue con su vida, cada uno tiene sus convenciones. La comedia invita a ese juego de fingir ser lo que no eres y está bien destaparlo y ver la contra máscara, forma parte del teatro y es muy divertido. No creo que la sinceridad esté sobrevalorada, aunque a veces la confundimos con esa falta de filtro en la que yo puedo decirte lo que me dé la gana porque me sale a bote pronto, y eso quizá es diferente. Puedes ser sincero de una manera más moderada o en el momento adecuado, porque eso cuenta. 

Escape Room ha innovado al presentar un segunda parte, e incluso podría haber una tercera. ¿Piensas que esto servirá de ejemplo para que futuras producciones sigan el mismo patrón de continuidad? 

No me extrañaría, no lo había pensado pero podría ser. Cuando me hablaron de Escape Room 2, Joel me dijo que esto no se había hecho nunca en el teatro, es más una fórmula de película. Pero nadie ha reaccionado mal diciendo que no se entiende, y se sabía perfectamente que puedes ver la segunda parte sin haber visto la primera. No hace falta que sepas toda la historia de los personajes para entender que los círculos se cierran. Funciona muy bien, está muy bien diseñada, y eso que las segundas partes siempre dan miedo. Todos los que han visto la primera me han dicho que se lo han vuelto a pasar muy bien con la segunda, y no hay objetivo mejor que ese.  

Recientemente se celebró por primera vez la acción Cap Butaca Buida con motivo del Día del Teatro. ¿Consideras importante promover iniciativas como esa en el sector cultural? 

Supongo que sí. Hay un consumidor de teatro que normalmente va y otra parte de la población que no. Algunas personas lo ven como algo foráneo de la vida. Cualquier cosa que invite a la gente al teatro está bien, es una manera de visualizarlo y puede que les ayude a decidirse. Estamos acostumbrados a la consumición en casa, a tener un mando con mucha oferta donde cada vez todo es más automático, y el teatro te posiciona como persona y requiere de un compromiso. Pero cuando la gente hace el esfuerzo de salir de su casa y venir la recompensa es muy buena y esas personas se alegran de haberlo hecho.