Con la llegada del verano y, en consecuencia, del aumento de las temperaturas, también se intensifican ciertos problemas de salud, especialmente aquellos relacionados con la piel. Enfermedades como la diabetes, la rosácea y el lupus pueden empeorar con el calor extremo, llegando a complicarse cuando los termómetros superan los 40 grados.
El deseo de disfrutar del aire libre, de las playas y piscinas es natural durante esta temporada. Sin embargo, aunque la exposición al sol tiene múltiples beneficios, es crucial tomar precauciones para evitar daños en la piel. Las horas al sol no solo aumentan en verano, sino que los rayos solares inciden más perpendicularmente, incrementando el riesgo de lesiones cutáneas. Por ello, es fundamental ser más prudentes en esta época del año.
El sol, bueno en pequeñas dosis
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una exposición solar diaria de entre 10 y 20 minutos es recomendable para obtener niveles adecuados de vitamina D. Este tiempo varía según la estación, la hora del día, la edad y el fototipo de piel, aunque independientemente de estos factores, siempre es necesario tomar el sol con protección.
"El sol nos aporta muchos beneficios, pero debemos tener en cuenta que los efectos negativos de una exposición prolongada son acumulativos", señala el doctor Josep González Castro del Hospital Universitari Dexeus.
Intensificar la protección
Aunque las manchas solares están asociadas a factores como la edad, la genética, las hormonas o algunos medicamentos, una exposición solar sin protección adecuada puede provocarlas. “El bronceado es un mecanismo de defensa de la piel contra la radiación ultravioleta”, explica el dermatólogo.
Además de los daños habituales como quemaduras, envejecimiento prematuro y cáncer de piel, algunas enfermedades cutáneas empeoran durante el verano y requieren cuidados especiales. A continuación, se detallan algunas de ellas y las recomendaciones para su control:
Enfermedades cutáneas más habituales
VitíligoCaracterizado por manchas blancas en diversas partes del cuerpo, el vitíligo puede empeorar con el sol, intensificando las manchas existentes o provocando nuevas. La solución es usar protección solar de SPF muy alto, especialmente en las áreas afectadas, y evitar la exposición solar siempre que sea posible.
Rosácea
La rosácea, que causa enrojecimiento permanente del rostro, se agrava con los rayos UV, aumentando la sensibilidad de la piel y dilatando los vasos sanguíneos faciales. Esto puede llevar a un mayor enrojecimiento, inflamación y brotes de granos. Los expertos recomiendan no solo protección solar, sino también manejar otros factores como el estrés y la alimentación.
Herpes
Aunque el sol tiene beneficios, los rayos UV pueden debilitar el sistema inmunitario de la piel, facilitando la reactivación del herpes. Para evitarlo, es fundamental mantener la piel hidratada, usar fotoprotector (incluidos los labios) y seguir una dieta adecuada.
Lupus
El lupus puede causar erupciones cutáneas que empeoran con la exposición solar. Una sobreexposición puede agravar otros síntomas del lupus, como el dolor muscular y articular. Se recomienda el uso de protección solar, ropa adecuada, sombreros y evitar el sol durante las horas de mayor radiación UV.
Pitiriasis versicolor
Causada por el hongo Malassezia furfur, esta afección se manifiesta con manchas en la piel, especialmente en hombros, rostro y espalda. El calor y la humedad del verano favorecen su crecimiento. Para prevenirla, se aconseja usar ropa transpirable, evitar prendas ajustadas y cambiarse de ropa húmeda rápidamente.
Melasma
El melasma, común entre las mujeres debido a cambios hormonales, especialmente durante el embarazo, empeora con la exposición solar. Las manchas oscuras en el rostro pueden ser difíciles de tratar, por lo que es esencial usar protección solar constante y evitar el sol directo.