Estuvo en lo más alto de las artes marciales mixtas (MMA en inglés). Tocó techo en una época dorada de su vida en la que también fue padre por primera vez, hace una década. Viajes, lujos y fama. Abner Lloveras lo tuvo todo. Y ahora con 42 años y el peso de toda una exitosa carrera a sus espaldas, se niega a ser olvidado.

El luchador atiende a Metrópoli, no por primera vez, en el Esport Rogent, el gimnasio del fallecido Xavi Moya donde da clases algunos días por la semana. Despreocupado, aparece en su moto. Va con calma aunque llegue tarde a impartir su propio entreno: es una mala costumbre, asegura, pero sus alumnos ya están al tanto. También lo están del seguimiento de las cámaras hacia la figura de Abner. A pesar de ser un nombre destacado del mundillo, fue este año cuando la leyenda resurgió y los medios de comunicación pusieron el foco en él. Lloveras lo aprovecha, aunque también está saturado de entrevistas. Le gustaría poder explicar en cada una algo diferente, pero el tema últimamente es uno. Su pelea en King of the Streets (KOTS).

Abner Lloveras durante su entrevista con Metrópoli SIMÓN SÁNCHEZ null Barcelona

King of the Streets (KOTS)

Las peleas sangrientas, salvajes e ilegales llaman la atención y él lo sabe. Pero no es por eso por lo que participó, por segunda vez, en KOTS. Es la adrenalina y el sentirse poderoso, el saberse superior al oponente, lo que atrae a Abner irremediablemente al improvisado campo de batalla una vez tras otra. Su mentalidad esta vez, explica a este medio, era la de un matador: "No quería hacer amigos. Iba a ganar". Y se hizo con la victoria contra un hooligan esloveno que "daba miedo".

Para los menos familiarizados con este tipo de contiendas al margen de la ley, la mecánica es sencilla de explicar: luchas sin reglas en las que todo vale. Organizadas por un grupo de personajes anónimos, es prácticamente imposible averiguar la localización y el día y hora del evento si no eres un participante o un invitado. KOTS costea el viaje en su totalidad de los luchadores, que normalmente deben salir de su país de origen, y les pagan en base a su caché. Además, el perfil de peleadores no suele ser otro que el de extremistas, radicales y ultras.

Abner Lloveras durante su entrevista con Metrópoli SIMÓN SÁNCHEZ null Barcelona

Lloveras ya viajó a Suecia hace unos dos años para medir sus fuerzas contra un adversario bastante más joven que él al que le costó sangre y sudor dominar. Ambos protagonizaron la pelea más larga de la historia de KOTS, unos 20 minutos, y aunque el de Barcelona cayó ante su rival holandés, se ganó el respeto de los allí presentes y de toda la comunidad.

De la UFC a partirse la cara en la arena: Abner, el luchador de Barcelona que se niega a ser olvidado

Una vida de barrio

Parece una narración digna de una película, pero el día a día de Abner es otro. No hay encapuchados que lo recojan en coches de alta gama en la puerta de su casa, pero sí que tiene fans. Algunos lo reconocen por la calle o en sitios públicos y piden hacerse fotos con él. Aún así, su vida es de lo más común: el catalán vive ahora en una planta baja de La Verneda, ha adoptado recientemente un segundo gato y sale a correr de vez en cuando por la playa. Le gusta escuchar flamenco, porque es la música con la que ha crecido en su barrio, el Besòs i el Maresme. De hecho, también se arranca a veces a tocar la guitarra.

Una sala de entreno del Esport Rogent SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Quizá por esa vida de barrio Abner entró en contacto con la mentalidad de clase obrera, como él la define. Fue la politización que se empeñó en hacer pública la que ha llevado al barcelonés a ser el foco de polémicas en más de una ocasión. Dice que es independentista y antifascista, pero cuando se le pregunta al respecto asegura que incide en ello "por joder": "Ahora ya me da igual lo que la gente diga". Los insultos y comentarios hirientes en las redes sociales no son fáciles de ignorar, pero a Lloveras ya no le preocupan. Por eso acude a podcasts en los que opina libremente de la política aunque sus argumentos no sean los preferidos de la audiencia.

Abner Lloveras durante su entrevista con Metrópoli SIMÓN SÁNCHEZ null Barcelona

Una mala época

De todo ello habla con calma, porque es un hombre tranquilo, a cámara en medio de la sala donde sus alumnos de jiu-jitsu practican combates. El luchador se abre y reconoce haber pasado por un muy mal momento a nivel personal los últimos meses. Algo de esa mala racha se vio en el combate que disputó en mayo de este año contra el italiano Leonardo Damiani en el 34 aniversario de la Ansgar Fighting League (AFL) en Badalona. El de Barcelona perdió estrepitosamente: "No me sentía al 100%". Una velada en la que Metrópoli estuvo presente y que juntó a miles de aficionados en el Pavelló Olímpic. Tras ello, Lloveras desapareció un tiempo de las redes. Un recogimiento que le sirvió para valorar otras opciones, como la de abrir su propio gimnasio.

Parte del entreno con Abner Lloveras SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Sin embargo, el mundo de la pelea no es la gallina de los huevos de oro. En España, cualquier modalidad de combate está mal pagada y son pocos los que cruzan fronteras. A pesar de que Abner fue uno de esos pocos — incluso Conor McGregor fijó su mirada en él  el luchador avanza a este medio que el proyecto del gimnasio lo tiene aparcado: "Los alquileres son muy caros y tendría que irme fuera de Barcelona para montar uno". Algo que no entra en sus planes, aunque sus amigos más cercanos le aseguren que solo por llevar su nombre, el proyecto triunfaría.

Abner Lloveras durante su entrevista con Metrópoli SIMÓN SÁNCHEZ null Barcelona

"Me salió bien"

Abner volvió muy entero de su pelea en KOTS. Esta última, que duró apenas cinco minutos, tuvo lugar en una plaza de toros de Madrid y, según él, le salió "bien". Pero no todo fue producto de la alineación de los astros ese día, también entrenó duramente durante seis meses de forma regular. ¿Qué opina sobre que algunos lo vean como un loco? "Más loco está el que deja su dinero en el banco y se fía". El peleador siempre aprovecha la atención a los medios para sacar su parte "de izquierdas", como él la llama, aunque no tenga nada que ver con el tema a tratar. Pero reconoce algo de la locura mencionada: "Te arriesgas a todo en KOTS. Hubo otro chico de Figueres que casi pierde el ojo. Y a otro le partieron varios dientes". Solo ellos saben porqué les compensa.

Y no ha tenido suficiente. Lloveras pretende regresar a KOTS antes de que acabe el año. "Mientras me sienta bien, seguiré peleando". Ya sea en arena o en asfalto, el catalán no se amilana, aunque no revela muchos detalles.

Abner Lloveras durante su entrevista con Metrópoli SIMÓN SÁNCHEZ null

1312 o ACAB

Los compromisos laborales van surgiendo y estos días la agenda del luchador está algo apretada. Televisiones, periódicos e incluso editoriales lo reclaman. Si alguna vez se esperó tener esta repercusión, no lo expresa. "Hubo una época en la que todos querían que me hiciera policía", menciona entre risas. Algo cómico porque Lloveras también muestra abiertamente su relación non grata con los cuerpos de seguridad. Un tatuaje aclaratorio: el 1312 (que significa ACAB, All Cops Are Bastards en inglés). Y una anécdota de su preadolescencia por el Besòs: un policía le propinó un fuerte bofetón en una persecución en mitad de la calle.

Aunque su futuro no se haya decantado por ese lado de la ley, el barcelonés tampoco reniega del color azul: de hecho, cuenta con varios amigos muy cercanos que forman parte de distintos cuerpos policiales.

Abner Lloveras durante su entrevista con Metrópoli SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Odiado y respetado

Queda claro que Abner hay para rato. Este fin de semana su compromiso estará en una velada organizada por el youtuber Jordi Wild en Manresa en la que ejercerá como árbitro. Ni siquiera él sabe en cuántos eventos más participará hasta que el cuerpo le diga basta.

Pero, después de cada una de sus peleas volverá a su piso de La Verneda y pasará tiempo con su familia y amigos, saliendo a correr, a patinar o a entrenar en algunos de los gimnasios de la zona.