El colesterol es una sustancia que produce el hígado y que también se consume a través de los alimentos de la dieta. Una cierta cantidad de colesterol dentro del cuerpo es normal porque éste lo usa para construir células y hormonas para el funcionamiento normal. Los niveles elevados o desequilibrados pueden provocar enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos, como infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o arteriopatía periférica.
El colesterol es una sustancia esencial para el cuerpo humano, pero no todas sus formas cumplen la misma función en el organismo. Existen dos tipos principales: el colesterol ‘bueno’ (HDL) y el colesterol "’malo’ (LDL), ambos necesarios en diferentes proporciones para la salud cardiovascular.
Colesterol HDL: el protector de las arterias
El colesterol HDL ayuda a proteger el sistema cardiovascular al retirar el exceso de colesterol de las arterias y transportarlo al hígado para su eliminación. “Esta acción protectora es crucial para mantener nuestras arterias despejadas y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas”, explica María Valero, dietista-nutricionista del Hospital Universitari Dexeus.
La presencia de niveles altos de HDL en la sangre ayuda a evitar la acumulación de placas en las paredes arteriales, lo que reduce el riesgo de obstrucciones que podrían desencadenar eventos graves como infartos o accidentes cerebrovasculares.
Colesterol LDL: el que hay que vigilar
El LDL, por otro lado, es el tipo de colesterol que requiere mayor control. Este colesterol puede acumularse en las paredes de las arterias, formando placas que limitan o bloquean el flujo sanguíneo, aumentando considerablemente el riesgo de padecer problemas cardiovasculares.
"Cuando los niveles de LDL son elevados, superiores a 180-190 mg/dL, o si el paciente tiene otros factores de riesgo como hipertensión o diabetes, los médicos suelen recomendar un tratamiento farmacológico”, comenta Valero. El objetivo de este tratamiento es evitar que el colesterol "malo" siga aumentando y comprometa la salud del corazón.
Tratamientos y cuidado a largo plazo
Una vez iniciado el tratamiento para controlar el colesterol, es probable que deba mantenerse de por vida.
Las enfermedades cardiovasculares tienden a ser crónicas, y controlar los niveles de colesterol es una medida continua para reducir el riesgo de sufrir eventos graves como infartos. Suspender el tratamiento podría llevar a un aumento de LDL y volver a poner al paciente en una situación de riesgo.
Cómo mejorar los niveles de HDL
Además del control del colesterol LDL, también es importante mantener el HDL en niveles adecuados. Existen varias formas de incrementar este colesterol ‘bueno’ a través de cambios en el estilo de vida, como realizar ejercicio físico regular, preferiblemente 30 minutos al día, con actividades más intensas en al menos tres días de la semana.
Mantener un peso saludable, evitar el tabaco y consumir alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado azul, las nueces y las semillas, también pueden ayudar a mejorar los niveles de HDL.
Avances médicos
En los últimos años, la ciencia ha avanzado en el desarrollo de tratamientos para reducir significativamente el colesterol LDL.
Una de las innovaciones más destacadas son las inyecciones subcutáneas, que, aplicadas dos veces al año en centros sanitarios, han demostrado reducir el LDL hasta un 85% cuando se combinan con otros tratamientos. Esta opción es especialmente útil para pacientes con un alto riesgo cardiovascular que necesitan una disminución drástica en sus niveles de colesterol "malo".