La relación entre la microbiota intestinal y el trastorno del espectro autista (TEA) ha captado un creciente interés en la investigación médica en los últimos años. Estudios recientes sugieren que las personas con TEA pueden presentar un desequilibrio en la composición de las bacterias intestinales y estas podrían influir en los síntomas neurológicos y conductuales característicos del TEA.
La microbiota intestinal, conocida por su papel en la digestión y en la regulación del sistema inmunológico, también se comunica con el sistema nervioso central a través del llamado eje intestino-cerebro, una vía de comunicación compleja que involucra señales hormonales, inmunitarias y neuronales. Esta conexión ha llevado a los investigadores a explorar cómo un microbioma desequilibrado podría afectar el desarrollo neurológico y contribuir a síntomas del TEA, abriendo la puerta a tratamientos innovadores enfocados en la modulación de la microbiota.
¿Qué es el TEA?
Recientemente, un estudio publicado en la revista Nature ha reforzado esta tesis sobre la relación entre la microbiota intestinal y el autismo. La investigación presenta hallazgos sobre cómo los microorganismos que habitan el intestino pueden influir en la sintomatología y diagnóstico del TEA, trazando una posible vía para su detección y tratamiento en el futuro.
El TEA es un trastorno neurológico y del desarrollo que afecta el comportamiento, la comunicación, y la interacción social de quien lo padece. Según el DSM-V, una herramienta que emplean los profesionales de la salud mental para diagnosticar a sus pacientes, se trata de una condición que impacta diversas áreas del desarrollo, como el aprendizaje, la inteligencia y el lenguaje, por lo que su diagnóstico suele requerir la evaluación de un equipo multidisciplinario.
Posibles causas del autismo
Las causas del TEA aún no están claras, pero se considera que tanto factores genéticos como ambientales influyen en su desarrollo. Factores hereditarios y mutaciones genéticas son asociados con el trastorno, como señala Mireia Soriano, psicóloga especializada en TEA del Hospital Universitari General de Catalunya. “Estudios recientes han identificado el gen GRIN2B, relacionado con la comunicación neuronal y la plasticidad cerebral, como uno de los posibles implicados”, señala la especialista.
Por otro lado, factores ambientales también se asocian al TEA. “Sustancias como el ácido valproico o la exposición a metales pesados durante el embarazo pueden aumentar el riesgo de desarrollar el trastorno. Además, la edad avanzada de los padres también ha sido identificada como un factor de riesgo”, aclara la psicóloga del HUGC.
Síntomas según la edad
Los síntomas del TEA varían dependiendo de la edad, pero incluyen patrones de comportamiento repetitivos, dificultades en la interacción social y en la comunicación verbal y no verbal, así como una falta de interés en las interacciones sociales. A medida que los niños crecen, estas señales pueden volverse más evidentes y afectar su desempeño en ámbitos como el juego y las relaciones interpersonales.
Los síntomas del Trastorno del Espectro Autista (TEA) pueden observarse desde temprana edad y evolucionan conforme el niño crece. A los 6 meses, disminuye el contacto visual, se muestra mayor interés en objetos que en personas y falta la sonrisa social. A los 9 meses, el niño no sigue la mirada de los demás, no hay intercambio relacional y no extiende los brazos de manera anticipada. Para los 12 meses, no balbucea, no imita gestos, no señala objetos y presenta movimientos y patrones motrices extraños. A los 15 meses, no establece contacto visual, no responde a su nombre ni a órdenes simples, y no usa las palabras "mamá" o "papá" con sentido.
A los 18 meses, el niño no realiza juegos simbólicos, no señala objetos ni muestra cosas a los adultos. A los 24 meses, no forma frases, muestra desinterés por otros niños, tiene una marcha peculiar y presenta conductas repetitivas o autolesivas. A los 36 meses, se observan dificultades en comunicación y lenguaje, como ecolalias y falta de reciprocidad, así como tendencia al aislamiento social y juego repetitivo. Entre los 4 y 5 años, el lenguaje es restringido, existen dificultades para jugar con otros niños, ansiedad ante cambios y una interpretación literal de las bromas.
En la adolescencia, los síntomas pueden incluir una comprensión limitada de las conductas sociales y sexuales, falta de una orientación vocacional amplia, pocas amistades, aislamiento social y comorbilidades emocionales, como ansiedad o depresión.
Puntos comunes en el diagnóstico y tratamiento
En pacientes con TEA se han detectado alteraciones en el microbioma y en ciertas vías metabólicas. Estos cambios, relacionados con el tipo y función de los microorganismos presentes en el intestino, “podrían usarse en el futuro como un método de diagnóstico del TEA mediante el análisis genético de la microbiota”, según explica el doctor Isidre Casals, pediatra y coordinador de la Unidad de Pediatría del Hospital Universitari General de Catalunya.
Los hallazgos sobre la microbiota ofrecen un enfoque prometedor para el diagnóstico y tratamiento del TEA. De acuerdo con los expertos del HUGC, “la detección de alteraciones específicas en el microbioma podría complementar las pruebas diagnósticas actuales, como el ADOS-2 y el ADI-R, y sería especialmente útil en casos donde el diagnóstico no es concluyente”.
Desde el punto de vista terapéutico, los investigadores consideran que la manipulación de la microbiota, mediante probióticos o prebióticos, podría ayudar a reducir algunos síntomas conductuales en personas con TEA, especialmente en aquellos que presentan problemas gastrointestinales. Según el doctor Manuel Alcántara, especialista en microbiota y cirujano, “aunque la manipulación de la microbiota no cura el TEA, podría mejorar algunos síntomas al reducir la irritabilidad y la impulsividad en los pacientes”.
El impacto de la microbiota en la salud mental
En los últimos años, la microbiota ha sido reconocida como un órgano esencial del cuerpo humano, que no solo reside en el intestino, sino también en la piel, las vías respiratorias, y el sistema reproductivo. Su composición y diversidad se ven afectadas por factores como la dieta, el estrés y la exposición a sustancias nocivas.
El conocimiento sobre la microbiota ha avanzado considerablemente en la última década, gracias a nuevas tecnologías de secuenciación genética. Este avance permite no solo identificar los microorganismos presentes, sino también comprender su función en la salud humana y su relación con enfermedades como el TEA, trastornos de salud mental y enfermedades autoinmunes.
La manipulación de la microbiota, mediante dietas, suplementos y cambios en el estilo de vida, podría convertirse en una herramienta para tratar o prevenir enfermedades en el futuro. Los resultados del estudio en Nature subrayan la importancia de la investigación en esta área y sugieren que, con el tiempo, la microbiota podría jugar un papel clave en el diagnóstico y manejo del TEA.