Cristina atiende a clientes en la librería Sant Jordi

Cristina atiende a clientes en la librería Sant Jordi GALA ESPÍN

Vivir en Barcelona

Cristina, la viuda del dueño de la librería Sant Jordi que lucha por mantener un negocio histórico en Barcelona

Publicada

¿Por qué hay tanta gente?”, preguntan curiosos los transeúntes que pasan por la céntrica calle Ferran, una de las que desemboca en la plaza de Sant Jaume de Barcelona. Desde que se corrió la voz de que la librería Sant Joan está a punto de cerrar, una marea de vecinos, amigos y entusiastas del arte se aglomeran cada día a sus puertas.

Después del fallecimiento de Josep Morales, el propietario de la tienda que tanta huella ha dejado en el barrio de El Gòtic, los familiares anunciaron la venta de packs de libros y descuentos para liquidar una colección que ha trascendido generaciones.

“Es maravillosa la acogida que estamos teniendo”, ha afirmado Cristina Riera, la esposa del difunto dueño. “Yo creo que la gente de Barcelona no quiere que se pierda una librería como esta”, ha lamentado.

Varios clientes observan obras de la Librería Sant Jordi

Varios clientes observan obras de la Librería Sant Jordi GALA ESPÍN Barcelona

Última oportunidad

El escaparate de la Sant Jordi (calle Ferran, 41) no deja indiferente a nadie. Durante décadas, las portadas de libros de arte, cine, fotografía, filosofía y cuentos infantiles han capturado la atención de los peatones.

Una costumbre que se ha visto acentuada en la actualidad, pues es una de las pocas tiendas de barrio que quedan en El Gòtic, uno de lo que más ha sufrido la gentrificación.

Escaparate de la Librería Sant Jordi

Escaparate de la Librería Sant Jordi GALA ESPÍN Barcelona

“He visto por redes sociales que van a cerrar la tienda y he venido antes de que pase. Siempre me paraba a mirarla, pero nunca llegué a entrar”, ha explicado a Metrópoli una joven que llevaba 30 minutos en la cola.

Arrasa por Navidad

Un vecino del barrio, avisado por sus amigos, también ha venido a la librería en busca del mejor regalo de Navidad. Tras pasar una mañana en la calle Ferran, ha salido victorioso.

“Ya conocía la tienda, he venido alguna vez a buscar libros antiguos, pero no quedan muchos sitios donde encontrarlos”, ha añadido el hombre, cargado con dos obras.

Colección única

Pese a la larga espera, la librería San Jordi no decepciona. Barceloneses y curiosos viajeros que han venido de paso por la ciudad no han evitado sino entrar en la diminuta tienda del siglo XIX que compró la familia Morales en la década de los 80.

Tanto Josep como su padre recopilaron durante años una colección llena de joyas altamente valoradas. “Eran unos visionarios”, ha corroborado el cuñado del difunto y hermano de Cristina Riera, Pere Riera, que ha venido a la tienda a echar una mano.

Cada día es Sant Jordi

Estos días, la familia ha vendido más libros que nunca y Pere ha asegurado que hasta han puesto a la venta obras únicas que llevaban tiempo en el almacén. También se pueden conseguir obras de Antoni Tàpies y Joan Miró.

“Que tanta gente haya venido… tiene un valor simbólico”, ha afirmado Pere emocionado. “Es un Sant Jordi tras otro Sant Jordi, no tenemos descanso”, ha añadido.

Interior de la Librería Sant Jordi, llena de gente

Interior de la Librería Sant Jordi, llena de gente GALA ESPÍN Barcelona

La lucha por mantener el negocio

Cristina ha asegurado a este medio que no quiere dejar morir el negocio y que están luchando con el Ayuntamiento y la Generalitat para que el negocio se lo quede otro librero, incluidas las obras que no logren liquidar, de cara a febrero, cuando expire el contrato del local.

“Lo ideal sería que otro librero se quedara con la colección de Josep y de su padre”, ha explicado Cristina, aunque admite que es complicado por problemas con el tipo de permiso.

Cristina Riera, esposa del difunto dueño de la Librería Sant Jordi, Josep Morales

Cristina Riera, esposa del difunto dueño de la Librería Sant Jordi, Josep Morales GALA ESPÍN Barcelona

Mientras puedan, la familia continuará atendiendo a los cientos de personas que visitan la tienda cada día, atraídas por su oferta exclusiva y por llevarse un pedazo de un legado que ha costado décadas construir y que ya forma parte de Barcelona.