No es Roma: el claustro románico escondido en el Raval que forma parte de la iglesia más antigua
El edificio se ha convertido en un refugio que ha sobrevivido a siglos de historia, transformaciones y saqueos para ser un tesoro oculto que ofrece un viaje al pasado medieval
El barrio del Raval de Barcelona esconde un pedazo de historia medieval: el claustro románico de Sant Pau del Camp. Aunque no es tan conocido como otras joyas arquitectónicas de la ciudad, este monasterio es un testimonio tangible del pasado medieval de la capital catalana.
Su iglesia, considerada la más antigua de la ciudad, alberga un claustro que ha resistido el paso del tiempo, los saqueos y los cambios de época, y sigue siendo un ejemplo del arte románico.
Origen del edificio
La historia de Sant Pau del Camp comienza en el siglo IX, aunque no fue hasta el siglo XI cuando se asentó como un monasterio benedictino bajo el auspicio del conde de Barcelona Guifré II Borrell. Se cree que este noble promovió la construcción del recinto sobre los restos de un templo anterior, lo que daría lugar a un complejo que, con el tiempo, se convertiría en uno de los pilares de la Barcelona medieval.
Fuera de las murallas
Ubicado extramuros de la antigua muralla de Barcelona, en una zona entonces rodeada por campos y huertos, el monasterio recibía su nombre de Sant Pau del Camp, aludiendo precisamente a ese entorno rural. Aunque a lo largo de los siglos el edificio ha sufrido diversas transformaciones y saqueos, su iglesia y, sobre todo, su claustro, han llegado hasta nosotros en un estado de conservación notable.
La verdadera joya de este monasterio es su claustro románico, que fue añadido en el siglo XIII. A pesar de los más de 800 años transcurridos desde su construcción, el claustro se mantiene en buen estado, ofreciendo una representación única de la arquitectura medieval.
Escenas mitológicas esculpidas
Los que lo visitan pueden admirar los arcos de tres y cinco lóbulos que enmarcan una serie de columnas, cuyas bases están adornadas con capiteles finamente esculpidos. En estos capiteles, se representan escenas bíblicas, mitológicas y de la vida cotidiana, que incluyen figuras de Adán y Eva, sirenas, monstruos y otros seres fantásticos.
Estos relieves no solo cumplen una función decorativa, sino que también son un medio para transmitir los mensajes espirituales a una población mayoritariamente analfabeta en la Edad Media. Entre las escenas más intrigantes se encuentran representaciones de la serpiente de la tentación y una mujer atormentada por sapos, símbolos que reflejan las creencias y temores de la época.
Además de la escultura, el claustro se caracteriza por su atmósfera de serenidad y recogimiento, que contrasta con el bullicio de las calles. A medida que los visitantes se adentran en este espacio, pueden experimentar la calma que en su día proporcionó a los monjes benedictinos que habitaban el monasterio, quienes lo utilizaban como un lugar de meditación y oración.
Un edificio atacado
A lo largo de los siglos, Sant Pau del Camp ha sufrido múltiples ataques. El monasterio fue saqueado en 985 por las tropas de Almanzor, lo que obligó a la comunidad a abandonar el lugar durante un tiempo. Posteriormente, el edificio fue restaurado y remodelado en varias ocasiones, especialmente en el siglo XIV, cuando se construyó una nueva muralla para la ciudad que incluyó el monasterio dentro de su perímetro.
La iglesia de Sant Pau del Camp, aunque modesta en comparación con otras grandes obras arquitectónicas de la ciudad, es un verdadero ejemplo de la sobriedad y la belleza del románico lombardo, un estilo que se caracteriza por su sencillez y su cercanía a la naturaleza.
Su fachada, con sus columnas visigodas y su tímpano que muestra a Jesús rodeado por los apóstoles, remite a una época en la que la religión y la arquitectura estaban profundamente conectadas.
Un Bien de Interés Cultural desconocido
Sant Pau del Camp es considerado un Bien de Interés Cultural, y su claustro sigue siendo uno de los secretos mejor guardados de Barcelona. Para quienes buscan alejarse de las rutas turísticas tradicionales, este pequeño monasterio ofrece una oportunidad única de sumergirse en la historia medieval de la ciudad y de experimentar la atmósfera de un tiempo en el que la fe, el arte y la vida cotidiana se entrelazaban de una manera profunda y significativa.