Aeropuerto del Prat 2025

Aeropuerto del Prat 2025 SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Vivir en Barcelona

Una estudiante suiza, tras pasar un año en Barcelona: "Entiendo perfectamente el odio hacia los turistas"

Aunque admite que ella no notó ese rechazo, reconoce que notó una saturación de la capital catalana pese a que le encantó "la ciudad y su gente"

Una turista estadounidense, tras visitar Barcelona este verano: "Hay mucha gente, pero la ciudad lo aguanta bien”

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Son las once de la mañana de un jueves de finales de junio. La Terminal 1 del aeropuerto del Prat en Barcelona está abarrotada de maletas, largas colas para facturar equipaje y muchos taxis en la puerta. 

Entre todo ese barullo, una joven suiza espera sentada en un bordillo mientras mira su móvil y se lía un cigarro.

Aeropuerto del Prat 2025

Aeropuerto del Prat 2025 SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Rodeada de equipaje, se despide de Barcelona tras pasar un año estudiando Marketing en una universidad internacional.

Llegó en septiembre. Ahora vuelve a casa con la sensación de haber vivido algo irrepetible: “Me he sentido muy querida y lo voy a echar mucho de menos”, cuenta en conversación con Metrópoli.

Por encima de las expectativas

La joven vino buscando algo distinto. “En Suiza hace mucho frío. Antes estudiaba en Londres y tampoco me gustaba mucho, así que me apetecía cambiar”, explica, sentada junto a un carrito metálico lleno de maletas.

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Aeropuerto del Prat 2025 SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Eligió Barcelona por el clima, pero también por lo que le habían repetido sus amigos en numerosas ocasiones, "varios amigos estudian aquí y me insistieron en que viniera a Barcelona a estudiar, y tenían razón, es una gran ciudad" dice. La experiencia, asegura, superó sus expectativas.

Durante estos meses, disfrutó de la playa, del modernismo de Gaudí, de la vida cultural y de la mezcla constante de idiomas. “Ya no soy tan fiestera. He disfrutado mucho el poder ir a bares tranquilos, cafeterías o museos”, cuenta. 

Una ciudad acogedora, pero con contrastes

A pesar de los debates sobre el coste de vida en Barcelona, su visión es clara: “Para ser sincera, vivir aquí es mucho más barato que Suiza”.

Y es que, aunque el precio de los alquileres le pareció alto, no le pareció un precio inasumible. “No me apetece volver a Suiza, allí todo es mucho más caro, me habría quedado aquí algún año más”, añade con una mezcla de resignación y alegría.

Aunque para ella, no todo son los precios, pero sí "uno de los factores más importantes", la joven también destaca el carácter abierto de quienes viven aquí y lo compara con los suizos: “Suiza es un país muy individualista. Aquí la gente es más cercana. Eso me encanta”.

Sin embargo, su experiencia como estudiante extranjera contrasta con la de muchos barceloneses que conviven con las consecuencias de la masificación turística.

Denuncias al modelo turístico de la ciudad

Mientras ella se despide con nostalgia, el 15 de junio más de 600 personas salieron a las calles de nuevo para denunciar el modelo turístico de la ciudad.

Decenas de personas durante una manifestación contra la masificación turística, a 15 de junio de 2025, en Barcelona

Decenas de personas durante una manifestación contra la masificación turística, a 15 de junio de 2025, en Barcelona Lorena Sopêna - Europa Press

Bajo lemas como “Un turista más, un vecino menos” o “El turismo nos roba”, colectivos vecinales pidieron medidas urgentes para evitar más expulsiones de residentes.

¿Turista, visitante o residente?

Ella no se considera del todo turista, pero tampoco vecina. “Sí, sin duda hay muchos turistas, pero yo también soy turista, aunque haya vivido aquí un año”, reconoce.

Aun así, asegura que nunca notó rechazo. “Recuerdo que el año pasado había un odio generalizado a los turistas, lo cual entiendo perfectamente, pero yo no experimenté nada de eso. Todo era muy abierto, muy acogedor para todo el mundo”.

A minutos de embarcar, admite que habría querido quedarse más tiempo. “Me da mucha pena irme ya a Suiza, me hubiera quedado un par de años más en Barcelona, sinceramente”, admite.  

Su caso refleja una realidad cada vez más común: jóvenes extranjeros que vienen a estudiar o teletrabajar en Barcelona por unos meses, mientras el coste de esa presencia lo asumen quienes intentan seguir viviendo en sus barrios de toda la vida.