Calle de la Anisadeta en una imagen de archivo / GOOGLE MAPS
La curiosa calle de Barcelona que muy pocos conocen: mide menos de cuatro metros y tiene más de 1000 años de historia
Esta zona conserva leyendas medievales y el aroma característico de la antigua taberna que dio nombre al pasaje
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En pleno corazón del Born, entre la Basílica de Santa Maria del Mar y los antiguos pórticos de la calle de les Caputxes, se esconde un diminuto pasaje que pocos turistas y locales conocen: la calle de l’Anisadeta.
Con apenas cuatro metros de longitud, este estrecho tramo de piedra conserva siglos de historia y tradiciones, uniendo pasado medieval con la memoria viva de la Barcelona marinera.
Un vestigio de la Barcelona medieval
Aunque su tamaño pueda parecer insignificante, la calle de l’Anisadeta es un verdadero testimonio del urbanismo medieval barcelonés. Su origen se remonta al siglo X, cuando los alrededores del puerto y del Born comenzaban a configurarse como el centro neurálgico de la actividad comercial y marítima de la ciudad.
Calle de L’Anisadeta
En aquel entonces, la calle era ligeramente más larga; la demolición de un voladizo redujo su extensión, una práctica común en la época para reorganizar el espacio urbano dentro de las murallas.
Su nombre proviene de “Ca n’Anisadeta”, una antigua taberna donde los pescadores y trabajadores del puerto se reunían para beber anisadeta, una bebida de anís con agua que endulzaba las largas jornadas de trabajo. Este local se convirtió en un punto de referencia en el barrio, dejando una huella que perdura.
Leyenda y tradición
La calle también está envuelta en una curiosa leyenda urbana. Se cuenta que en este pequeño pasaje vivía una joven que vendía anís a los pescadores y cuya belleza y amabilidad conquistaron a muchos hombres.
Sin embargo, desapareció misteriosamente un día, generando rumores sobre si huyó voluntariamente o si fue secuestrada por un pretendiente obsesionado. En su honor, el pasaje recibió el nombre que conserva hasta hoy, y su aroma a anís sigue evocando ese pasado.
A pocos metros, la calle de les Caputxes aún conserva los característicos voladizos medievales, un recordatorio tangible de cómo se estructuraba la Barcelona del siglo X y posteriores siglos, donde cada rincón tenía un propósito funcional y social.
La calle l'Anisadeta de Barcelona
Un paseo corto
Recorrer la calle de l’Anisadeta puede tomarse literalmente en unos pocos pasos, pero su valor histórico es incalculable. Este diminuto pasaje refleja cómo, incluso en los rincones más pequeños, se puede leer la evolución de la ciudad, sus costumbres y su arquitectura.
Mientras que la Gran Via de les Corts Catalanes ostenta el título de la calle más larga de Barcelona con sus 13 kilómetros, el Anisadeta demuestra que la historia no se mide en metros, sino en memoria y tradición.
Barcelona y sus rincones escondidos
La capital catalana está llena de calles, pasajes y plazas que parecen invisibles a simple vista, pero que conservan siglos de historias entre sus piedras. El Born, en particular, ofrece un mapa de secretos medievales: desde las antiguas murallas y los pórticos hasta los patios escondidos de edificios que han resistido guerras, revoluciones y la transformación urbana del siglo XX.
La Anisadeta es un ejemplo perfecto de cómo la historia convive con la vida cotidiana, rodeada de cafeterías, pequeñas boutiques y restaurantes que preservan el encanto del barrio.
Para quienes pasean por el Born, descubrir la calle más corta de Barcelona es como abrir un pequeño libro de historia: cuatro metros que cuentan mil años. Un recordatorio de que, en Barcelona, cada rincón tiene algo que contar, y que incluso el callejón más diminuto puede convertirse en un tesoro urbano para quienes saben mirar.