El tráfico de drogas es uno de los principales problemas a los que se enfrenta el barrio de Gòtic. Sus vecinos ya no solo tienen que lidiar con los punteros ---los camellos a pie de calle-- En los últimos meses, han visto una proliferación de asociaciones cannábicas que ha ido eclipsando los comercios emblemáticos, que se han visto obligados a cerrar sus puertas. Es el caso de centenaria Farmacia de la Estrella, donde ahora hay una tienda de productos relacionados con la marihuana.
Como esta antigua farmacia reconvertida en tienda canábica, hay decenas de negocios de la misma índole, una situación que denuncian desde la asociación de comerciantes Barna Centre. También lo hacen las entidades vecinales como Fem Gòtic, que luchan para visibilizar una realidad que está degradando el centro histórico de Barcelona. Los traficantes han encontrado varias maneras de hacer negocios clandestinos con el tráfico de estupefacientes. Una de las maneras más recurrentes es a partir de las asociaciones de marihuana, que se encuentran en un vacío legal del que se aprovechan los vendedores.
La sentencia del Tribunal Supremo
En 2016, el gobierno de Colau aprobó una normativa para gestionar los clubes cannábicos. No obstante, una sentencia de Tribunal Supremo del 2021 lo cambió todo: determinó que el consistorio no tenía competencias para su regulación. El alto tribunal también explicó que eran espacios susceptibles de la comisión de delitos, concluyendo que es el Estado el que tiene la competencia exclusiva para su regulación.
Desde esa sentencia, los clubs de cannabis han pasado a tener únicamente la habilitación de club social privado y bajo ningún concepto pueden hacer actividades que promuevan el consumo de marihuana, como tampoco su cultivo o venta. El ejecutivo de la exalcaldesa argumentaba que era necesaria la regulación de estas asociaciones haciendo referencia a la eficacia del THC para el tratamiento del cáncer y otras enfermedades, a pesar de que este perfil de consumidor representa un porcentaje muy pequeño en comparación con el total de fumadores.
El Ayuntamiento, en contra de los clubs cannábicos
Albert Batlle, teniente de Prevención y Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, ha manifestado su voluntad de acabar con estos clubs, a los que considera "un elemento básico de la conflictividad". El objetivo del edil socialista es encontrar la manera legal de prohibir todas las asociaciones de marihuana de la capital catalana.
El intendente mayor de la Guardia Urbana --Pedro Velázquez-- siguiendo la misma línea que Batlle, se muestra preocupado por la banalización de la marihuana, a la que no se la puede considerar una droga "blanda" por las consecuencias que tiene para la seguridad de la ciudad, decía el máximo responsable de la policía municipal en una conversación con Metrópoli en Cadena Cope.
El 'modus operandi' de los clubs ilegales
A pesar de que la gran mayoría de clubs cannábicos cumplen con la normativa, hay algunos que venden marihuana de manera ilegal y clandestina. Tal como denuncian varios vecinos a este digital, muchos de estos negocios se encuentran en el Gòtic. El modus operandi es muy similar al de los narcopisos, que también proliferan en el barrio.
"Para poder acceder a estos locales, te tienen que captar por la calle. Un ciudadano de a pie no sabe dónde están escondidos. En su interior no solo venden marihuana, los usuarios se pueden encontrar todo tipo de sustancias estupefacientes", asegura una vecina de la asociación Fem Gòtic.
Captadores a pie de calle
Para evitar el consumo de marihuana ilegal por parte de los turistas, la ley marca que entre la fecha de incorporación al programa de autoabastecimiento y la primera dispensación debe transcurrir un período de carencia de 15 días, salvo en los casos de asociados que lo necesiten por motivos terapéuticos, que pueden hacer la primera retirada el mismo día de su incorporación, algo que muchas asociaciones de marihuana tampoco cumplen.
Además del tráfico de drogas, muchos de estos negocios tienen captadores a pie de calle. No hay que confundirlos con los punteros, que son los camellos que, al grito de coffee shop, venden sustancias estupefacientes a los turistas. Los captadores son personas subcontratadas por las asociaciones cannábicas que, igual que los punteros, seleccionan a potenciales clientes en la calle, pero se los llevan a los clubs de marihuana --supuestamente legales-- para que compren en su interior. Esta actividad también es completamente ilegal y está penada con cárcel, ya que se considera incitación al consumo de drogas: "Queda prohibido hacer publicidad del cannabis mediante cualquier forma de comunicación, recomendación o acción comercial cuyo objetivo o efecto directo o indirecto sea la promoción de las asociaciones de consumidores de cannabis, de los clubes o del consumo de la sustancia", dice la Ley Estatal de las asociaciones de consumidores de cannabis.
El papel de las tiendas cannábicas en las asociaciones
En Barcelona hay, aproximadamente, 200 asociaciones de marihuana. A estas, hay que sumarles las tiendas que venden productos como el CBD, completamente legales y que solo venden artículos sin THC, que es el principio psicoactivo del cannabis. "A pesar de que su actividad suele ser completamente legal, muchas veces asesoran a sus clientes sobre dónde pueden adquirir la droga: desde los camellos a pie de calle hasta las asociaciones", lamentan desde Fem Gòtic.
Desde la Federación de Asociaciones Canábicas de Catalunya (FACC), por su parte, aseguran que rechazan completamente las prácticas ilegales: "Lamentablemente, hemos observado que algunos clubes de cannabis han desviado su objetivo principal y han adoptado prácticas irresponsables".
La FAAC también especifica que se trata de un conflicto que se concentra en los distritos de la ciudad que están siendo afectados por la gentrificación turística: "Esta situación promueve una ciudad que prioriza los intereses del sector empresarial, lo que tiene consecuencias indeseables para la sociedad y donde las prácticas inapropiadas de ciertos clubes de cannabis encuentran un terreno fértil para desarrollarse", concluye.