La relación es buena, casi se podría decir que "muy buena". Se admite el cambio de rasante, el tono distinto, las ganas de llegar a acuerdos. Pero hay recelos. Los empresarios en Barcelona esperan que el alcalde Jaume Collboni tome decisiones. Algunos se lo han comunicado de forma clara. Actuarán, ofrecerán apoyo, colaborando en los planes que tenga en marcha el consistorio, siempre que delante tengan a un responsable que les ofrezca garantías. Los empresarios, los inversores, los que pueden reorientar el rumbo de la ciudad, quieren saber quién dirigirá Urbanismo.
Más allá de la presión que puedan ejercer, las fuentes consultadas van en una misma dirección: “El alcalde debe decidir, y se puede entender que ahora quiera ganar tiempo, pero no es lo mismo un gobierno de coalición con los comunes, con figuras como Janet Sanz, o un gobierno municipal con el equipo de Xavier Trias, o con Collboni en solitario, que sería algo muy difícil”. Aunque se entiende que Urbanismo sea "innegociable" y que seguirá en manos socialistas, se quiere tener la total seguridad cuando se llegue a un acuerdo para formar gobierno con otro partido.
La cuestión es vital para que la ciudad de Barcelona pueda dar un salto. El alcalde Collboni y su núcleo de confianza en el Ayuntamiento lo sabe. El edil socialista no lo ha ocultado y ofrece todo el diálogo necesario con el mundo económico, con el sector privado, con empresas e inversores. A ellos les dirigió un mensaje rotundo en el Círculo de Economía, al anunciar con claridad que modificará el plan de reserva del 30% de vivienda pública en las promociones urbanísticas.
El Ayuntamiento cuenta con solares públicos que ha ofrecido a la Generalitat, responsable de la competencia en vivienda. Tiene planes y quiere que se incremente de forma notable la construcción de vivienda pública y vivienda libre, en colaboración con los alcaldes metropolitanos de Barcelona. La idea de Collboni es monetizar esa reserva del 30% en las promociones, algo que los inversores no han visto mal. Se trataría, señalan, de una especie de canon, aunque con la posibilidad de que se incrementen los precios de la vivienda libre. Y asumen que Collboni desee construir vivienda pública en el centro de la ciudad y no en la periferia, a modo de gueto. Es un temor que han expresado los comunes, muy irritados con la decisión de los socialistas de dar marcha atrás al proyecto del 30%.
Xavier Trias defiende la misma propuesta que Collboni. Pero, ¿de qué depende todo? Fuentes del equipo de gobierno municipal sostienen que se ha ofrecido diálogo y que en los próximos meses el sector privado deberá demostrar cómo quiere cooperar, con qué intensidad querrá colaborar, a partir de las prioridades que marque el alcalde. Pero las dos partes se miran de reojo. Porque el primer paso, a juicio de esos sectores económicos, --patronales, fondos de inversión, empresarios, entidades comerciales— lo debe dar el propio alcalde con la formación de un gobierno estable que tenga claro el modelo de ciudad que quiere implementar. Y se insiste con dos nombres: “No es lo mismo que Urbanismo esté en manos de Laia Bonet o de Janet Sanz”.
¿CON QUIÉN NEGOCIAR EL PRESUPUESTO?
La primera es socialista. Es la primera teniente de alcalde. Bonet ha demostrado en los cien días de gobierno del alcalde Collboni que es una “máquina”. Ofrece confianza. Y ella se ha crecido –aseguran— con contundentes aseveraciones marcando distancias con los comunes. Sucedió con la sentencia de la juez sobre la Superilla de Consell de Cent. “No se puede aplicar el urbanismo desde la confrontación”, aseguró, para añadir que prueba de ello era la “judicialización” en el caso de la Superilla de Consell de Cent.
El caso es que las manifestaciones públicas de Collboni son ambivalentes. Señala que apuesta por un gobierno “progresista”, lo que, a priori, incluye a comunes y ERC, pero que no quiere prescindir de Junts per Catalunya. Las dos cosas, sin embargo, son incompatibles.
Collboni ha expresado su deseo de actuar con calma, y ha querido diferenciar las negociaciones de los presupuestos de 2024 con la negociación de un gobierno de coalición. Pero el propio equipo de gobierno de Collboni entiende que eso es casi imposible. Negociar un presupuesto y las vitales ordenanzas fiscales marca un modelo de ciudad, una orientación para todo el mandato. ¿Puede negociar las cuentas con Xavier Trias y pactar luego un gobierno de coalición con los comunes? “Eso es imposible”, se señala.
¿Entonces? Collboni no quiere que Barcelona sea una moneda de cambio de lo que suceda en Madrid, con la investidura de Pedro Sánchez en juego. Pero lo que ocurra, finalmente, será de vital importancia. Y lo que piden los sectores económicos de la ciudad es que se piense a medio y largo plazo. “Sin duda la relación es mejor que con Ada Colau, y las orientaciones sobre casi todo son distintas, pero Collboni tiene una oportunidad para un impulso de verdad, y el problema es que se quede a medio camino”, insisten las fuentes económicas consultadas. Por ahora, con las primeras reuniones con el alcalde, la satisfacción es alta: "Conoce a la perfección la ciudad y quiere mandar, tiene claro que el alcalde es él y que los alcaldes tienen muchas atribuciones", se señala.
¿Cómo se traduce esa cuestión? En realidad la decisión atañe al conjunto del PSC, con Salvador Illa a la cabeza. En el plan de futuro de los socialistas en Catalunya, condicionados siempre por la suerte del PSOE, debería figurar, entienden esos mismos sectores, la evolución de Barcelona, con los socios que aseguren cambios reales.
Con muchos ámbitos de la ciudad en juego, se considera que los verdaderos cambios siempre llegan desde el área de Urbanismo, que define el modelo para los próximos años. Pasqual Maragall lo hizo, inspirado en la ciudad de Baltimore, en Estados Unidos. Ahora podría hacer lo propio Jaume Collboni. “Hay muchas personas esperando, y responderán con creces, pero siempre que se defina qué se quiere hacer”, insisten los empresarios.