El mercado de la miseria ha invadido la ronda de Sant Antoni. Decenas de vendedores de productos salidos, en su mayoría, del contenedor, ocupan la plataforma que durante nueve años acogió las carpas provisionales del mercado de Sant Antoni. La escena se repite casi a diario desde hace un par de meses, explican comerciantes de la zona a Metrópoli Abierta. "De lunes a viernes se ven unas pocas decenas. Pero los sábados y domingos los hay a centenares. La Guardia Urbana viene y los espanta, pero al poco tiempo, regresan", narra, desesperada, una comerciante.
Un paseo por este mercado permite comprobar que la mayoría de los objetos que se venden son de la basura, aunque también hay algunos productos robados y de subastas que se celebran en los Encants de enseres de casas que se han vaciado o negocios que han cerrado. Juguetes usados y medio rotos, desechos de móviles, ropa muy vieja, bambas utilizadas, maltrechas maletas, sartenes en las que casi nadie se freiría un huevo frito.... son la tónica habitual. También se puede hallar alguna ganga: libros viejos o descatalogados, compactos, películas..., pero es más difícil.
El mercado de la miseria creció y se extendió durante años en los alrededores de Glòries, pero la presión de la policía -coincidiendo con el estreno de una parte del parque de la Canòpia Urbana y la proximidad de las elecciones- lo obligó a trasladarse en abril a la plaza Reial. Allí, los vendedores acudían sobre todo los domingos, coincidiendo el mercado numismático y dominical. El presidente de los numismáticos, José María Ríos, dijo entonces que se había producido un efecto llamada, y el presidente de Amics de la Rambla, Fermín Villar, puso el grito en el cielo al ver las terrazas vacías y la caída de las ventas de los numismáticos. Las redadas policiales se han sucedido y ahora la inacción de Ada Colau ha llevado este top manta de los contenedores a la ronda de Sant Antoni.
TRANSFORMACIÓN PARALIZADA
El 23 de mayo de 2018, los comerciantes del mercado de Sant Antoni dejaron las carpas provisionales y estrenaron el nuevo edificio. Las construcciones que ocuparon durante nueve años no se derribaron hasta otoño de 2018. Y, desde entonces, el tramo de la ronda de Sant Antoni, entre la ronda de Sant Pau y la plaza del Pes de la Palla está abandonado. El desmontaje de las carpas tenía que ir acompañado del inicio de la transformación definitiva de la vía. Los trabajos se tenían que hacer en dos fases. La primera, antes de los comicios del pasado mes de mayo, era entre las calles de Comte d'Urgell y Floridablanca. Sin embargo el proyecto no salió nunca de los despachos.
El Ayuntamiento tenía abierto en junio de 2018 un concurso público para la adjudicación de las obras por un valor de 5.098.006 euros, IVA Incluido. La oferta pública la había colgado la empresa Barcelona de Infraestructuras Municipales (BIMSA). Sin embargo, el 5 de julio, pocos días antes de que acabara el período de presentación de ofertas, BIMSA anunció que anulaba la licitación. La pasada primavera, fuentes del PSC, ahora en el gobierno de la ciudad, confirmaron que los trabajos se paralizaban porque entraban en el paquete de recortes impulsado por Colau ante la caída de ingresos municipales.
Desde entonces, la zona vive en un estado de provisionalidad. El gobierno municipal vende que "la ronda se ha recuperado para uso vecinal", pero lo cierto es que la calle es un desierto de cemento que, con la llegada del mercado de la miseria, está lleno de suciedad y "sumido de la degradación", apuntan varios comerciantes que prefieren permanecer en el anonimato. Ni siquiera se sacó la losa sobre la que se asentaron las carpas provisionales del mercado de Sant Antoni. Y de noche, opinan los comerciantes, es un lugar poco iluminado y peligroso en el que, de vez en cuando, se ven robos.
LAS OBRAS, "ESTE MANDATO"
Antes de las elecciones de mayo, el gobierno aseguraba que la reforma de la ronda de Sant Antoni se ejecutaría en 2020. Ahora, en cambio, se habla de "este mandato". Fuentes municipales explican a este medio que continúa el proceso de debate para decidir de manera consensuada cómo tiene que ser la futura ronda. La reurbanización que se plantea es completa, entre la ronda de Sant Pau o Comte d'Urgell y la plaza de la Universitat. El Ayuntamiento quiere poner en el centro de las prioridades las zonas verdes, los peatones y la movilidad sostenible. El discurso es el mismo que hace unos meses, pero ahora no hay un calendario concreto. O, al menos, el gobierno solo habla de ejecutar los trabajos este mandato, que acaba en 2023.
Es sábado por la mañana, 15 de diciembre, la ronda de Sant Antoni está llena de vendedores marroquíes y de la Europa del este. También hay gente española -algunas personas muy mayores- que intenta sacarse algo de dinero para sobrevivir con cosas que ya no les sirven. "Antes que tirarlo, lo vendo. En un día puedo ganar 15 o 20 euros", explica un vendedor.
Poco antes de las 12.00, la Guardia Urbana hace acto de presencia junto a operarios de la limpieza. En pocos minutos, la ronda se vacía. Las redadas son muy habituales. "La policía viene mucho, pero cuando se va, los vendedores vuelven", precisa una vecina. Dos agentes de la Guardia Urbana hablan con un vendedor. En ocasiones también los sancionan, pero pocas veces estas multas se cobran. Mientras, el servicio de BCNeta recoge los objetos que quedan esparcidos o que han sido requisados y los pone en el camión. La persecución se repetirá a las pocas horas y otros días. Mientras dure la inacción del gobierno municipal, ahora con Colau y Jaume Collboni al frente, la situación no mejorará.