El mediodía de este martes ha sido especialmente atípico en la Taberna Galega O'Chispa. La persiana de este restaurante de L'Hospitalet de Llobregat está bajada y Jesús, su propietario, la está limpiando con la ayuda de otros trabajadores. La pasada noche, el establecimiento fue vícitma de un acto vandálico en el que "un grupo de chavales", como el gerente afirma, han lanzado globos con pintura y le han escrito dedicatorias como "puto nyordo" y "vuelve a tu país".
El ataque se ha producido después de que el restaurante reivindicara la polémica acción llevada a cabo el pasado domingo: el lanzamiento de globos rellenos de sangre a la fachada de la Generalitat. Acusado de "fascista" y de haber realizado esta acción por motivos ideológicos y "políticos", Jesús niega rotundamente esta motivación e inisiste en las que han sido las razones que le han llevado a orquestrar estos hechos. "Quiero señalar la situación dramática que vivimos y la inacción de los gremios", afirma en declaraciones a Metrópoli Abierta.
REIVINDICACIÓN POR EL CIERRE
El propietario del restaurante gallego asegura que la pintada a la fachada de la Generalitat "no es por política ni por fascismo". En este sentido, explica que se trata de una "reivindicación contra el cierre" que está llevando al límite a la hostelería y otros sectores que también están sufriendo restricciones.
Jesús se muestra totalmente contrario a la postura adoptada por el Govern respecto al cierre por la pandemia, pero al mismo tiempo carga contra los "gremios", a los que acusa de "no hacer nada". "Hay protestas de 10 o 20 personas... ¿De qué sirve eso? ¿Qué están haciendo los gremios al respecto?", se pregunta el propietario. Él ha sido uno de los hosteleros que ha decidido ir más allá en las formas de protesta, y lamenta la falta de iniciativa y cohesión del sector para mostrar su descontento.
ACCIÓN CONTROLADA
Mientras algunos clientes pasan por delante del establecimiento y se interesan por el estado del mismo tras el ataque, Jesús afirma que la "interpretación" llevada a cabo en la plaza Sant Jaume fue una acción que "quería controlar perfectamente", por lo que la ideó al margen de sus trabajadores.
En esta línea, cree que "los Mossos vieron que no había riesgo porque sino habrían actuado al momento". Según él, tan solo se trató de "bolsas de sangre" que se pueden limpiar de la fachada fácilmente, algo que la propia policía catalana vio como inofensivo.
LA COMIDA PARA LLEVAR, INSUFICIENTE
Al margen de su acción, Jesús alza la voz contra un cerrojazo que desangra al sector. El gerente denuncia que limitar el negocio a la comida para llevar y el delivery es insuficiente para garantizar su viabilidad, y una excusa para minimizar el impacto de las restricciones impuestas por el Govern. "Vendemos producto especializado, no somos una pizzería. ¿Qué hago? ¿Llevo tres chuletones a un piso con 12 personas y cuando llego allí les denuncio?", lamenta Jesús.
El propietario también propone alternativas que eviten el cierre total. Pone como ejemplo la reducción de comensales por mesa, que permitiría abrir con limitaciones y mayor seguridad. Porque las restricciones han dejado al negocio de Jesús, en funcionamiento desde 2015, en un escenario "totalmente dramático".