Gonzalo Ferrer, apoyado en el mástil de su embarcación en el Port Olímpic este jueves / GUILLEM ANDRÉS

Gonzalo Ferrer, apoyado en el mástil de su embarcación en el Port Olímpic este jueves / GUILLEM ANDRÉS

El pulso de la ciudad

Gonzalo, residente en un barco del Port Olímpic: "No molestamos a nadie"

Dos hombres que viven en el muelle protestan contra la prohibición del Ayuntamiento de residir en el puerto

14 febrero, 2022 00:00

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Gonzalo Ferrer vive en su barco amarrado en el Port Olímpic desde hace cinco años. "Siempre supe que tarde o temprano acabaría viviendo aquí", explica a Metrópoli este instructor de vela. Trabaja en el Centre Municipal de Vela, a 200 metros de su barco de 12 metros de eslora por el que paga un amarre de 600 euros.

"Vivir aquí es un lujo. Es un reducto de tranquilidad dentro de la urbe", comenta sonriente este vasco. Hace poco más de un mes recibió una circular de B:SM, la empresa del Ayuntamiento que desde 2020 gestiona el muelle. La nota contenía una información a nota de advertencia. Explicaba que está prohibido vivir en los barcos. 

Este profesional de la mar se muestra un tanto preocupado por su futuro en el embarcadero barcelonés. Dice que amigos suyos que también viven en él no le han dado importancia, pero él no las tiene todas consigo. "No tengo muy claro como acabará esto", asegura desde la proa de su hogar, apoyado en la génova. "Ellos creen que no cambiará nada, pero yo tengo mis dudas".

30 INQUILINOS

Según los cálculos de Gonzalo, en el muelle –el único de gestión pública de la ciudad– viven, al menos, una treintena de personas. Los más veteranos se instalaron tras los Juegos Olímpicos de 1992 cuando se creó el muelle. También hay familias con menores que estudian en colegios cercanos y personas vinculadas al mundo de la náutica que prefieren este modo de vida, más económico que muchas habitaciones de alquiler de la ciudad.

Entrada de un pantalán del Port Olímpic / GUILLEM ANDRÉS

Entrada de un pantalán del Port Olímpic / GUILLEM ANDRÉS

Joan (nombre ficticio) también vive en una embarcación (311 euros mensuales) y trabaja en el puerto. "Vivir aquí es como hacerlo fuera de Barcelona", ilustra desde el muelle, ubicado a pocos metros de la Barceloneta.  Como Gonzalo, duda de que el consistorio pueda determinar quién vive en el barco. "¿Cómo lo podrán demostrar? Yo puedo pernoctar porque trabajo hasta tarde", observa.

Este empleado también lleva cinco años habitando en varios barcos, pero él lo hace a temporadas. Cuenta que desde Capitanía, la máxima responsable del puerto, "no ve con buenos ojos" que se resida a flote y lo explica con un episodio ocurrido hace un año cuando la capitana contestó despectivamente a un hombre que solicitó un amarre para vivir en un barco. En un intercambio de opiniones subidas de tono, la capitana dijo, según Joan, que en el puerto no querían "chabolistas".

COMUNIDAD DE VECINOS FLOTANTE

Vivir en un muelle es hacerlo en una suerte de comunidad de vecinos. "Nos conocemos todos y en ocasiones nos reunimos a tomar unas cervezas y si se hace tarde cenamos. Este es un lugar de descanso, tranquilo. El ambiente es como el de una comunidad de vecinos", comenta Marc. La mayoría de los inquilinos de las embarcaciones están relacionados con el mundo del mar y tienen trabajos en ese ámbito.

Gonzalo y Josep destacan que la presencia de las decenas de personas que habitan este barrio flotante tiene ventajas. "Damos vidilla a la zona y, sobretodo, vigilancia. Detectamos si algún intruso sube a algún barco", subrayan. Pero en ocasiones se cuela algún indeseable que busca algún objeto de valor. Hace tres meses a Marc alguien se coló en el barco de Marc y se llevó un pequeño botín: dos sacos de dormir, una chaqueta y una tableta.

Velero amarrado en el Port Olímpic de Barcelona / GUILLEM ANDRÉS

Velero amarrado en el Port Olímpic de Barcelona / GUILLEM ANDRÉS

"NO PUEDEN PRESCINDIR DE NOSOTROS"

A este hombre que planea comprarse una embarcación solo parar vivir le preocupa que el Ayuntamiento lo eche en el futuro. Los dos marineros aprueban la transformación del gobierno de Ada Colau del Port Olímpic para transformarlo en un polo de "economía azul", como le denomina el consistorio, una zona con negocios relacionados con el mar que busque a un público familiar. "

Con eso han dado en el clavo, pero no pueden prescindir de nosotros", pide. "Yo les diría que se lo repiensen", reclama Gonzalo. Además, avisa, que hay varios inquilinos empadronados en el muelle. "Cómo les echarán si el mismo Ayuntamiento les ha autorizado un padrón municipal", se pregunta.