El botellón en Barcelona, "una actividad habitual" para el 39,1% de los jóvenes
El fenómeno es practicado sobre todo por personas entre 14 y 24 años y más hombres que mujeres
13 marzo, 2022 00:00Noticias relacionadas
El botellón es "un actividad habitual" para el 39,1% de los jóvenes de Barcelona. Así lo pone de manifiesto el documento de trabajo del Ayuntamiento de Barcelona Diagnosi de la Taula Ciutadana per una nit cívica i segura fechado el 10 de marzo. El análisis municipal concluye que esta práctica tiene su "punto álgido" entre los 14 y 24 años y decae de forma importante a partir de los 25 años. En la citada mesa, además del gobierno de la ciudad y del resto de grupos municipales, han participado representantes del ocio nocturno, el síndic de Barcelona, la Generalitat, el Consell de la Joventut de Barcelona, los Mossos d'Esquadra y otras entidades.
Según el consistorio, a principios de 2021 había en Barcelona 434.523 jóvenes, una franja de edad que va desde los 13 a los 34 años, es decir que el número de personas que practica botellón en Barcelona de forma habitual es de unas 170.000. La participación es mayoritariamente masculina, con un 41,9% de hombres, y un 36,4% de mujeres, cita el Ayuntamiento.
EL 76,3% PREFIERE IR A BARES O DISCOTECAS
El informe municipal expone cuáles son las principales actividades de ocio de la población joven de Barcelona, y el botellón aparece en sexto lugar. Por delante, los ciudadanos de entre 13 y 34 años prefieren escuchar música o radio (97%), ver series o televisión online (92,9%), ir a bares o discotecas (76,3%), hacer deporte (64,5%) y leer, ir al teatro o a museos (49,5%). Por detrás del fenómeno del botellón, un 18,5% de los jóvenes barceloneses asegura que colabora con ONG's.
El documento analiza de forma diferente el ocio nocturno reglado y el no reglado, en el que tienen cabida los botellones. Afirma que los botellones no son exclusivos de Barcelona e indica que no en todas partes existe una prohibición expresa de beber en la calle, un veto que sí se da en Barcelona a través de la Ordenanza de civismo, en vigor en la ciudad desde finales de 2005. En París, por ejemplo, se limita el consumo de alcohol en parques y localizaciones céntricas.
LA ZONA DE PERE IV, UN PROBLEMA DE BOTELLÓN PERSISTENTE
A raíz de los graves disturbios durante los botellones de las fiestas de la Mercè, con robos, peleas, destrozos de locales y enfrentamientos de la policía, el Ayuntamiento puso en marcha dos proyectos piloto. Uno de ellos fue "una intervención intensiva en fase de diagnosis en espacios de fiesta mayor en macrobotellones, algunos de ellos con una participación de más de 40.000 personas". Otro fue impulsar "una diagnosis-intervención, desde el Servei de Mediació Nocturna de Barcelona, para tratar el consumo de alcohol en la calle de Pere IV del distrito Sant Martí, una zona en la que los vecinos llevan años quejándose del consumo de alcohol y los problemas que se deriva de ello. De las 2.115 intervenciones realizadas en este período, 646 fueron en un contexto de botellón.
El Ayuntamiento ha concluido que en el consumo de alcohol en la calle se debe diferenciar entre macrobotellones y botellones. En los primeros participan grupos de más de 50 personas, suelen ser acontecimientos puntuales y tienen lugar en grandes espacios. Los participantes, muchas veces, no se conocen y las convocatorias se suelen hacer a través de redes sociales. Se trata de concentraciones estáticas y funcionan como una alternativa al ocio reglado (discotecas y bares).
LOS BOTELLONES, "PRÁCTICA RECURRENTE"
Los botellones, en cambio, son pequeños grupos (menos de 50 personas) que se reúnen para beber en el núcleo urbano. El consistorio opina que es "una práctica recurrente" y no se tiene porque dar en un punto fijo sino que se puede desplazar de un lugar a otro. En los botellones, la mayoría de veces la gente se conoce y se trata de un fenómeno "integrado en las dinámicas de ocio nocturno regladas".
Ambos también presentan aspectos en común. En general, tanto en macrobotellones como en botellones participan más hombres que mujeres y la asistencia desciende de forma importante a partir de los 25 años. Los dos requieren de muy poca organización, son espontáneos, lo que dificulta la gestión de los mismos. En cualquier caso, los macrobotellones se concentran en pocos puntos de la ciudad, mientras que los botellones se hacen "en la proximidad de los principales puntos de ocio nocturno", dice el informe.
EL BOTELLÓN HA CAMBIADO CON LA PANDEMIA
El documento concluye que la práctica de beber alcohol en el aire libre "no es un fenómeno nuevo en la ciudad, sino que más bien ha adquirido una nueva relevancia y significación con motivo de la pandemia y de su gestión". Así, según el consistorio, ahora en Barcelona conviven dos puntos de vista sobre los botellones. El de las personas que piensan que su irrupción ha sido una consecuencia de la pandemia y, por tanto, es un fenómeno puntual. Y el de aquellos que lo consideran una nueva práctica de ocio y que persistirá en el futuro.
Entre los aspectos que favorecen el botellón en Barcelona se citan a la capital catalana como "una ciudad mediterránea", las necesidades relacionales fruto de las restricciones de la pandemia, la aceptación social del bajo riesgo que supone el consumo de alcohol, los déficit de la oferta de ocio nocturno, la existencia de normas que son difíciles de hacer cumplir y el turismo de borrachera.
INTOXICACIONES ETÍLICAS
Por otra parte, entre los principales efectos negativos que tiene el botellón figuran las intoxicaciones etílicas (también entre menores), el ruido, la suciedad de espacios de la ciudad, la alarma y los problemas que conlleva para el vecindario -en la Barceloneta, por ejemplo, están hartos-, el incivismo, los actos vandálicos y los delitos, el riesgo en la conducción, el deterioro de la imagen de Barcelona, el perjuicio para los locales de ocio nocturno y la criminalización de la juventud.
Coincidiendo con la elaboración de este informe, el síndic de Barcelona, David Bondia, presentó uno de propio, que entre otras cosas recomendaba crear espacios para botellones en la ciudad, pero siempre evitando que fueran considerados botellómetros. El primer teniente de alcaldía Jaume Collboni lo tildó de ocurrencia y dijo que no entraba en la agenda del gobierno.