Las obras de la superilla del Eixample se retrasan un mes sobre el calendario previsto y arrancarán finalmente este julio en lugar de junio. La comisión de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado de forma definitiva este jueves los proyectos de transformación en ejes verdes de las calles del Consell de Cent, Girona, Comte de Borrell y Rocafort, y la creación de cuatro plazas en la confluencia de Consell de Cent con Girona, Rocafort, Comte Borrell y Enric Granados [ver aquí la nota de prensa municipal].
La intención de los comunes era que las pacificaciones de estas calles estuviesen listas en primavera, antes de las elecciones municipales de mayo de 2023. Ahora las fuentes municipales consultadas no se han pronunciado sobre cuándo acabarán las obras. En un futuro, el proyecto prevé convertir una de cada tres calles del Eixample en un eje verde. El presupuesto para los trabajos que se iniciarán en julio se elevan a 52,7 millones de euros.
FIN DE LA TRAMITACIÓN
Según el Ayuntamiento, con la luz verde de este jueves se cierra la tramitación de la aprobación de los proyectos, "que se ha realizado siguiendo exactamente el mismo procedimiento llevado a cabo para las aprobaciones de todas las obras de la ciudad. Los proyectos se aprobaron inicialmente el 17 de febrero. Entonces, se abrió el período de exposición al público en paralelo a la licitación de las obras para agilizar plazos, y la adjudicación se producirá a partir de ahora, una vez realizada la aprobación definitiva, tal y como se establece en el Procedimiento para la elaboración y tramitación de los proyectos de obras y la ejecución de las obras municipales".
CRÍTICAS POR UNA LICITACIÓN PRECIPITADA
Sin embargo, la licitación de las obras sin tener aprobados los proyectos de forma definitiva ha levantado críticas y suspicacias. La Cambra de la Propietat Urbana denunció la "irregularidad legal y democrática que comporta la licitación de un proyecto no aprobado", avanzó La Vanguardia. El presidente de la Cambra, Joan Ràfols, opina que es una "ilegalidad" y se dirigió al síndic de greuges de Barcelona, David Bondia. Para Ràfols, la licitación de los proyectos antes de la aprobación definitiva supone también un "menosprecio inaceptable respecto al trámite de información pública".
El propio síndic dio a conocer hace unos días su resolución sobre la superilla y el varapalo que se han llevado los comunes ha sido monumental. Según Bondia, la actuación municipal "no ha estado ajustada a derecho" y el Ayuntamiento debería haber iniciado el procedimiento de contratación una vez acabado el periodo de información pública. "En un proyecto de esta dimensión es fundamental dar las máximas garantías en la información pública y la participación ciudadana". Y añadió: "Iniciar una licitación sin aprobar definitivamente un proyecto no es la opción más ajustada al principio de buena administración y eficacia".
"NO PUEDE SER UNA GUERRA AL COCHE"
El PSC, socio de gobierno de Ada Colau, discrepa del modelo que Barcelona en Comú quiere imponer en el Eixample. "No puede ser una guerra contra el coche", dijo la regidora de Movilidad Laia Bonet en febrero. Las calles de la superilla serán de plataforma única y los vehículos no podrán circular en línea recta y estarán obligados a girar en las esquinas. Bonet no ve con buenos ojos trasladar este modelo a todo el Eixample. Los socialistas son partidarios de introducir cambios, como en los giros. "Hay que hacer excepciones porque en algunos casos el giro obliga a recorrer seis manzanas para hacer un tramo de 150 metros".
Para el Reial Automòbil Club de Catalunya (RACC), la pacificación del Eixample comportará más congestiones, contaminación y ruido en otros puntos del distrito. Según un informe del propio RACC, las colas de vehículos aumentarán de forma importante en el Eixample, la zona sobre la que bascula la movilidad del centro de la ciudad. Cuando la superilla estará acabada, dentro de ocho años, los atascos pueden subir hasta un 55%. En hora punta, el club del automóvil calcula que puede llegar a haber hasta 22,7 kilómetros de colas (ahora son 14,6). El próximo año, cuando esté acabada la primera fase de la superilla, el RACC prevé un aumento de los atascos de un 26%.