Barcelona, un mediodía cualquiera. Paseas en busca de una mesa libre en una terraza, pero se convierte en misión imposible. En caso de encontrar sitio para poder sentarte tienes tres opciones: beberte un café en 30 minutos, comer en 1 hora o pagar un precio mínimo para consumir. Con la pospandemia y el regreso del turismo masivo a la ciudad, estas prácticas se han extendido en los barrios como Gràcia o el Eixample.

Desde la llegada del verano y, con él, el repunte de turistas, algunos locales de Barcelona niegan la posibilidad de tomar únicamente un refresco y sólo se habilitan para comidas o cenas. Mientras que habitualmente los turnos eran de 13:30 a 15:30 horas y de 20:30 a 22:30 horas, los bares se han vuelto 'esclavos' a las costumbres de los visitantes y han ampliado su horario. Ahora, encontrar una mesa para echar una caña a las 12:00 o a las 19:00 horas es casi imposible.

GANAR MÁS DINERO

En la plaza de la Vila de Gràcia es complicado localizar un sitio libre. Los vecinos aprovechan el buen tiempo y la tranquilidad que ofrece la ciudad en agosto para salir a tomar el café. Un café que, por ahora, se puede alargar algo más de 30 minutos porque todavía no ha llegado la marabunta de turistas. Un grupo de jóvenes asegura a Metrópoli que los restauradores se aprovechan de esta práctica para sacar más dinero, porque sólo les preocupa que "el turista consuma lo más rápido posible para que pueda venir otro". Los barceloneses adoran salir a pasear y tomar algo con los amigos para desconectar de la rutina. No obstante, entre que es casi imposible encontrar mesa y que los precios son "abusivos", hay algunos que lo evitan. "Cuando salgo a beber algo es tiempo de ocio que quiero para mi, no para que me venga alguien detrás a decir que me marche", critica una vecina del barrio.

Un grupo de turistas en la plaza de la Vila de Gràcia / LUIS MIGUEL AÑÓN

Además de limitar el tiempo, otros negocios de la restauración también impiden sentarse a una mesa si no se consume un precio mínimo, que normalmente oscila entre los 35 euros. En el bar Sol de Nit, Teresa lamenta a este digital que "las restricciones que impone el Ayuntamiento, más la subida de la tasa de las terrazas, fuerza a que sean un artículo de lujo y que sólo los turistas puedan permitirse gastar mucho dinero". De la misma manera opina Marianna, del Auto Roselló, en la calle Enric Granados. La propietaria asegura que son flexibles con su horario, aunque priorizan una comida o cena a una caña. "Es la manera de cómo uno se gana la vida. Tener un café de dos euros durante una hora... no puedes pagar a tus empelados con este tipo de consumición". Aunque puede que los visitantes estén dispuestos a pagar un precio, pero los vecinos lo tienen claro:  "Yo si voy a un bar es porque quiero consumir lo que me apetezca, pero dentro de mis posibilidades".

CRÍTICAS EN REDES

Las redes sociales también se han hecho eco de esta problemática, y son muchos los usuarios que coinciden en que Barcelona ya no está hecha para los barceloneses. “En la calle Blai nos sentamos tres personas, pedimos tres cervezas y un par de tapas. El camarero nos dijo que teníamos que consumir, como mínimo, 50 euros”, escribe un usuario en Twitter. En plaza de la Concòrdia, en Les Corts, una vecina lamenta que no pudieron tomar un refresco un sábado a las 18:00 horas porque la consumición mínima era de dos platos por personas. Su último mensaje es contundente: “Barcelona es para los turistas”.

¿ES LEGAL?

Desde Consumidores en Acción (Facua) aseguran que no hay una normativa que establezca que estas prácticas sean ilegales. Sin embargo, entienden que no se puede llegar a este extremo. “Las limitaciones al derecho de admisión están pensadas para evitar problemas en materia de altercado, pero no para que la empresa pueda decidir libremente por motivos puramente económicos”.

Desde Facua han analizado la legislación de defensa de los consumidores y creen que esta práctica encaja como una práctica abusiva en cuanto a la negativa a la prestación de servicio a un cliente por una causa injustificada. Facua advierte de que los próximos días interpondrá denuncias contra aquellos establecimientos de hostelería que estén incurriendo en ella.

El Gremi de Restauració declinó hacer cualquier tipo de declaración tras la petición de este medio.

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