Una sala del Big Fun Museum de Barcelona / LUIS MIGUEL AÑÓN

Una sala del Big Fun Museum de Barcelona / LUIS MIGUEL AÑÓN

El pulso de la ciudad

Big Fun Museum, perfecto para el postureo pero vacío de contenido

El lugar cuenta con ocho salas interactivas diferentes que lo convierten en un 'chiquipark' perfecto para los más pequeños

17 agosto, 2023 23:30

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En pleno corazón de Barcelona se encuentra uno de los 'museos' más extravagantes de la ciudad. En la entrada, personas disfrazadas de personajes de películas infantiles consiguen que varios niños se aglomeren a las puertas de lo que parece un chiquipark. Se trata del Big Fun Museum, que tras abrir las puertas en diciembre de 2018, se ha consolidado como el museo del postureo.

Este curioso espacio tiene más de 2.500 metros cuadrados, que abarcan un total de ocho salas interactivas completamente diferentes: la casa al revés, sweet museum, una sala de espejos, el museo de la locura —en realidad, un túnel del terror—, magic room, la casa del gigante, la sala de los Récord Guinness y el food art. Un lugar que entretiene igual que una sala de recreativos, pero bajo el apodo de 'museo'. "No tiene nada que sobresalga, salvo las fotos que puedes hacer para Instagram si eres un adolescente", comentan algunos usuarios a través de internet.

UN RECORRIDO SIN SENTIDO

Después de pagar 20 euros por persona por la entrada —los mayores de cinco años pagan lo mismo— te encuentras con unas escaleras mecánicas que te conducen hasta la sala de abajo, donde se encuentran cuatro de los ocho espacios del museo. Te recomiendan empezar por la sala de los espejos, el punto fuerte del lugar. El espacio está inspirado en la película de 'Alicia en el país de las maravillas'. La sala, llena de espejos laberínticos, te descubre interesantes detalles de los protagonistas del film. Un comienzo que sorprende.

La sala de los espejos del Big Fun Museum de Barcelona / LUIS MIGUEL AÑÓN

La sala de los espejos del Big Fun Museum de Barcelona / LUIS MIGUEL AÑÓN

Vista esta sala, visto lo mejor del museo. Siguientes paradas: food art, la sala de los Récord Guinness y el museo de la locura, donde no recomiendan entrar a menores de 12 años. La primera de todas puedes verla en dos minutos, porque no hay nadie. Parece que contemplar 'cuadros' hechos a través de comida, algunos incluso buscando un efecto óptico un tanto turbio, no sorprende ya a la gente. El peor de todos, un cuadro de la bandera de España con un toro en el centro hecho con mejillones, gambas y guindillas.

Sala de food art del Big Fan Museum / LUIS MIGUEL AÑÓN

Sala de food art del Big Fan Museum / LUIS MIGUEL AÑÓN

Las dos salas restantes pueden sorprender a simple vista: se trata de diferentes recorridos bastante logrados. Pero cuando empiezas a fijarte en los detalles, te das cuenta de que son bastante cutres. Las figuras que encuentras escondidas por las salas son solo creíbles a los ojos de los más pequeños. Parecen hechas de silicona, muchas de ellas anticuadas, que en vez de causar simpatía lo que provocan es terror. Algo que en principio debería ocasionar la sala del museo de la locura, donde muestran las técnicas extremas psiquiátricas más famosas que se han ido aplicando a los pacientes a lo largo del tiempo.

Una chica te avisa antes de entrar: "Dentro del túnel del terror no hay figurantes escondidos, son robots que solo se activan si vosotros queréis apretando el botón que se encuentra al lado de cada uno de ellos". Se trata de una de las últimas incorporaciones, que más que miedo lo que provoca es risa. Los encargados de dar los sustos son robots, que solo se activan en el caso de que el usuario quiera. La sorpresa viene cuando decides hacerlo, ya que empiezan a emitir unos sonidos extraños a la vez que se mueven de una forma muy poco natural.

OBJETOS EN MAL ESTADO

Acabadas las salas de abajo, toca subir unas escaleras mecánicas que conducen a la planta de arriba, donde están los cuatro espacios restantes: la casa al revés, sweet museum, magic room y la casa del gigante. En estas salas se busca el efecto óptico a partir de paellas gigantes, habitaciones al revés y objetos que triplican su tamaño de la vida real. En algunas de ellas, los objetos no están bien conservados, una apreciación que comparten algunos de los visitantes en internet: "Algunos de los murales están bastante estropeados y la iluminación no es muy buena". 

Objeto en mal estado del Big Fun Museum de Barcelona / LUIS MIGUEL AÑÓN

Objeto en mal estado del Big Fun Museum de Barcelona / LUIS MIGUEL AÑÓN

"Deberían de renovar las instalaciones, ya que todo se ve bastante deteriorado por el uso. También el olor que hay dentro, es de viejo y cerrado", comenta otra turista. Lo peor es la temperatura. El calor se hace más patente cuando subes a la planta de arriba, donde se aprecian pequeños ventiladores que, en un intento fallido, intentan refrescar los 2.500 metros cuadrados que tiene el museo: "Hemos pasado muchísimo calor", comenta una familia.

INDIGNACIÓN DE LOS VISITANTES

El precio de las entradas también levanta sorpresas: el Big Fun Museum cuesta 20 euros —los menores de cinco años entran gratis—, con la que se pueden visitar las ocho salas interactivas. Si se paga un suplemento de cinco euros, también se incluye el acceso al Museo de las Ilusiones, una novena sala situada en el número 17 de la calle Pintor Fortuny con más de 50 salas de ilusiones ópticas. Si solo se visita este espacio, entonces el precio de la entrada es de 10 euros

Entrada del Big Fun Museum de Barcelona / LUIS MIGUEL AÑÓN

Entrada del Big Fun Museum de Barcelona / LUIS MIGUEL AÑÓN

"Me parece bastante caro para lo que realmente es", comentan algunos usuarios. "Una desilusión. Para lo que se paga y lo que anuncia esperaba más: te venden nueve museos cuando realmente son nueve salas. ¿Una exposición de obras de arte con verduras y frutas? ¡Si son cuatro cuadros! Eso no es una exposición. Y el museo Guinness tiene descripciones equivocadas como "La mujer más gorda" y resulta que la estatua es de un hombre...", puede leerse entre los comentarios.

Lo cierto es que cuando acabas el recorrido, no entiendes muy bien de qué se ha tratado la visita, por la cantidad de conceptos tan diferentes que abarca el lugar. Aunque los más pequeños salgan emocionados, en definitiva el Big Fun Museum es una mezcla entre la decepción y el intento de ser un espacio moderno, que se queda solo en eso, en un pésimo intento.