Contaminación en el Port de Barcelona: los residuos tóxicos de una empresa acaban en Fiscalía
Los ecologistas denuncian una contaminación entre Barcelona y El Prat con los mismos residuos tóxicos que los de la película ‘Erin Brockovich’
9 abril, 2024 23:30Erin Brockovich fue una activista estadounidense que se enfrentó a una potente multinacional que contaminaba los terrenos cercanos a la localidad californiana de Hinkley. Presentó una demanda en 1993 contra la empresa Pacific Gas and Electric Company y ganó el pleito contra todo pronóstico. Su caso fue llevado al cine en la película que lleva su nombre, protagonizada por Julia Roberts y Aaron Eckhart.
Barcelona está a punto de vivir un episodio tan alarmante como aquél. El escenario está en el linde de la capital catalana con El Prat de Llobregat, donde se han comenzado a ejecutar los nuevos accesos ferroviarios al Port de Barcelona, en el margen del río Llobregat. Son, para más inri, obras sufragadas con fondos Next Generation de la Unión Europea.
El problema es que la compañía que ejecuta los trabajos se ha encontrado con algo peligroso e imprevisto: un gran depósito de residuos tóxicos, concretamente de cromo hexavalente (también conocido como cromita), el mismo elemento contaminante que denunció Brockovich y que es un peligroso agente cancerígeno. Depana y la plataforma Zeroport acaban de presentar una demanda ante Fiscalía denunciando la contaminación de la zona, que reviste peligrosidad para los vecinos. Piden que se investigue la situación por si podría haber un delito penal contra el medio ambiente. “Hemos querido dar la voz de alarma para que las autoridades traten el tema con el respeto y el cuidado que se merece”, señalan fuentes ecologistas a Metrópoli.
Obligada a cerrar
En este caso, los residuos fueron depositados por la compañía Procesos Electrolíticos SA (PESA), una empresa denunciada hace unos años, que fue obligada a cerrar sus puertas por la contaminación que producía. La fábrica se dedicaba a producir cromo y otros metales pesados para el cromado de los coches que también se fabricaban en las cercanías. De los productos manejados en la fábrica, un 97% se aprovechaba, pero el 3% resultaba residuo muy tóxico. PESA acumulaba cromo trivalente, hexavalente, sales de plomo y otros minerales tóxicos. La factoría abocaba sus residuos en varias zonas y una de ellas estaba ubicada en el margen izquierdo del Llobregat, en un área de unas 3 hectáreas rodeadas de un muro de 4 metros de altura cerca del puente de Mercabarna. El muro sólo sobresale ahora un metro y medio, por lo que es fácil imaginar la cantidad de residuos tóxicos que hay en la zona.
Fuentes de Depana señalaron a Metrópoli que los residuos filtran la contaminación a la tierra cuando llueve. “Todo el delta del Llobregat está ya contaminado, no sólo por estos residuos, sino también por los vertidos durante 80 años de fertilizantes y de otros productos de la agricultura. Los dos acuíferos superficiales que hay en las inmediaciones ya están contaminados y además salinizados”, denuncian desde las organizaciones ecologistas.
Afecta a Mercabarna
Pero hay otro peligro mayor: en época de sequía, como la actual, se evaporan todos los líquidos y en la tierra queda un fino polvillo de color amarillo. “Ese polvillo puede ser transportado por el viento y contamina todo, pudiendo causar enfermedades graves a los vecinos que habiten cerca. De hecho, en esta zona han florecido tanto huertos como asentamientos en los últimos años, por lo que todas las personas que en ellos, así como los productos de los huertos, podrían estar contaminados, por ejemplo. Pero esta es una zona de vientos y el viento puede esparcir el polvillo más lejos: los trabajadores de Mercabarna también podrían verse afectados o incluso los clientes y proveedores del mercado central. Asimismo, hay unas pistas de pádel muy cerca de donde están depositadas las cromitas. Y, por supuesto, los propios trabajadores de las obras de acceso al Puerto son potenciales víctimas de esta contaminación. Todos están expuestos al polvo”, subrayan los ecologistas.
En su denuncia ante Fiscalía, las organizaciones ecologistas hacen hincapié en que “estas sales tóxicas pueden volar con el viento o el tráfico de vehículos y son un riesgo para la salud de las personas y el medio ambiente. La zona contaminada está habitada con autoconstrucciones y huertos sin regular y está muy cerca de Mercabarna, de un hotel y de zonas habitadas del Prat de Llobregat”. Un portavoz ecologista escenifica la situación alertando de que, con lluvia, se contaminan los acuíferos, al filtrar los residuos tóxicos hacia el subsuelo, mientras que en época de calor existe el peligro del polvo transportado por el aire. En resumidas cuentas, la contaminación llega por tierra mar y aire.
Una declaración desfasada
Depana trasladó el problema al Ayuntamiento de El Prat, a los ministerios de Fomento y Medio Ambiente y a la Generalitat, así como a la dirección del Port de Barcelona, que descartaron una investigación sobre el tema. Los denunciantes alertan de que la declaración de impacto ambiental de la zona está desfasada, puesto que data de 2007, aunque fue revisada en 2013 (en 2010, se descubrieron los abocamientos de residuos). Pero aun así, consideran que se habrán de hacer nuevos estudios antes de seguir adelante con el proyecto de los accesos.
“Las infraestructuras que se han comenzado a hacer se harían sobre unos terrenos en el margen del Llobregat que la Generalitat ha incluido en su propuesta de ampliación de la zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), dando respuesta a la carta de emplazamiento de la Comisión Europea y hasta que esta ampliación no se haga efectiva, no se pueden delimitar las afectaciones ambientales. También es preciso tener en cuenta que el proyecto no cuenta aún con la aprobación definitiva del correspondiente Plan Director Urbanístico”, denuncian los ecologistas. Ahora será la Fiscalía de delitos contra el medio ambiente y urbanismo quien se mueva y diga alguna cosa.