La encina en la calle Encarnació

La encina en la calle Encarnació SALVEMLALZINA.ORG

El pulso de la ciudad

Una encina catalogada provoca una guerra vecinal en Gràcia

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La urbanización de un espacio en el distrito de Gràcia ha provocado una guerra entre asociaciones cívicas vecinales. La culpa la tiene una encina bicentenaria que hay en la calle Encarnació. Y no es que se vaya a talar o a extirpar del entorno urbano, sino que se va a remodelar la parcela, que acogerá un centro cívico, viviendas dotacionales y una plaza blanda.

Los ecologistas se han puesto en pie de guerra, después de que el proyecto de reurbanización del espacio fuese aprobado el mes pasado, aunque otras organizaciones sociales defienden el proyecto en el que los propios vecinos han participado.

La plataforma Salvem l’Alzina es una de las entidades que participa en el debate público sobre el futuro de la encina: ha redoblado sus movilizaciones para salvar el árbol, un ejemplar catalogado con más de 200 años de vida a punto de ser engullido por el cemento. Se trata de la encina de las casetas de la calle Encarnació.

En cambio, la asociación vecinal Gràcia, Cap a On Vas? apoya el proyecto municipal de construcción del nuevo entorno urbano del árbol y votó a favor del planteamiento del consistorio.

Un conflicto de seis años

Ambas asociaciones fueron invitadas por el Ayuntamiento a participar en el proyecto de reurbanización de la zona, pero la primera entidad se ha desmarcado y rechaza el resultado del concurso, mientras que la otra considera que es beneficioso para la ciudadanía ecológica y socialmente.

Render del proyecto ganador de vivienda y urbanización del jardín de l'Alzina de Barcelona

Render del proyecto ganador de vivienda y urbanización del jardín de l'Alzina de Barcelona AYUNTAMIENTO DE BARCELONA

Un pool de siete arquitectos unidos en una unión temporal de empresas será la encargada de diseñar el proyecto básico ejecutivo.

Curiosamente, la segunda de las entidades es una de las más combativas en temas como la vivienda, el turismo, la gentrificación o en otras cuestiones, como el rechazo a la Copa América, tema del que hizo uno de sus caballos de batalla.

En 2018, el Ayuntamiento decidió arrasar con el entorno de la encina, del que sólo se salvaron ocho árboles. Hoy ya no quedan las islas verdes que protegían sus raíces ni los 160 metros cuadrados de huertos y espacio comunitario, se quejan los activistas de Salvem l’Alzina. Las casetas colindantes a la encina fueron desalojadas con orden judicial en febrero de 2019 y el recinto quedó precintado.

Luego, el consistorio expropió las fincas tras llegar a un acuerdo económico con sus propietarios por 7,4 millones de euros.

Pisos y un casal de mayores

Pero ya ha llegado al final el proceso que lleva seis años larvándose: se construirá un bloque de planta baja y tres plantas más en el interior de la isla que alberga la encina (20 metros de altura y 20 metros de anchura en su copa), 1.650 metros cuadrados de techo edificable y 766 metros cuadrados de viviendas dotacionales (15 pisos), un casal de gente mayor, equipamientos y 500 metros cuadrados de plaza ‘blanda’ será el nuevo entorno.

El casal tendrá la entrada por la calle Encarnació, que conservará la fachada original, mientras que al recinto de la encina y a los pisos se entrará por la calle Manrique de Lara. La plaza

La plataforma Salvem l'Alzina sostiene que el espacio que ocupa este árbol es la principal zona verde del distrito de Gràcia y que el proyecto que culmina ahora amenaza la encina y supone un gran impacto ambiental para los vecinos.

Los vecinos reunidos alrededor de la encina en la calle Encarnació

Los vecinos reunidos alrededor de la encina en la calle Encarnació

Los rebeldes afirman también que no hacen falta pisos dotacionales porque “hay 75.000 pisos vacíos en la ciudad, al margen de los pisos turísticos” y rechazan también que parte del recinto se convierta en una ‘plaza dura’. En realidad, tampoco quieren una plaza aunque preserve la encina.

Opiniones encontradas

Desde el Ayuntamiento, sin embargo, se defiende el proyecto, que fue aprobado este mes de octubre, y que prevé también un pavimento de la plaza abierta que sea drenante 100% y que permita infiltrar las aguas pluviales además de mantener los árboles actuales y plantar otros autóctonos de poca demanda hídrica. “El conjunto de sistemas de captación e infiltración de agua, conjuntamente con la xerojardinería, tiene por objetivo un jardín sin demanda hídrica externa”.

Los ecologistas no se lo pondrán fácil al consistorio, aunque otros movimientos vecinales apoyan la reforma aprobada por el consistorio.

El último llamamiento de Salvem l’Alzina asegura que el proyecto aprobado “ofrece soluciones falsas a problemas que requieren una aproximación que combine el bienestar vecinal con la protección medioambiental y la planificación urbanística sostenible”.

Vivienda de lujo

La construcción es “un malgasto de recursos evidente”. Exigen, al mismo tiempo, que se preserve el jardín tal y como está en la actualidad, aunque limpio. “El proyecto no tiene nada que ver con lo que necesita Gràcia”, acusa la entidad.

Los defensores del plan argumentan que la encina ganará en visibilidad, al derribarse los muros que rodeaban el recinto y cerraban el recinto.

En cambio, Toni Ramon, portavoz de Gràcia, Cap a On Vas? Manifestó a Betevé que ya habría firmado el primer día por ese proyecto y defiende que con él se protege la encina y se convierte el espacio público “un suelo que era vivienda de lujo”. Ramon asegura que sólo falta esperar a los informes para conocer si la fundamentación afecta a las raíces del árbol.

El Ayuntamiento encargó ya un informe sobre la encina de Gràcia a la empresa Árbol Investigación y Gestión, así como un estudio sobre el soleado de la parcela y si el árbol podrá recibir la luz de sol adecuada. Este último estudio correrá a cargo del arquitecto y profesor de la UPC Marçal Tarrida.