Una realidad porque todos los habitantes metropolitanos de Barcelona “se desplazan, buscan vivienda, servicios de ocio o de cultura”. El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, se considera “uno más” entre los responsables metropolitanos, y cree que ha llegado el momento, de aquí a 2030, de coordinar mejor todas esas políticas de un área que alberga hasta 5,5 millones de habitantes. En un momento en Catalunya está a punto de alcanzar los ocho millones de habitantes, esa expansión de Collboni inquieta al Govern de la Generalitat.
Collboni entiende que no debe haber ningún conflicto por ello, que se trata de coordinar y ceder, en todas direcciones. Y que la Generalitat podría, precisamente, ceder competencias hacia abajo, en dirección a los alcaldes metropolitanos, como ha sucedido en el Reino Unido, con zonas que han adquirido mayores competencias, como el área metropolitana de Manchester, al margen de Londres, que es “una singularidad en sí misma”.
El alcalde de Barcelona lanzó la idea en el auditorio de Foment del Treball, dentro de las jornadas Rethink Barcelona, con los empresarios atentos a sus palabras. Los primeros pasos de Collboni han gustado. Apostar por el diálogo y la “normalización institucional”, como el propio alcalde destacó, tras gestos como la audiencia con el rey Felipe VI, que hacía 17 años que no se producía entre el jefe del Estado y el máximo responsable de la ciudad.
ZONAS DE BAJAS EMISIONES
Pero, ¿es asumible lo que plantea Collboni? La propuesta para por una “metrópoli federal”, de 5,5 millones de personas, con “cesiones de competencias y de soberanía” de los propios ayuntamientos, de la Generalitat y del Gobierno central. Lo que señala Collboni es que la mancha urbana que representa Barcelona es reconocible, a escala internacional, sólo si se presenta como una gran región metropolitana. “Para los asiáticos una ciudad de 1,6 millones de habitantes, que es Barcelona, o de 3,2 millones, que sería la que abarca el AMB, el Área Metropolitana de Barcelona, es como un barrio de una gran ciudad global”.
Lo que se plantea, en todo caso, es prestar servicios con un mayor sentido y eficacia. Algunos de los empresarios que asistieron a la conferencia de Collboni señalaron a Metrópoli que el alcalde podría entrar en una batalla dialéctica compleja, provocando malestar en el Govern de la Generalitat. Pero Collboni, con el apoyo del PSC, defiende que no se puede legislar sobre una zona de bajas emisiones en una ciudad sin pensar en la movilidad “real” del día a día. Y que los propios alcaldes deberán asumir acuerdos metropolitanos sin hacer ordenanzas cada uno por su cuenta.
VALLÈS, MARESME Y GARRAF
En el punto de mira está la actual área metropolitana, más los dos Vallès, el Maresme y el Garraf. Se trata de un territorio extenso que agrupa a la mayoría de catalanes, que viven en una constante comunicación, pasando de un municipio a otro, pero formando parte de una “realidad, por lo menos con una cultura metropolitana compartida”.
Sin embargo, ¿eso supone una nueva administración añadida a las que ya existen? Collboni rechazó que deba haber una especie de “superalcalde” metropolitano, o una nueva entidad diferente al AMB. “Lo primero es ver qué queremos coordinar, qué políticas se deben impulsar, como la construcción de vivienda, por ejemplo, o las infraestructuras de movilidad, y luego pensar en qué acuerdos se establecen y quién los lidera. Otra cosa sería empezar la casa por el tejado”.
Una de las ideas del alcalde socialista es potenciar la construcción de vivienda, en toda la región metropolitana, con el concurso de la Generalitat, que es quien tiene la competencia. Aunque en Barcelona se dispusiera de recursos en abundancia, los terrenos son escasos, y en el centro de la ciudad se entiende que debe tener un mayor peso la creación de riqueza. Prueba de esa dicotomía de intereses es lo que ha sucedido en el distrito tecnológico del 22@. Los comunes de Ada Colau, en la modificación del plan urbanístico, quisieron construir vivienda pública, cuando el plan estaba destinado, desde su origen, a suelo económico. Se llegó a un compromiso, a un híbrido, que podría llegar a no contentar a nadie, según los expertos consultados.
La región metropolitana debería albergar, a juicio de Collboni, las múltiples iniciativas urbanísticas, de vivienda pública y libre. Ello explica, según el alcalde, el impulso de la empresa Metrópolis Barcelona, con la colaboración público-privada. A corto plazo hay dos cuestiones que exigirían esa colaboración metropolitana: las zonas de bajas emisiones, para la mejora del medio ambiente, y “la estrategia en todo el ámbito del Besòs”, con proyectos tecnológicos de envergadura.
Collboni quiere marcar, con ello, su mandato municipal, cumpliendo el “sueño” de Pasqual Maragall, como señaló en el auditorio de Foment. La cuestión política, sin embargo, el reparto del poder político, podría aflorar de nuevo, como ocurriera en 1985, cuando el Govern de la Generalitat, presidido por Jordi Pujol, anuló la Corporación Metropolitana de Barcelona.