
Mauri, agricultor del Parc Agrari del Baix Llobregat Barcelona
Mauri Bosch, agricultor en Viladecans: "Los que más roban vienen en coches de lujo y se llevan la cosecha"
El sector del Baix Llobregat pide a las administraciones públicas que tomen medidas para evitar la desaparición de la actividad agrícola profesional tras sufrir pérdidas económicas graves por los robos de productos agrícolas
Los robos en el Parc Agrari del Baix Llobregat ponen en jaque el contrato de seguridad de más de 700.000 euros
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En los campos fértiles del Parc Agrari del Baix Llobregat, entre huertos de alcachofas y caminos de tierra, la voz de Mauri Bosch, agricultor de la finca Cal Xim Xim en Viladecans, resuena con cansancio y rabia contenida.
Este agricultor de la huerta metropolitana ha alzado la voz contra la inseguridad que hay en los campos. Sus palabras recogen el sentir de un sector que pide soluciones. Su denuncia no es nueva, pero sí urgente: "los robos agrícolas son constantes", y la respuesta institucional, "insuficiente". "Estamos cabreados", afirma el agricultor de Viladecans.
Los agricultores hace tiempo que vienen denunciando la situación que se vive en la zona agrícola. Como ha recogido en numerosas ocasiones este digital, los campos sufren sustracciones de alcachofas y otros productos de forma habitual.
Un problema grave para la agricultura
Los robos están golpeando al sector, ya debilitado tras las inundaciones de la DANA del pasado mes de noviembre y sus respectivas pérdidas millonarias. Aún no han recibido las ayudas anunciadas por la Generalitat, y la situación solo hace que agravarse.

Finca de Cal Xim Xim en el Parc Agrari del Baix Llobregat Barcelona
"El Parc Agrari tiene un problema desde hace mucho tiempo de robos", asegura Bosch. La gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los propietarios de las explotaciones fue el robo que se produjo durante el mes de febrero de 2025: más de 1.000 kilos de alcachofas en pocos días en la zona de Sant Boi.
Mauri Bosch tiene claro los motivos que favorecen los robos. “Estamos en una zona periurbana, de unas 3.000 hectáreas, con una vigilancia limitada y con poblaciones muy grandes alrededor”, describe.
Robos profesionales
En este escenario, la cercanía de grandes núcleos urbanos facilita la entrada de ladrones de todo tipo: desde los que se llevan maquinaria hasta quienes hacen grandes robos o los que “salen a pasear y roban cuatro alcachofas”.
Aunque el propietario de la finca Can Xim Xim admite que la sustracción de unas pocas unidades puede parecer insignificante, el problema se agrava cuando se multiplica: “Si cada uno de los 60.000 habitantes de una ciudad cercana toma unas pocas, el balance es devastador. Son una cantidad importante”. Para él, el problema va más allá del robo puntual: “Hay una falta de empatía total”, denuncia.

Mauri, agricultor del Parc Agrari del Baix Llobregat Barcelona
"Falta de control sobre los caminos del Parc Agrari"
Lo que más duele, explica, son los robos masivos y profesionales. “Este último año hemos tenido tres robos muy importantes, todos ellos superiores a los 700 kg”, asegura. "Roban para volverlo a meter en la cadena de valor. Lo venden a restaurantes y otras tiendas", explica el agricultor.
Frente a la imagen del ladrón necesitado, Bosch es claro: "Son amantes de lo ajeno". "La mayoría de gente que no tiene para comer lo pide. Los que más roban van de paseo con una bicicleta que vale miles de euros y ropa cara. Vienen con coches de lujo y se llevan la cosecha", explica.
Esta es una de las grandes peticiones de los agricultores. Según Mauri, la falta de control sobre los caminos del Parc Agrari es uno de los principales problemas. "Deberían ser exclusivamente para uso agrícola y servicios", asegura. "Pedimos que haya un control de acceso en la zona agrícola. Si los hay tenemos el control de quién roba y podemos saber quién entra", explica.
Doble robo
El mayor problema es que se quedan sin las alcachofas ya listas para ser recogidas y las que aún están en crecimiento. “Te roban la cosecha existente y la de futuro, porque se llevan la alcachofa grande y la pequeña. Te pasas unos días que no coges. Es nuestro modo de subsistencia. Nuestro y de los trabajadores que tenemos”, lamenta.
Las consecuencias económicas son más graves aún si se tiene en cuenta que los robos del hierro de la maquinaria se hacen cuando esta materia prima se encuentra a un precio desorbitado. Lo mismo pasa con las alcachofas: se roban en enero, cuando hay más escasez y su precio es más elevado.

Alcachofas en la finca de Cal Xim Xim en el Parc Agrari del Baix Llobregat Barcelona
Para poder volver a cosechar, para sobrevivir, los agricultores deben reinvertir constantemente: “Cuando nos roban, para poder volver a cosechar hay que volver a invertir y a poner dinero encima del campo”. "¿Quién nos ayuda?", se pregunta Bosch. "Nadie. Falta empatía total", responde. Un ciclo que parece interminable y que, para muchos, es ya insostenible.
No hay vigilancia ni control
La respuesta institucional a esta crisis, según Bosch, ha sido lenta, limitada y, en algunos aspectos, contraproducente. “Las fuerzas de orden público nos dicen que tienen los dispositivos limitados. Lo entendemos, pero mientras roban en la zona agrícola parece que es menos alarmante que si roban en un bar o a una persona”, denuncia.
El propietario de la finca Cal Xim Xim es contundente: "Mientras los tienen en la zona agrícola, no los tienen en la zona urbana". Pese a ello no quiere personalizar en la figura de los vigilantes, sino en las administraciones, a quienes pide "acciones".
La Diputació de Barcelona, organismo del que depende el Consorci del Parc Agrari del Baix Llobregat, ha delegado la seguridad de la zona agrícola a una empresa privada. El ente provincial ha desembolsado 731.600,50 euros para 2023, 2024 y 2025 a la empresa Barna Porters.

Mauri Bosch agricultor del Parc Agrari del Baix Llobregat Barcelona
Desde el sector ya han pedido que se cree un cuerpo de Policía Rural ante la ineficacia del contrato de seguridad. Los robos siguen produciéndose porque, denuncia, hay pocos efectivos. "Hay un vigilante para controlar 3.000 hectáreas. Es insuficiente", asegura.
Normativa laxa
A la falta de vigilancia se suma una legislación que, en palabras del agricultor, es contradictoria. “La normativa del Parc Agrari no te deja protegerte bien. Las vallas solo pueden tener 1,60 metros y si alguien salta y roba, no es robo, es hurto”, explica. Esta distinción legal, denuncia, se traduce en impunidad para los ladrones y desprotección para quienes cultivan la tierra. “La administración hace trampas al solitario”, afirma.
Para el trabajador, el problema es estructural y, sobre todo, emocional. “Más que dejadez o abandono, hay falta de empatía. Se piensan que porque son alcachofas no pasa nada”, denuncia. “Pero esto es nuestro esfuerzo. Vivimos de esto. Y por incompetencia de una serie de gente, nos quitan el fruto de nuestro trabajo”, lamenta.

Finca de Cal Xim Xim en el Parc Agrari del Baix Llobregat en Viladecans Barcelona
Sanciones bajas
El proceso judicial es otra barrera. Denunciar significa perder horas, a veces un día entero, para sentencias irrisorias: “Las multas suelen ser de 50 a 100 euros. Y encima te peritan la alcachofa en primavera, cuando vale un euro, y no en invierno, que vale tres”.
Con este tipo de desajustes judiciales, muchos agricultores deciden no denunciar más. “La gente, viendo que las denuncias terminan en nada y que hay juicios irrisorios que no cubren de largo lo que se han llevado, no denuncia”, afirma.
Actos, no palabras
"Las ayudas no son una solución", asegura Bosch. El sector ha pedido a las administraciones y cargos públicos actuaciones para poner punto y final a la situación que viven. “No queremos más estudios, queremos hechos. No queremos más discursos, queremos control de acceso. Queremos poder trabajar y vivir de lo que cultivamos”.

Entrada a la finca de Cal Xim Xim en Viladecans Barcelona
La petición es clara: que cuenten con los agricultores para gestionar y regular el Parc Agrari del Baix Llobregat, y que no se haga desde los despachos. "Estamos asqueados e impotentes".
Un Parc Agrari sin agricultores
Bosch mira sus campos con la resignación de quien lleva años luchando contra algo más que plagas o sequías. “Hay un problema de inundaciones porque no podemos sacar el agua porque los desagües no se limpian y no hay inversiones”, dice.

Finca de alcachofas de Cal Xim Xim en el Parc Agrari Barcelona
La fauna salvaje, sin control ni alimento en zonas protegidas, busca sustento en los cultivos, y a todo esto se suma una oleada de robos que vacía los campos y las cuentas bancarias.
¿Está en riesgo el Parc Agrari? Mauri lo tiene claro: “No, lo que va a desaparecer es la actividad agrícola profesional”. "No se nos permite hacer instalaciones de última generación para ser competitivos. Puede ser que exista el parque agrario que ellos quieren, pero de agricultores profesionales, probablemente muy pocos", justifica.